Pregunta.- Naciones Unidas invitaba a la acción local, hace dos años, a lograr la ‘Ciudad de los 15 minutos’. ¿Estamos ante un modelo que serviría para superar desigualdades sociales y fortalecer la cohesión e integración de todos los colectivos?
Respuesta.- La ‘Ciudad de los 15 minutos’ es una nueva versión de lo que en urbanismo llamamos ‘Ciudad de proximidad’, una ciudad que, entre otras cosas, nos acerca a los servicios para que nos desplacemos más andado y menos en coche. En buena parte es recuperar el modelo tradicional de ciudad que hemos disfrutado en España tanto tiempo, y que el otro modelo, el de los unifamiliares, los centros comerciales y el comercio electrónico han puesto en crisis. Es un modelo que no nos resulta novedoso porque nuestros centros urbanos lo suelen tener, al menos parcialmente. Ahora hay que focalizarlo en los barrios y las periferias, que es donde vivimos la mayoría y donde hay más necesidad de equipar e invertir para mejorar el entorno cercano de cada vivienda y de cada ciudadano.
P.- ¿Esta propuesta de regeneración urbana permitiría enfrentar un gran reto actual como es el envejecimiento de la población?
R.- Creo que, en efecto, puede ser un recurso muy relevante. Está por ver si este país tendría suficientes recursos para alojar en residencias, cuando nos hagamos mayores, toda la generación del baby boom. Se habla de alternativas como el cohousing, pero la idea de facilitar un envejecimiento activo en la vivienda de cada uno creo que es la mejor para las personas y, también, la más eficiente social y económicamente. Para ello, los ayuntamientos deben ofertar servicios de cuidados, y la propia ciudad debe ofrecer servicios a los mayores y redes de apoyo a una distancia caminable. Para el modelo de la ‘Ciudad de proximidad’ no son solo los servicios. Nuestras viviendas deben adaptarse y hacerse accesibles, las calles igualmente deben ser accesibles para todos, y además confortables frente al sol o la lluvia, con más sombra, bancos o fuentes, han de tener más seguridad ciudadana y con el tráfico, los patinetes, etcétera y ser mucho más agradables para disfrutar un rato fuera de casa cada día.
P.- Un elemento clave es la recuperación del tiempo mediante la proximidad. Entonces, ¿acercar los servicios esenciales a un entorno cercano repercutiría en una mejora de la calidad de vida de las personas?
R.- Parece evidente que disfrutar de más tiempo de calidad debería ser una prioridad. El teletrabajo, la telemedicina, etcétera, nos ahorran tiempo de transporte. La cuestión es en qué empleamos ese tiempo, ¿solo en pantallas, realidad virtual y redes sociales? La pandemia demostró la necesidad que tenemos de salir de casa y vernos con familiares y amigos, pero también de reconocernos como parte de una comunidad, que es lo que hacemos cada vez que salimos a la calle.
Sin embargo, parece que tendemos a olvidar lo importante que es esa pequeña felicidad cotidiana de la experiencia compartida de la ciudad. En realidad, el poder ver gente, salir a pasear, a sentarnos un rato en la calle o en una terraza, es un lujo que nos ofrecen nuestras ciudades en España, gracias a su densidad y servicios y gracias a nuestra cultura de encontrarnos en la calle. Es algo que los ciudadanos de otros países envidian y por lo que vienen a visitarnos.
P.- Se refería su impulsor, Carlos Moreno, a la necesaria evolución de las infraestructuras técnicas a infraestructuras sociales. ¿Estamos ante una nueva era de la arquitectura?
R.- El profesor Moreno ha relanzado algunas ideas de gran potencial. Una es esa de la infraestructura social. Puede sonar un tanto extraña, pero es simplemente que los equipamientos públicos como bibliotecas, centros culturales, polideportivos, etcétera, se utilicen más para construir comunidad, que podamos participar en su gestión para que sirvan realmente a nuestras necesidades. Y ese proceso, se aprovecha para conocernos y relacionarnos, para hacer comunidad o barrio.
Y otra idea, que llama Cronotopia, es que si los barrios no tienen suficientes edificios públicos, usemos mejor los que hay. El ejemplo son los colegios: aunque la gestión no sea fácil, ¿no será más eficaz y barato abrirlos al barrio por las tardes, cuando no se usan, como bibliotecas, salas de estudio o campos de deporte, que construir de nuevo esos servicios?
P.- ¿Cuál es el punto de inflexión para comenzar a hablar de modelos urbanos de proximidad en detrimento de los tradicionales?
R.- En realidad, como decía, creo que nuestro modelo tradicional es el de proximidad. Parece que las ciudades han sido siempre como son ahora, pero no. A partir de los años 60 del siglo pasado, casi todas las ciudades del mundo se tuvieron que adaptar al coche, en aras del progreso. Se construyeron scalextrics y túneles, se semaforizaron las calles, se cerraron los tranvías, se derribaron árboles y bulevares, se redujeron aceras, se transformaron las plazas en rotondas o se construyeron aparcamientos subterráneos hasta debajo de las plazas mayores. Y, por fin, en la pandemia nos dimos cuenta que necesitábamos mas espacio para las personas y no tanto para los coches. La alcaldesa de París usando las ideas del profesor Moreno fue la más valiente y lanzo la ‘Ciudad de los 15 minutos’ que está cambiando París pero hay inventariadas más de 1.000 actuaciones de este tipo por todo el mundo.