La acción vehicular de las asociaciones

“La contribución de las ONG ha sido clave en todo este proceso”. Vânia de la Fuente-Núñez, experta independiente sobre Envejecimiento Saludable y Edadismo y autora del libro La Trampa de la Edad destaca, para enfatizar ese papel fundamental, que “por ejemplo, Garop y el Comité de ONG sobre el Envejecimiento en Ginebra dieron apoyo a las negociaciones que tuvieron lugar en el 58° período de sesiones del Consejo de Derechos Humanos en el que se acaba de adoptar esta resolución. Muchas otras organizaciones como Age Platform Europe, BAGSO, Age International, HelpAge International, o la Federación Internacional sobre el Envejecimiento han sido también agentes imprescindibles en el camino que nos ha llevado hasta aquí”.
Aunque, actualmente, el proceso de redacción aún no está claramente definido, ni se ha determinado con exactitud el rol que desempeñará cada actor involucrado, se sabe que la labor de la sociedad civil, especialmente de las personas mayores y las organizaciones que las representan, seguirá siendo muy importante. “De hecho, la resolución las invita a contribuir de forma activa y constructiva a la labor del grupo de trabajo intergubernamental de composición abierta que estará a cargo de la redacción de la convención”, señala De la Fuente.
HelpAge International España ya se ha manifestado en este sentido: “Junto a otras asociaciones, seguiremos trabajando para garantizar que este proceso sea verdaderamente participativo. Es fundamental que las personas mayores no sean solo receptoras de la futura convención, sino también protagonistas en su diseño y elaboración”. Su objetivo es claro, que “esta convención se convierta en una herramienta efectiva para visibilizar, proteger y promover los derechos de las personas mayores en todo el mundo. Que contribuya a cambiar el enfoque de una visión asistencialista hacia una basada en derechos, donde las personas mayores sean reconocidas como sujetos plenos de derechos”.
Finalmente, desde HelpAge muestran su deseo de que “el proceso sea inclusivo, participativo y representativo, y que se logre construir un documento ambicioso, vinculante y transformador. Un tratado internacional que no solo proteja, sino que también empodere a las personas mayores y promueva una sociedad más justa e intergeneracional”, concluyen.