domingo, 22 diciembre 2024
InicioNacionalLa Fundación Pilares profundiza en la situación actual y el papel de los cuidados

La Fundación Pilares profundiza en la situación actual y el papel de los cuidados

El estudio de la entidad apunta a la necesidad de impulsar un ecosistema de cuidados integrados en la comunidad, priorizando la permanencia en el domicilio y la inclusión comunitaria de las personas mayores que requieren apoyos, sin descuidar el fortalecimiento de recursos destinados al apoyo de las familias cuidadoras

El Círculo de Bellas Artes de Madrid acogió recientemente la jornada ‘Cuidados familiares y cuidados remunerados a personas mayores’, organizada por la Fundación Pilares y que contó en su inauguración y clausura con representantes institucionales del Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, que acompañaron a la presidenta de la entidad, Pilar Rodríguez, y al equipo de investigadores que han participado en la elaboración de los estudios cuyos resultados se presentaron en este encuentro.

Durante la inauguración, Rodríguez indicó que los resultados de las investigaciones desarrolladas por Fundación Pilares conectan plenamente con los objetivos de la Estrategia Estatal de Cuidados en la que se prevé, no solo mejorar la calidad de vida de quienes precisan apoyos y cuidados, sino también la de las familias cuidadoras y la de quienes se dedican profesionalmente al trabajo de cuidar. Para ello, dijo: “es necesario conocer de primera mano las situaciones en las que se presta el cuidado y las necesidades y demandas que tienen las personas cuidadoras. Y ese ha sido el objetivo de nuestras investigaciones: que ayuden a la hora de tomar decisiones para que el cuidado sea más reconocido y se incremente la corresponsabilidad que ya se apunta entre hombres y mujeres, entre familia y servicios profesionales”.

La conferencia inaugural estuvo a cargo de Mª Ángeles Durán, catedrática de Sociología y Premio Nacional de Investigación en Sociología, que volvió a insistir, como lleva años realizando en sus estudios, en la necesidad de visibilizar el valor de los cuidados familiares. La experta señaló que “uno de los problemas con los que nos encontramos cuando queremos aprobar una ley a propósito del cuidado, es que esta palabra es tan común, tan corriente que, pese a que ha formado parte de la agenda política en las últimas décadas, no tiene suficiente vocabulario, ni suficiente teoría detrás”. Esto supone, dijo, una barrera para la legislación y las políticas públicas, en gran medida, porque “usamos la palabra cuidado para cosas tan distintas, por lo que, lo primero que necesitamos es un vocabulario claro que nos diga exactamente qué quieren decir esas palabras”.

La catedrática concluyó que el papel del Estado ha sido determinante en las últimas décadas en este ámbito. En sus palabras, “tradicionalmente los cuidados estaban encerrados en el ámbito privado, sin embargo, después de 2006 llega a España la Ley de Dependencia, una de las leyes más importantes de este país. Esta ley dice que un problema que tradicionalmente era privado y que había que resolverlo en casa –como, por ejemplo, tener una madre con Alzheimer–, ahora es un problema social y tenemos que resolverlo entre todos”.

En la jornada se presentó, asimismo, una panorámica de gran interés sobre la situación de las personas cuidadoras remuneradas, en su inmensa mayoría mujeres inmigrantes. Marcela Bahamón, Rafaela Pimentel, y Darenka Vergara ofrecieron su visión sobre la necesidad de dignificar y garantizar derechos a estas trabajadoras y ofrecieron también un avance de resultados del estudio que sobre ellas desarrolla en la actualidad la Fundación Pilares. En esta mesa se destacó la necesidad de visibilizar las situaciones precarias en las que estas mujeres comúnmente realizan sus trabajos. Igualmente, contaron las ventajas que tiene la organización tanto para empoderarse sobre los derechos de las trabajadoras como para formarse y, así, poder desarrollar mejor sus funciones como cuidadoras remuneradas.

