Obesidad y cáncer en personas mayores: un vínculo preocupante

La obesidad es una enfermedad crónica recidivante que representa un factor de riesgo clave para diversas patologías, incluido el cáncer. Actualmente, se ha identificado una correlación con 13 tipos de cáncer, lo que la convierte en un problema de salud pública significativo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta el 9% de los casos de cáncer en mujeres y el 5% en hombres están directamente relacionados con la obesidad. De acuerdo con el informe Las cifras del cáncer en España 2025, elaborado por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), la obesidad es un factor de riesgo determinante. Adoptar hábitos saludables, como la actividad física regular, puede reducir hasta un 30% el riesgo de desarrollar cáncer de mama y colon. Además de aumentar la probabilidad de padecer la enfermedad, la obesidad puede favorecer su progresión y disminuir la efectividad de los tratamientos oncológicos.
El citado informe también destaca que el envejecimiento incrementa el riesgo de cáncer, lo que hace que la combinación de obesidad y edad avanzada sea especialmente preocupante. En adultos mayores con obesidad, la incidencia de cánceres hepatobiliares y genitourinarios es incluso superior a la de la población general. En el caso de mujeres en la postmenopausia con obesidad, el riesgo de desarrollar cáncer de mama, melanoma maligno y cáncer de endometrio también aumenta de manera significativa.
Este riesgo de desarrollar cáncer en personas mayores con obesidad se ve potenciado por la disfunción de la grasa que se acumula en la zona abdominal, el llamado tejido adiposo visceral, que genera inflamación crónica, altera la secreción hormonal y desregula el sistema inmune. La acumulación de grasa no solo almacena grasa, sino que también produce sustancias inflamatorias que pueden dañar el ADN y favorecer la proliferación celular anormal. En adultos mayores, este proceso es especialmente preocupante debido a la menor eficiencia del sistema inmunológico, lo que dificulta la detección y eliminación de células cancerosas.
Además, el tejido adiposo actúa como un órgano endocrino que segrega hormonas como la insulina y los estrógenos. En las personas mayores, un exceso de insulina puede estimular el crecimiento de tumores, mientras que niveles elevados de estrógenos, especialmente en mujeres postmenopáusicas con obesidad, aumentan el riesgo de cáncer de mama y endometrio. La exposición prolongada a estas hormonas contribuye al desarrollo de cánceres hormonodependientes.
Dado el fuerte vínculo entre obesidad y cáncer en la población mayor, es fundamental implementar estrategias de prevención centradas en la reducción de la grasa visceral. Adoptar hábitos de vida saludables, como una alimentación equilibrada y la práctica regular de actividad física, puede impactar, positivamente, en la calidad de vida y reducir el riesgo de cáncer en personas mayores.