Uno de los ámbitos más destacados de la Podología es la Quiropodia, “una atención podológica sanitaria que trata todo tipo de alteraciones ungueales y dérmicas”, explica Borja Pérez. Se trata del cortado y saneado de las uñas y revisión de posibles infecciones, así como del estado vascular del paciente.

Por supuesto, los casos más graves de intrusismo, que se tipifican penalmente, son aquellos que se hacen pasar por podólogos como tales sin serlo, pero desde el ámbito de la estética y la peluquería, muchos profesionales se extralimitan durante las pedicuras (es decir, la pura estética). Pérez defiende que “si hay algún tipo de dolor, anomalía anatómica o algún signo distinto a la normalidad, estos profesionales no tienen competencias formativas para tratarlas, por lo que deberían derivar al paciente a un profesional sanitario”.

Por otro lado, una clínica de Podología “garantiza todas las condiciones de seguridad que debe tener un centro sanitario en materia de esterilización y desinfección de los instrumentos”, entre otros muchos requisitos de los que muchos centros de estética pueden carecer.

“El intruso es una lacra social y tenemos problemáticas como que, a nivel jurídico, las descripciones son laxas”, concluye Pérez tajantemente.