Pregunta.- Hace un par de años presentó un trabajo sobre pacientes mayores con melanoma, que no tenían metástasis, pero cuyo pronóstico era peor. ¿Qué conclusiones destacaría de este trabajo? ¿Ha cambiado la percepción que obtuvo entonces con respecto a hoy?
Respuesta.- Ese estudio, en concreto, extrapolable a la actualidad, hacía referencia a una población muy concreta, que son las personas que han tenido un melanoma grueso. El factor pronóstico más importante para un melanoma es su grosor. El que se diagnostica más temprano es más fino y no da tantos problemas, pero en cambio, los melanomas más profundos, más gruesos, son los peligrosos. Ese trabajo estaba centrado en pacientes mayores de 70 años que han tenido un melanoma que llamamos grueso, de más de cuatro milímetros de espesor y ganglio centinela negativo, es decir, sin metástasis –en estos casos una de las pruebas que se hace es la biopsia del ganglio centinela–. Es una población muy concreta. En este grupo lo que sí que vimos es que la edad es un factor pronóstico en melanoma. Sabemos que las personas mayores por un lado, tienden a tener melanomas que se diagnostican más tarde, digamos que un melanoma del mismo grosor en una persona mayor tiene un peor pronóstico que en una persona joven. Esto en parte se debe a que el sistema inmune de la persona mayor va también envejeciendo.
P.- Dirige cursos de actualización para otros profesionales, por eso, tal vez podría contarnos si ha habido algún avance con respecto a la conclusión del estudio –antes mencionado– en el que decía que 'debería tenerse en cuenta en el futuro, que este tipo de pacientes (mayores de 70 años con melanoma grueso, pero sin afectación ganglionar) puedan recibir tratamiento adyuvante, limitado ahora para pacientes con un estadio superior'.
R.- Sabemos que los melanomas gruesos, aunque no tengan afectación del ganglio centinela, tienen relación con melanoma agresivo y que probablemente esté muy justificado dar tratamiento adyuvante. Los tratamientos adyuvantes son fármacos que ayudan a nuestro sistema inmune a reconocer algo extraño y combatirlo. De hecho, se utilizan en otros estadios de melanoma e incluso nosotros creemos que en esta población estaría justificado.
¿Qué pasa? Con más frecuencia, nos encontramos con más melanomas en personas mayores por el propio cambio demográfico pero los ensayos clínicos, donde se prueban estos fármacos, no incluyen a esta población. Nos encontramos con este hándicap. Se trata de una población que cada vez veremos más pero no tenemos tan estudiada y nos hemos de poner las pilas. Llevo dedicándome al melanoma 14 años y cuando yo empecé, el listado de edad de los pacientes, era más joven.
La población mayor nos preocupa y nos ocupa porque cada vez la vemos más. Por este motivo, hay que aprender a flexibilizar las guías y no quedarse solo con la edad, no debería ser no es el único factor, de hecho, hoy en día, se aboga por intentar incorporar escalas de valor funcional, del estado de la persona. A esto se está tendiendo. También sería interesante incorporar a la figura del geriatra, que haga una valoración global, no solo oncológica, y valoren los pros y los contras a la hora de decidir si tratar o no al paciente mayor.
P.- La aplicación de la Inteligencia Artificial, la dermatoscopia digital, la realidad virtual, ¿son herramientas que pueden ser aliadas para detectar o predecir esta dolencia?
R.- Nos hemos de aprovechar de estas cosas para trabajar mejor y optimizar nuestro trabajo. Con estas herramientas se pueden optimizar las vías de derivación. Por ejemplo, hoy en día, con la Teledermatología se puede enviar lesiones sospechosas a un dermatólogo desde la consulta de Atención Primaria, que pueda hacer cribaje.
En un futuro, yo creo que este dermatólogo o el médico de cabecera tendrá el apoyo de la Inteligencia Artificial para juzgar esto. Ya hay varios grupos que están trabajando en esto pero aún está en sus inicios.
P.- Y ¿qué medidas preventivas recomendaría?
R.- La prevención sería la fotoprotección. Pero no debemos entenderla solo con el uso de cremas de protección solar. Es una actitud más global que incluye proteger cabeza y rostro con gorros o sombreros; gafas de sol; la propia ropa, el protector solar tópico y buscar la sombra en las horas centrales del día.
Esta rutina lo prolongaría desde mitad de la primavera a principios de otoño. Es verdad que las personas mayores tienen el riesgo de un déficit de vitamina D pero en nuestras latitudes con poca radiación solar ya es suficiente para recibir el aporte necesario y si necesitamos más, tenemos suplementos sin necesidad de comprar boletos para tener cáncer de piel.