miércoles, 5 febrero 2025
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EDITORIAL

¿Para cuándo el fomento de las relaciones laborales intergeneracionales?

Desde que la crisis comenzara a hacer sus primeras manifestaciones, en 2007, hasta hoy, la tasa de desempleo entre los mayores de 55 años en España se ha cuadruplicado, pasando del 5,5% al 16,8%. Puede parecer ésta una cifra menor teniendo en cuenta los datos que afectan a otros colectivos, como los jóvenes menores de 25 años, cuya tasa de paro alcanza el 52,9% según el Eurostat, pero esta situación no debe hacernos perder de vista el drama social, económico y cultural que se esconde tras el desempleo del colectivo senior.
No nos malinterpreten. No se trata de confrontar generaciones ni de juzgar si es más dramático que un joven pierda su empleo o que lo hagan su padre o su tío, pero no hay mejor espacio que este periódico -siempre altavoz de las preocupaciones y demandas de los mayores- para poner de relieve esta situación, a la que hay que poner remedio cuanto antes. Porque el problema fundamental en esta cuestión no es tanto la tasa de mayores de 55 años que se van al paro -que también- como su reinserción laboral una vez que esto ocurre. Una sociedad moderna como la que se supone que queremos ser y que aspira a mantener su Estado de Bienestar intacto no puede permitir que el 67% de su población no activa, en el tramo de 55 a 65 años, sean parados de larga o muy larga duración.
Cabe preguntarse si es lo más acertado por parte de las organizaciones laborales prescindir, precisamente en momentos de dificultades, de los trabajadores que más pueden aportar a la compañía. Porque es en los últimos años de la carrera profesional cuando uno tiene ya el bagaje y el conocimiento del sector suficientes como para ser más competente y más eficiente que nunca en el desarrollo de su labor, sea ésta cual sea. Son estos empleados, además, los que aportan un mayor nivel de fidelidad a la empresa y los que mejor defenderán “los colores” de la compañía en la que han desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Bien es cierto que no son pocas las compañías -y esto lo sabemos todos, incluso el legislador, que nada hace al respecto- que han encontrado un filón en contratar a recién titulados o estudiantes en los últimos años de la carrera para becas de formación y contratos en prácticas que, en realidad, vienen a cubrir un puesto laboral días antes ocupado por un cotizante. Mucho más barato, desde luego, si lo único que se considera al valorar la rentabilidad del trabajo es el balance económico de final de año.
Es de Perogrullo afirmar que urge encontrar fórmulas para mantener a los mayores de 55 años en un mercado laboral exigente desde todos los puntos de vista. Uno de los últimos consejos de ministros presididos por Zapatero, hace justo ahora un año, aprobó un documento titulado “Estrategia global de empleo de las personas trabajadoras de más edad 2012-2014” que suponía la hoja de ruta para reducir el desempleo entre los trabajadores mayores de 55. No sé ustedes, pero desde luego este periódico no ha visto ningún resultado al respecto y, teniendo en cuenta los datos expuestos al inicio de este artículo, parece que la realidad es tal y como la percibimos. Ahondaba aquel plan en la promoción del reciclaje profesional y la formación y actualización permanentes; así como en incentivos a las empresas por mantener a estos trabajadores en plantilla, a través de descuentos en las cotizaciones sociales. Es un primer paso, desde luego, pero quizás convendría promover también un cambio de mentalidad en el tejido social que repercuta en las estructuras organizacionales. Existen ya experiencias a nivel europeo que abogan por preparar a las empresas para readmitir a profesionales mayores, creando puestos específicos para aprovechar el conocimiento y la experimentación de su trayectoria vital. Puestos inclusivos, que no compiten con la que algunos han dado en denominar “savia nueva”, sino que más bien se trata de aprovechar las destrezas propias de la edad para complementar el potencial de los que vienen por detrás. ¿Acaso no llevamos todo el año hablando de fomentar las relaciones entre generaciones? Pues el ámbito laboral debería ser uno de los pilares en los que sustentar esto.
Dirán ustedes que no están las empresas del país como para innovar e invertir en reestructuración organizacional. En realidad, no hay mejor momento que el actual.

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Redacción EM
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