La salud está en el agua
Aunque no todos los mayores le prestan la atención que se merece, mantener una adecuada hidratación -especialmente con la subida de las temperaturas- es una parte indispensable del cuidado de la salud. Este colectivo bebe menos líquidos de los que su cuerpo necesita, una situación ante la que los profesionales lanzan la voz de alarma

En la sociedad actual se impone, cada vez más, la importancia de llevar una nutrición equilibrada y unos hábitos saludables, dos aspectos que inciden directamente en la prevención de determinadas enfermedades y en la mejora de la calidad de vida. Y es que el hecho de cuidar la dieta diaria es uno de los puntos que nadie debe dejar de lado, especialmente el colectivo de personas mayores, que es uno de los grupos más vulnerables a la hora de padecer ciertos trastornos. Dentro de la nutrición es necesario detenerse en una cuestión que muchas veces se pasa por alto y en la que, sin embargo, insisten mucho los profesionales médicos, especialmente con la llegada de las altas temperaturas: la importancia de la hidratación.
El aporte constante de líquidos es una necesidad para todos los grupos de edad, un hábito que se convierte, si cabe, en más indispensable en los mayores de 65 años ya que la deshidratación es una de las diez causas más frecuentes de hospitalización de estas personas. Los datos señalan que cerca del 97% de los mayores beben menos de lo necesario, un cifra que alerta de este problema considerado ya de salud pública. Pero se puede evitar si se tienen en cuenta los consejos de los especialistas en esta materia, que abogan por medidas preventivas mediante campañas informativas y de divulgación.
Causas y consecuencias
Desde el Observatorio de Hidratación y Salud (OHS) definen la deshidratación como 'una disminución de la cantidad de líquido existente en el organismo que provoca una falta de agua en el interior de las células, una situación que se produce cuando los líquidos ingeridos son menores de los que el cuerpo elimina'. La sudoración, las diarreas y la orina hacen que el cuerpo expulse cantidades de líquido que el organismo por sí solo no es capaz de producir, de ahí que precise ese aporte extra. Pero, ¿qué factores son los que contribuyen a este proceso de deshidratación? La disminución de la sensación de sed, los problemas de movilidad o la presencia de otras enfermedades, son sólo algunos de los motivos que derivan en que las personas mayores tiendan a beber menos de lo necesario.
El paso de los años provoca que el mecanismo de la sed –denominado de termorregulación- se vaya deteriorando, por ello este colectivo suele sentir esta necesidad de beber agua cuando ya tiene un importante grado de deshidratación. De ahí que se recomiende convertir el consumo de líquidos en un hábito regular y equilibrado –es decir, acorde con las necesidades de cada individuo-, aún cuando no se tenga sed. Al respecto, el doctor Jaime Rodríguez Salazar, vicesecretario de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) y del Servicio de Geriatría del Hospital de Leganés de Madrid, explica que 'la sed es una señal de alarma que nos avisa que hay que beber. No es saludable esperar a tener esta sensación, especialmente en las personas mayores, ya que puede pasar desapercibida'. Fundamentalmente, los especialistas se refieren a factores clínicos o médicos (entre los que se encuentran diversas insuficiencias, como las respiratorias, y el consumo de determinados fármacos); los funcionales (como los problemas de movilidad y mentales, en pacientes que sufren demencia) y los sociales.
Todo ello puede desencadenar unas primeras manifestaciones como sequedad de mucosas y piel, disminución de la cantidad de orina, estreñimiento, dolor de cabeza, calambres musculares, tensión baja, etcétera. Todos estos síntomas, que pueden incrementarse con el calor, son los que hacen saltar la señal de alarma. Lo más grave, en todo caso, es que este déficit de líquidos en el organismo lo es también, en consecuencia, de sales minerales, sodio y potasio, unas circunstancias negativas para el cuerpo humano, especialmente para el corazón, que bombeará menos sangre en cada latido y los músculos, en consecuencia, no recibirán el oxígeno que necesitan.
En situaciones extremas, si no se recibe el tratamiento adecuado, estos síntomas iniciales pueden ser causa de muerte entre un 40 y 70% de los casos de hospitalización. Además, esta falta de líquido contribuye al empeoramiento de algunas enfermedades.
Según las conclusiones del estudio sobre 'Hidratación y Rendimiento Cognitivo' dirigido por el doctor José Antonio Flórez, Catedrático de Ciencias de la Conducta de la Universidad de Oviedo, 'la hidratación influye en el buen funcionamiento del cuerpo y de la mente. El conjunto de procesos mentales que intervienen en la inteligencia y el pensamiento sufren alteraciones como consecuencia de la deshidratación. La memoria, el aprendizaje, la capacidad de atención, etcétera, pueden disminuir por la falta de líquidos, sobre todo cuando el cuerpo sufre pérdidas de más del 2%. Es conveniente, por tanto, mantener una adecuada hidratación a través de la ingesta frecuente y en pequeñas cantidades de líquidos, incluyendo además de agua, infusiones, refrescos, zumos, lácteos...'. Esta investigación concluye, en este punto, que la deshidratación afecta a nivel fisiológico pero también a nivel cerebral ya que 'con pérdidas de entre el 1% y el 3% de los líquidos corporales aumenta el tiempo de reacción y disminuye la memoria, la atención, la respuesta refleja, se producen alteraciones de la destreza y descoordinación, entre otras consecuencias'.