El encuentro continuó con la presentación a cargo de la catedrática de antropología Dolors Comas d’Argimir, que desarrolló un tema todavía desconocido en el ámbito de los apoyos y cuidados, como es la presencia de los hombres, que cada día, parece se incrementa en mayor medida. La experta centró su intervención en aclarar cuál es el papel de los hombres en los cuidados. Sobre esto destacó que, “en perspectiva, se ha incrementado el número de hombres que cuida pero ello no indica que los datos se hayan revertido, dado que las mujeres aún siguen cuidando en mayor medida que los hombres”. “Cuando se convive en pareja y a medida que aumenta la edad, hay más proporción de hombres que cuidan a las mujeres, que a la inversa”, añadió.

INVESTIGACIÓN

La jornada concluyó con la presentación del libro Evolución de los cuidados familiares a las personas mayores en España, que contiene los principales resultados de una amplia investigación de la Fundación Pilares para la Autonomía Personal, que se llevó a cabo mediante una encuesta de ámbito estatal con 1541 entrevistas a personas que cuidan de una persona mayor en España y un estudio cualitativo con grupos de discusión y entrevistas en profundidad a familias y profesionales del ámbito de la dependencia.

Además, en este estudio también se han analizado los cambios que se han ido produciendo desde 1995 hasta la actualidad en todo lo relativo a los cuidados que proporcionan las familias. Algunas de las características y cambios que se señalan en el libro son:

1. El hogar como lugar preferido para vivir y recibir cuidados en la vejez: se aspira a que estos se provean combinando los que presta la familia con los que se proveen desde los servicios profesionales. A la Administración le reclaman más apoyo financiero y más y mejores recursos que sean compatibles entre sí y que estén coordinados. Ante la expectativa de no poder seguir viviendo en la propia casa por situaciones graves de dependencia, como las demencias, se prefiere acudir, antes que, a casa de los hijos, a una residencia, si bien se prefiere que ésta sea pequeña, que tenga personal suficiente y preparado y una atención de calidad. También se recogen otras opciones como las viviendas compartidas o las colaborativas (cohousing) y se imagina vivir en comunidad, con amigos/as y con profesionales que puedan prestar los apoyos necesarios, manteniendo la autonomía en la toma de decisiones que afectan a la propia vida.

2. Se ha comenzado a producir una mayor corresponsabilidad, tanto entre los diferentes miembros de la familia, con presencia no menor de hombres y de miembros de tercera generación (nietas y nietos), como con servicios públicos y privados, derivados del Sistema de Dependencia. Ante la insuficiencia de estos y siempre y cuando el perfil socioeconómico de las familias lo permite, se incorporan los cuidados en el hogar por parte de personas externas a través de una contratación privada, en su mayoría mujeres de origen migrante, algunas de ellas en situaciones administrativas de irregularidad y sin un contrato formal con las familias.

3. Los cuidados se prestan a diario en un 66% de los casos y el tiempo que invierte la familia se estima en una media de 34,3 horas a la semana, a lo que hay que añadir otras 17 horas que se dedican al cuidado por la ayuda externa que se recibe.

4. Persiste, no obstante, la feminización de los cuidados, al continuar siendo las mujeres las principales cuidadoras, si bien se han reducido los casos de cuidadoras únicas. Otro cambio significativo es que el perfil actual de las cuidadoras se aleja definitivamente de la figura de “ama de casa” con baja formación y son la inmensa mayoría las que están incorporadas desde hace años en el mercado laboral y cuentan con un nivel de estudios medio-alto. En cuanto a la edad de las personas cuidadoras, se ha incrementado el segmento de las mayores de 69 años (ahora son el 15%).

5. Los hombres se incorporan mayoritariamente al cuidado cuando finalizan su vida laboral, si se encuentran en situación de desempleo o cuando no existe una mujer cercana de la familia. Mujeres y hombres desempeñan diferentes funciones en el cuidado, siendo ellas las que invierten más número de horas y se ocupan de las tareas de mayor intimidad física, como el apoyo en las incontinencias o en la higiene corporal, y las que, además, son las principales gestoras del cuidado en el hogar

6. El binomio mujer-cuidadora sigue presente, y en él se atribuyen capacidades innatas para el cuidado a las mujeres, que desarrollan este rol en una suerte de don y contradón (economía moral del don), con lo que los mandatos de género, transmitidos a través de la socialización y la enculturación, así como la división sexual del trabajo, siguen vigentes, si bien la tendencia que ya se atisba es a la progresiva desnaturalización de este binomio.

