jueves, 13 marzo 2025
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Gurutz Linazasoro / Director del Programa de Terapias Avanzadas en Alzheimer y Parkinson de Quirón Salud-Policlínica Gipuzkoa

‘En el futuro dispondremos de mejores armas para combatir el Parkinson y ofrecer mejor calidad de vida’

El 11 de abril se celebra el Día Mundial del Parkinson. En esta fecha se conmemora el nacimiento del médico británico James Parkinson, que en 1817 describió por primera vez la ‘parálisis agitante’, que fue la primera denominación que recibió esta enfermedad
Pregunta.- ¿Qué es lo que ocurre en el cuerpo humano para que este acabe padeciendo Parkinson?
Respuesta.- Algo tan sencillo y tan complejo como que las neuronas de un pequeño núcleo, situado en la profundidad del cerebro y llamado sustancia negra, se degeneran y dejan de producir una sustancia química o neurotransmisor llamada dopamina. La dopamina es esencial para realizar movimientos con soltura y con ritmo. La causa del inicio de este proceso es desconocida. 
Posteriormente se ven afectados otros grupos de neuronas y otros neurotransmisores, lo que conduce a la aparición de síntomas de diversa naturaleza, como la inestabilidad, la depresión, los trastornos del sueño, el estreñimiento, los mareos y un largo etcétera.

P.- ¿Qué papel juega el envejecimiento en la aparición de esta enfermedad de carácter neurodegenerativo?
R.- Como otras enfermedades neurodegenerativas, la incidencia del Parkinson aumenta con la edad. Es una enfermedad asociada al envejecimiento, aunque no causada por el mismo. Sin embargo, hasta un 15% de los casos comienzan antes de los 45 años. 
El envejecimiento puede desempeñar también un papel relevante en la evolución de la enfermedad, favoreciendo la aparición de síntomas como el deterioro cognitivo o la inestabilidad, entre otros. Por este motivo es importante mantener una buena salud cerebral, para que el cerebro combata de un modo más eficaz los embates del tiempo.

P.- ¿Constituye la genética un factor determinante en el desarrollo de esta dolencia?
R.- En el 15% de los casos hay antecedentes familiares. Se han identificado una veintena de genes relacionados con formas familiares de Parkinson. 
Muchos casos de base genética tienden a aparecer en edades más tempranas (entre 25 y 45 años), aunque también se conocen mutaciones que aumentan el riesgo de sufrir Parkinson a edades más tardías. Es decir, la genética ejerce un papel en un porcentaje importante de casos de Parkinson.  

P.- ¿Qué otros factores pueden causar la aparición del Parkinson? ¿Se puede definir un perfil común entre los pacientes que lo padecen?
R.- Además de la genética hay factores relacionados con el entorno, con el ambiente. También se ha relacionado esta dolencia con la profesión (es más frecuente en profesiones de cuello blanco, es decir, de oficina, administración y coordinación de ventas), con la exposición a pesticidas, con el consumo de lácteos, etcétera. Sin embargo, tener el ácido úrico alto, fumar y consumir té verde o cúrcuma, parecen reducir el riesgo de padecerlo.

P.- ¿Existen hábitos de vida saludable o rutinas de estimulación cognitiva que pueden llegar a conseguir retrasar la aparición y avance de esta dolencia?
R.- Todo lo que sea mantener un cerebro en forma, libre de lesiones vasculares (para ello hay que controlar la tensión arterial, la diabetes, el colesterol, etcétera) y activo, física e intelectualmente, puede ejercer un efecto beneficioso sobre el curso de la enfermedad.

P.- ¿Será posible detectar el Parkinson de un modo precoz y evitar esta enfermedad en un futuro próximo?
R.- Ese es uno de los grandes retos de la investigación actual. Los cambios cerebrales típicos del Parkinson aparecen muchos años antes que los síntomas motores (temblor, rigidez, lentitud, etcétera). 
Estos cambios se traducen en síntomas como la disminución de la olfacción, el trastorno del sueño en la fase REM, la depresión o el estreñimiento. Pero son síntomas muy inespecíficos y quien los padece no necesariamente va a sufrir temblores. Por este motivo, se debe ser muy cauto y no generar alarma. 
Por otra parte, a día de hoy, todavía no hay ningún tratamiento eficaz para evitar o frenar el curso progresivo de la dolencia.