> Documento de la Segg
> 'Los mayores deben beber agua de forma regulada y pautada, asumiendo la ingesta de agua como si fuese una medicina más'
> El Observatorio de Hidratación y Salud apuesta por la concienciación
El aporte constante de líquidos es una necesidad para todos los grupos de edad, un hábito que se convierte, si cabe, en más indispensable en los mayores de 65 años ya que la deshidratación es una de las diez causas más frecuentes de hospitalización de estas personas. Los datos señalan que cerca del 97% de los mayores beben menos de lo necesario, un cifra que alerta de este problema considerado ya de salud pública. Pero se puede evitar si se tienen en cuenta los consejos de los especialistas en esta materia, que abogan por medidas preventivas mediante campañas informativas y de divulgación.
Causas y consecuencias
Desde el Observatorio de Hidratación y Salud (OHS) definen la deshidratación como 'una disminución de la cantidad de líquido existente en el organismo que provoca una falta de agua en el interior de las células, una situación que se produce cuando los líquidos ingeridos son menores de los que el cuerpo elimina'. La sudoración, las diarreas y la orina hacen que el cuerpo expulse cantidades de líquido que el organismo por sí solo no es capaz de producir, de ahí que precise ese aporte extra. Pero, ¿qué factores son los que contribuyen a este proceso de deshidratación? La disminución de la sensación de sed, los problemas de movilidad o la presencia de otras enfermedades, son sólo algunos de los motivos que derivan en que las personas mayores tiendan a beber menos de lo necesario.
El paso de los años provoca que el mecanismo de la sed –denominado de termorregulación- se vaya deteriorando, por ello este colectivo suele sentir esta necesidad de beber agua cuando ya tiene un importante grado de deshidratación. De ahí que se recomiende convertir el consumo de líquidos en un hábito regular y equilibrado –es decir, acorde con las necesidades de cada individuo-, aún cuando no se tenga sed. Al respecto, el doctor Jaime Rodríguez Salazar, vicesecretario de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) y del Servicio de Geriatría del Hospital de Leganés de Madrid, explica que 'la sed es una señal de alarma que nos avisa que hay que beber. No es saludable esperar a tener esta sensación, especialmente en las personas mayores, ya que puede pasar desapercibida'. Fundamentalmente, los especialistas se refieren a factores clínicos o médicos (entre los que se encuentran diversas insuficiencias, como las respiratorias, y el consumo de determinados fármacos); los funcionales (como los problemas de movilidad y mentales, en pacientes que sufren demencia) y los sociales.
Todo ello puede desencadenar unas primeras manifestaciones como sequedad de mucosas y piel, disminución de la cantidad de orina, estreñimiento, dolor de cabeza, calambres musculares, tensión baja, etcétera. Todos estos síntomas, que pueden incrementarse con el calor, son los que hacen saltar la señal de alarma. Lo más grave, en todo caso, es que este déficit de líquidos en el organismo lo es también, en consecuencia, de sales minerales, sodio y potasio, unas circunstancias negativas para el cuerpo humano, especialmente para el corazón, que bombeará menos sangre en cada latido y los músculos, en consecuencia, no recibirán el oxígeno que necesitan.
En situaciones extremas, si no se recibe el tratamiento adecuado, estos síntomas iniciales pueden ser causa de muerte entre un 40 y 70% de los casos de hospitalización. Además, esta falta de líquido contribuye al empeoramiento de algunas enfermedades.
Según las conclusiones del estudio sobre 'Hidratación y Rendimiento Cognitivo' dirigido por el doctor José Antonio Flórez, Catedrático de Ciencias de la Conducta de la Universidad de Oviedo, 'la hidratación influye en el buen funcionamiento del cuerpo y de la mente. El conjunto de procesos mentales que intervienen en la inteligencia y el pensamiento sufren alteraciones como consecuencia de la deshidratación. La memoria, el aprendizaje, la capacidad de atención, etcétera, pueden disminuir por la falta de líquidos, sobre todo cuando el cuerpo sufre pérdidas de más del 2%. Es conveniente, por tanto, mantener una adecuada hidratación a través de la ingesta frecuente y en pequeñas cantidades de líquidos, incluyendo además de agua, infusiones, refrescos, zumos, lácteos...'. Esta investigación concluye, en este punto, que la deshidratación afecta a nivel fisiológico pero también a nivel cerebral ya que 'con pérdidas de entre el 1% y el 3% de los líquidos corporales aumenta el tiempo de reacción y disminuye la memoria, la atención, la respuesta refleja, se producen alteraciones de la destreza y descoordinación, entre otras consecuencias'.
> Documento de la Segg
> 'Los mayores deben beber agua de forma regulada y pautada, asumiendo la ingesta de agua como si fuese una medicina más'
> El Observatorio de Hidratación y Salud apuesta por la concienciación