Las noticias de Gaza son abundantes, casi en exceso porque nunca son alentadoras. Sin embargo, sobre las personas mayores de la zona no abundan, por eso, nos hacemos eco del testimonio que recoge HelpAge International del doctor Yehia Abed, director de Operaciones de Juzoor for Health and Social Development, una organización no gubernamental palestina y miembro de la red mundial HelpAge. 

A sus 75 años, Abed ha sido testigo de más de 20 guerras, pero confiesa que nunca había visto nada tan terrible como la situación actual. “Con el apoyo crucial de organizaciones internacionales, como HelpAge International, ahora estamos supervisando 70 instalaciones médicas en refugios que se extienden desde el norte hasta el sur de Gaza”, y aunque son un salvavidas, es insuficiente: “Solo cubrimos el 5% de las necesidades de las personas mayores”. 

La escasez de alimentos ha provocado una desnutrición generalizada. “Soy un ejemplo vivo de ello”, afirma, “he perdido 20 kilos desde que empezó la guerra. El impacto de la desnutrición en las personas mayores es grave y sus posibilidades de recuperación son muy bajas”. 

La destrucción de Gaza significa que los servicios básicos como el agua y la electricidad son inexistentes. “¿Qué se puede esperar de una sociedad cuya infraestructura ha sido destruida por completo?”, se pregunta Abed. “La gente está perdiendo sus hogares, mientras que 32 hospitales y más del 60% de las escuelas han sido dañados o destruidos. No queda ni una sola universidad en funcionamiento y la atención médica primaria está paralizada. El empleo y los salarios son inexistentes en Gaza. Todo el mundo está confinado en refugios abarrotados, luchando por sobrevivir”. Y sin embargo, no pierde la fe: “La única solución es la política”.