7. Aunque los cambios sociales en los estilos de vida y la reducción del tamaño de los hogares están favoreciendo el distanciamiento de los antiguos modos de convivencia, persiste un porcentaje relevante (el 41%) de casos en que las personas mayores y sus cuidadoras conviven en el mismo domicilio, existiendo un 11,6% de situaciones en que las personas mayores rotan entre los domicilios de los hijos. Lo que sí produce una alerta que desde los servicios sociosanitarios debiera tenerse presente es que se ha doblado el número de personas mayores con necesidad de cuidados que viven solas, lo que advierte de los posibles casos de necesidad no bien atendida y de riesgo de soledad no deseada.

8. Los impactos en la calidad de vida de las personas cuidadoras y la ambivalencia de sentimientos. Las actitudes hacia el cuidado son actualmente más positivas y se detecta un mayor reconocimiento de su valor social y comunitario. Se denota un menor impacto negativo de los cuidados en las diferentes áreas de la calidad de vida de las personas cuidadoras (esfera laboral, salud y relaciones sociales), en comparación con las investigaciones de 1994 y 2004. El mayor impacto negativo que se expresa es el de la disminución de tiempo para sí, registrándose malestar entre los hombres al expresar emociones de frustración, mientras que entre las mujeres se manifiesta más el sentirse atrapadas, en especial por la pérdida de espacios de socialización con amistades y el disfrute de actividades de ocio y cultura.

9. Se establece una cuádruple tipología de personas cuidadoras: “satisfechas, plenas, frustradas y atrapadas”, que se deduce de la combinación de factores motivacionales y morales (valores y creencias, aceptación o rechazo del mandato de género, la calidad del vínculo afectivo, el reconocimiento social…) con variables socioeconómicas y características de la relación de ayuda (nivel de renta, grado de corresponsabilidad, severidad de la dependencia, intensidad en la frecuencia…).

10. La demanda de formación y servicios para el descanso de los cuidados se ha generalizado, produciéndose un vuelco en la percepción de las personas cuidadoras respecto a la convicción de que para cuidar de un familiar mayor no es preciso contar con formación y que cualquiera puede hacerlo bien. Contrasta esta demanda de las personas cuidadoras con la realidad de la escasa, y en muchos lugares nula, oferta de servicios de formación y de respiro para descansar de los cuidados, pese a contemplarse en la propia LAPAD como necesaria. Se considera, así, que esta es una de las áreas claras de mejora que debería ofrecerse de manera inmediata a las familias cuidadoras para que se sientan más apoyadas por los poderes públicos y reconocidas por el trabajo impagable que realizan.

El estudio de la Fundación Pilares concluye destacando una alineación entre los resultados obtenidos y la creciente convicción, compartida por organizaciones de personas mayores, familiares, la comunidad científica y las Administraciones públicas, sobre la necesidad de impulsar un ecosistema de cuidados integrados en la comunidad. Este modelo prioriza la permanencia en el domicilio y la inclusión comunitaria de las personas mayores que requieren apoyos, sin descuidar el fortalecimiento de recursos dirigidos al apoyo de las familias cuidadoras. Es imprescindible reconocer y cuidar a estas familias, cuya contribución sigue siendo insustituible en el ámbito de los cuidados de larga duración.

La jornada fue clausurada por la directora general del Imserso, Mayte Sancho, quien manifestó que el cambio del modelo desde la institucionalización, o desde las residencias, hacia una gestión comunitaria de los apoyos y los cuidados “tiene que tener un impacto social y el apoyo político y presupuestario necesarios para que sea efectivo a fin de mejorar las condiciones de vida de las personas mayores”.

Lo más visto

Más información