Cuando vivir duele

Qué es exactamente el dolor y cuándo se cronifica
Según la definición de la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP), el dolor es una experiencia sensorial y emocional de carácter desagradable, producida por un daño real o potencial de los tejidos. A partir de aquí, explica la doctora Isabel Sánchez, directora de la Fundación Grünenthal y portavoz de la Plataforma Sin Dolor -que integran esta fundación y Fuinsa-, “podemos destacar algunas características importantes del dolor, como la percepción de una sensación desagradable y la repercusión emocional que le sigue”.
Al respecto, la doctora Sánchez destaca que para la mayoría de las personas el dolor es “simplemente una sensación desagradable y molesta”. No obstante, matiza, “cuando es un dolor agudo, su aparición alerta al organismo e indica que algo no funciona correctamente”. Por su parte, la cuestión se agrava si ese dolor se cronifica, es decir, deja de ser un síntoma para convertirse, en sí mismo, en una enfermedad. Los especialistas entienden que esta situación se da cuando el dolor “persiste más allá de un periodo establecido de entre tres y seis meses tras la lesión que lo ocasionó”. Es entonces cuando pasa a ser un problema sanitario, social y económico de calado.
Según la Guía de Buena Práctica Clínica en Geriatría “Dolor Crónico en el Anciano”, editada por la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), “el dolor crónico es un problema universal que tiene especial importancia en el anciano, ya que se asocia a enfermedades crónicas que aumentan con la edad”. En este sentido, la SEGG estima que entre un 50% y un 80% de la población mayor de 65 años presenta dolor. Esto, explica la directora de Fundación Grünenthal, lleva a “las personas mayores, así como muchos profesionales sanitarios, a creer que es normal padecer dolor a medida que nos hacemos mayores”.
Entre esas enfermedades que causan dolor crónico, las más frecuentes son las musculoesqueléticas, cáncer, isquemia arterial crónica, neuralgia postherpética o polimialgia reumática.
Pero a la aparición de dolor también contribuyen otras situaciones: “la mala forma física, la inactividad e inmovilidad son una causa frecuente de discapacidad y contribuyen a la aparición de síntomas depresivos e incremento del dolor. La pluripatología es la causa más frecuente de problemas, junto con la cronicidad de los procesos y con toda una serie de situaciones con repercusión social que rodean al anciano”, indica la doctora Isabel Sánchez.
El principal problema al que se enfrentan los afectados por dolor es no solo lo invalidante que puede llegar a ser en sí misma la patología, sino que muchas veces se llegan a sentir incomprendidos e infratratados. “La complejidad de la experiencia dolorosa, que no puede ser vista, ni definida, ni sentida por el propio médico que lo diagnostica, dificulta en muchas ocasiones que los pacientes se sientan entendidos por su familiares y amigos, así como por los profesionales sanitarios”, asegura Sánchez.
Es por ello que los especialistas ven enormemente positiva la inclusión del dolor en las políticas transversales del SNS, para favorecer la mejora de la experiencia asistencial a estos pacientes. “La valoración del dolor requiere de una historia completa del paciente, un examen clínico exhaustivo y la utilización de escalas de autoevaluación que permiten estimar la intensidad del dolor en un paciente y posteriormente dirigir adecuadamente su tratamiento”, recuerda la portavoz de la Plataforma Sin Dolor.
Tratamiento
Precisamente, es el tratamiento una de las cuestiones más complicadas en el abordaje del dolor en el anciano, pues “su experiencia dolorosa es compleja y multidimensional y requiere un manejo multidisciplinar”, explica la doctora Sánchez, que, en esta línea, sostiene que se deben incluir en el proceso terapéutico medios farmacológicos, rehabilitadores, psicológicos y sociales adecuados, corresponsabilizando al paciente en su tratamiento y, al marcarse los objetivos y las pautas de tratamiento, consensuarlas con él. A su juicio, y especialmente cuando se trata de un paciente crónico, un abordaje integral no puede olvidar los tratamientos no farmacológicos.
Al respecto, en su reciente Congreso Nacional, la Sociedad Española del Dolor demandó la implantación de programas asistenciales integrales que favorezcan la coordinación y continuidad asistencial de estos pacientes, al mismo tiempo que se demandó más formación en dolor para todos los profesionales involucrados en el abordaje del paciente mayor, particularmente los especialistas de Atención Primaria, por ser la vía de entrada de estas personas al sistema.
Para Isabel Sánchez, se está trabajando en el buen camino. “La mayor concienciación y sensibilización de nuestros profesionales sanitarios acerca de la importancia de un correcto abordaje del dolor, ha provocado un creciente interés por la formación en terapias para este grave problema sanitario. Sin embargo, aún existen desafíos en su abordaje”, asegura. Pregunta:
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