P.- A pesar de que los tratamientos aún no sean demasiado eficaces como para poner freno al Parkinson, ¿cuáles son los fármacos que están teniendo mejores resultados a la hora de paliar sus síntomas?
R.- 60 años después de su introducción en el mercado, la levodopa sigue siendo el fármaco antiparkinsoniano más potente y eficaz. Se puede complementar con buenos fármacos que han surgido en los últimos años, como la rasagilina, el opicapone o los agonistas dopaminérgicos. Con estos fármacos se logra que las personas con Parkinson vivan muchos años con una calidad de vida muy aceptable. 
Si aparecen efectos adversos o síntomas refractarios, pueden plantearse terapias avanzadas, como, por ejemplo, la infusión de apomorfina o Duodopa o la cirugía (estimulación cerebral profunda).

P.- ¿Qué líneas de investigación se están siguiendo en la actualidad en lo que a esta enfermedad se refiere?
R.- Las principales líneas de investigación en terapias para la enfermedad de Parkinson (EP), descansan sobre dos avances conceptuales. El primero es que los cambios patológicos característicos de la EP comienzan muchos años antes de la aparición de los primeros síntomas motores típicos de la enfermedad. Esta idea abre una ventana de oportunidad para un diagnóstico en la fase premotora y una actuación terapéutica muy temprana. Para ello debe clarificarse el concepto de EP (es muy probable que existan muchos tipos de la enfermedad) y deben identificarse biomarcadores de capacidad predictiva total o muy elevada. 
El segundo es que gracias a los avances en las tecnologías “ómicas”, vivimos en la era de la medicina de las 5 P: predictiva, preventiva, personalizada, precisa y participativa. 
La conjunción de estos dos elementos conduce a que los grandes objetivos terapéuticos actuales en la EP sean: por una parte, identificar la fase preclínica con un alto grado de seguridad para plantear terapias dirigidas a la biología del proceso degenerativo (neuroprotección); y por otra, personalizar las terapias farmacológicas y ser precisos en las quirúrgicas (funcionales y regenerativas) para ganar en eficacia y seguridad. 
Para lograr el primer objetivo, cobran especial protagonismo las estrategias dirigidas a evitar el depósito de alfasinucleína, mediante el empleo de terapias de inmunización activa (vacunas) o pasiva, es decir, inmunomodulación con anticuerpos monoclonales. 
La personalización de terapias farmacológicas se basa en la utilización de la farmacogenómica para seleccionar el fármaco ideal para un paciente con un perfil genético concreto. Mientras tanto, hay numerosos fármacos en fase de ensayo clínico.
La cirugía con ultrasonidos de alta frecuencia (HIFU) es menos agresiva que la cirugía convencional con implantación de electrodos y se ha mostrado muy eficaz en el alivio del temblor. Para poder aplicarse a un mayor número de pacientes, la HIFU va ampliando las dianas de actuación y se han publicado resultados prometedores actuando sobre el núcleo subtalámico. El principal desafío es la actuación sobre ambos hemisferios cerebrales. 
Las nanotecnologías pueden mejorar los actuales electrodos de estimulación haciéndolos más pequeños, menos lesivos y más inteligentes (capaces de activarse solo si hay hiperactividad neuronal o de liberar fármacos y genes). La optogenética posibilitará también la manipulación de circuitos muy específicos y concretos.
La terapia génica es un área de gran actividad. Los genes son transportados al interior de las neuronas utilizando a los vectores virales como vehículo. Los estudios piloto han mostrado que la técnica es segura. La producción de vectores virales a escala industrial es un obstáculo que debe superarse. 
La terapia celular está pendiente del resultado de varios ensayos clínicos con neuronas dopaminérgicas fetales implantadas en el estriado de pacientes jóvenes y con una enfermedad de Parkinson moderada. 
Mientras tanto, los estudios experimentales realizados en primates con parkinsonismo por MPTP (destrucción de neuronas en la sustancia negra del cerebro) utilizando neuronas dopaminérgicas obtenidas a partir de células madre pluripotentes inducidas (iPS), han dado resultados positivos (revierten el parkinsonismo y las neuronas sobreviven y establecen contactos sinápticos con las neuronas del huésped). 
Por último, la inteligencia artificial puede impulsar el conocimiento sobre aspectos críticos de la etiología y la patogenia de esta enfermedad que resultará en tratamientos más específicos y eficaces para los pacientes. Asimismo, el progreso que van a vivir las Neurociencias en los próximos años gracias a los proyectos BRAIN y Human Brain Project se traducirá en el desarrollo de nuevas tecnologías y terapias. 

P.- ¿Cree que algún día será posible encontrar una cura para esta dolencia neurodegenerativa?
R.- Esperamos que el fruto de estas investigaciones permita derrotar al monstruo. ¿Cuándo? Ojalá que sea cuanto antes. Mientras tanto, es seguro que gracias a la investigación dispondremos de mejores armas para combatirlo y ofrecer una mejor calidad de vida a las personas que sufren Parkinson y a sus familias.

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