lunes, 6 enero 2025
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ÁNGELA PATRICIA MOZO / MÉDICO ESPECIALISTA EN MEDICINA FÍSICA Y REHABILITACIÓN DEL HOSPITAL UNIVERSITARIO INFANTA LEONOR

“Podemos prevenir la fragilidad asociada al envejecimiento, lo primero es conocerla y diagnosticarla para poder abordarla de forma multidimensional”

Pregunta.- ¿Qué características definen la fragilidad en las personas mayores? ¿Cuál es el método más eficaz de medir esa fragilidad?

Respuesta.- La fragilidad en las personas mayores se define como un estado de vulnerabilidad que ocurre cuando las reservas fisiológicas y la función de varios órganos y sistemas disminuyen. Esto aumenta el riesgo de que estas personas respondan de forma desfavorable ante problemas de salud, ya sean agudos o crónicos, lo que puede llevar a discapacidad o dependencia. Por ejemplo, en un paciente frágil, la respuesta a una caída desde la propia altura puede resultar en una fractura de cadera con consecuencias de salud importantes para él y su familia. Existen diferentes herramientas clínicas para medir la fragilidad de las personas mayores en las que evalúan diferentes características, como la pérdida no intencionada de peso, la debilidad muscular, velocidad en la marcha, nivel de actividad física reducido, etcétera. Se recomienda la detección precoz de la fragilidad a todas los mayores de 70 años. Normalmente, la primera atención y el cribado lo realiza el médico de Atención Primaria, pero quienes mejor valoran la fragilidad son los médicos especialistas en Geriatría, mediante una valoración integral basada en el estado funcional, nutricional, otras enfermedades, polifarmacia y síndromes geriátricos. Sin embargo, todos los profesionales de la salud debemos ser conscientes y conocer al paciente frágil.

P.- ¿Cuáles son los principales factores de riesgo que derivan en fracturas en los mayores? ¿Se puede prevenir esa fragilidad?

R.- Existen numerosos factores de riesgo que derivan en fracturas en los mayores, unos asociados a la resistencia ósea y otros a las caídas. Entre los más importantes encontramos la edad, la baja densidad mineral ósea y una fractura por fragilidad anterior. Otros factores de riesgo asociados que se deben tener en cuenta son el tabaquismo, la ingesta de alcohol excesiva, la menopausia, tener un familiar de primer grado con antecedente de fractura por fragilidad (generalmente materno con fractura de cadera) y enfermedades/tratamientos que lleven a osteoporosis secundaria (hipogonadismo, menopausia precoz, tratamiento esteroideo, malabsorción, inmovilización, etcétera). Podemos prevenir la fragilidad asociada al envejecimiento, lo primero es conocerla y diagnosticarla para poder abordarla de forma multidimensional. La intervención que ha demostrado ser más efectiva es el ejercicio físico, no solo en la prevención, sino en su reversibilidad. Los programas con ejercicios de resistencia y aeróbicos realizados en grupo son los que han demostrado mejores resultados. Por lo que debemos animar a toda la población a aumentar su actividad física en compañía. Otra forma de prevenir la fragilidad es mediante la alimentación. La relación entre falta de músculo y fragilidad es muy clara, y el déficit de proteínas en la dieta favorece la fragilidad. Seguimos recomendando la dieta mediterránea rica en frutas y verduras, en calcio y vitamina D, asegurando 1gr/Kg de proteínas al día para disminuir la fragilidad y mejorar su pronóstico.Unidad de Coordinación de Fracturas

P.- La prevención secundaria se considera clave para evitar nuevas fracturas en sénior. ¿A qué se refiere?

R.- La prevención secundaria invita a identificar, estudiar, tratar y seguir a los pacientes que ya han presentado una fractura por fragilidad para evitar una segunda. Lo realizamos mediante la organización de todos los profesionales implicados en unidades de prevención de fracturas, cuyas siglas en inglés son ‘FLS’ (Fracture Liaison Service). Desde hace mucho tiempo conocemos que uno de los principales factores de riesgo de presentar una fractura por fragilidad ósea es haber tenido una previa. Por esto, los esfuerzos de la Organización Internacional de la Osteoporosis (IOF) se han puesto en estos pacientes mediante una iniciativa denominada ‘Capture the fracture’, establecida en 2012, que ha tenido mucho éxito a nivel internacional, y los hospitales nos hemos hecho eco para tomar las medidas oportunas en prevención secundaria. Una mujer puede presentar, por ejemplo, una fractura de muñeca a los 50 años, y si no se identifica como fractura por fragilidad puede padecer una fractura vertebral, húmero o tobillo a los 60-70 años y una fractura de cadera a los 80.

P.- ¿Cuáles son las innovaciones más relevantes tanto en la evaluación de las caídas como en las formas de intervenir?

R.- Yo creo que la innovación más relevante en este campo es que cada vez más sanitarios y organizaciones somos conscientes de la importancia que tienen las caídas como entidad propia en la población mayor, poner empeño y recursos en identificarlas a tiempo. Son la segunda causa mundial de muerte de personas mayores por causas accidentales. La estrategia más eficaz para la valoración y la prevención de las caídas es la evaluación individualizada de cada riesgo, tanto en el paciente como en su entorno, combinados con intervenciones dirigidas a reducir dichos riesgos. Con esto, se logra una disminución del 18% del riesgo y de un 43% en el número medio de caídas. La evaluación comienza calificando el riesgo de caídas en bajo, medio y alto. Se trata de preguntar al menos una vez al año a nuestros pacientes mayores si han presentado alguna caída en el último año, con qué frecuencia, características, contexto y qué consecuencias han tenido. Se recomienda preguntar además sobre mareos, pérdida de conciencia, alteración del equilibrio y si preocupa que afecte o limite sus actividades habituales. Tras esto, es necesario realizar una valoración objetiva de la marcha y el equilibrio. A las personas mayores con bajo riesgo de caídas se les recomienda educación sobre prevención de caídas y ejercicios. A aquellos con riesgo intermedio, además de lo anterior, se les debe ofrecer tratamiento de fisioterapia para mejorar equilibrio y fuerza muscular. Por último, a los de alto riesgo se les debe realizar una evaluación de riesgo de caídas más amplia y específica, identificando los factores de riesgo modificables y ofreciendo consejo personalizado. Además, se está investigando el uso de tecnología portátil, que llevaría el paciente, para valorar, detectar y prevenir caídas.

La Unidad de Coordinación de Fracturas del Hospital infanta Leonor trabaja de forma coordinada y multidisciplinar para detectar y evitar la fragilidad

 

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