Pregunta.- El proyecto ‘Hospital Amable para la Persona Mayor’ arrancó en 2018. ¿Cuáles son los pasos que se han dado hasta su presentación a finales de 2022?
Respuesta.- Efectivamente, el proyecto se puso en marcha en marzo de 2018 y son muchas las acciones que hemos desarrollado en estos años. Una de ellas fue conseguir la aprobación de la dirección del hospital, algo muy importante porque un proyecto de esta envergadura necesita el respaldo del centro. En segundo lugar, darlo a conocer en hospital; en los primeros meses hicimos sesiones en todos los servicios y las unidades de enfermería para explicar los objetivos y cómo se iba a materializar. Además, aprovechamos estos encuentros para detectar qué facultativos iban a ser los regentes del proyecto en cada unidad: cirujanos, internistas, endocrinos, etcétera.
Tras estos primeros pasos, entramos en materia. Por un lado definimos las líneas estratégicas, que son cuatro. La primera es una línea asistencial con tres puntos fuertes: prevención y detección del cuadro confusional o delirium; dos, prevención y detección del deterioro funcional asociada a la hospitalización; y tres, la detección del anciano frágil.
La segunda línea estratégica es la formación; la tercera, intervenir en las estructuras para hacer del hospital un entorno amable; y la cuarta, la implicación del paciente y sus familiares.
Tras definir la líneas estratégicas, establecimos las áreas de mejora que cada profesional de referencia había detectado en su servicio o especialidad, y diseñamos las acciones a llevar a cabo para conseguirlo. Y a continuación, con toda esta información, definimos objetivos a corto, medio y largo plazo.
También hemos impartido mucha formación sobre estas líneas estratégicas: un curso anual para el personal del hospital, el año pasado hicimos la primera jornada externa de formación, y hemos realizado sesiones formativas en todas las unidades de forma continuada.
Por otro lado, como apunté anteriormente, hemos puesto en marcha una acción muy importante para el desarrollo de este proyecto y que es una de las líneas estratégicas: el Código Delirium.
Otras acciones que hemos desarrollado son algunas reformas estructurales, aunque han sido pequeñas, porque en este hospital muchos espacios ya estaban adaptados. Y, por supuesto, hemos definido los indicadores que nos permitan evaluarnos para saber si lo que hacemos está bien y para seguir mejorando, y hemos pasado encuestas a los pacientes mayores y a los profesionales para saber si estamos trabajando bien.
P.- Uno de los pilares en los que se sustenta este proyecto es conseguir que el equipo profesional esté implicado en la situación particular de las personas mayores cuando ingresan ¿Cómo se consigue un equipo concienciado con esa atención personal?
R.- Este es un punto clave. Se necesita un gran equipo convencido de este proyecto para que sacarlo adelante. Esto se consigue, en primer lugar, a través de la formación, pero también escuchando y teniendo en cuenta la opinión de los profesionales del hospital que son quienes conocen las necesidades de cada área; por eso este proyecto es horizontal, se realiza entre todos.
Otro aspecto importante para el éxito de esta iniciativa es establecer esos profesionales referentes de los que hablé antes, que velan en cada servicio y en cada unidad por mantener activo el interés por mejorar la atención a los mayores.
P.- ¿En qué medida afecta la estructura y el entorno a la salud física y psíquica de las personas mayores en el hospital?
R.- La estructura es tan importante que, en función de ella, se puede conseguir que una persona sea independiente para las actividades de la vida diaria o sea dependiente. Los baños adaptados, las camas, todo esto da autonomía a los pacientes. También es muy importante que haya luz natural, ya que mejora el estado de ánimo.
Es decir, la misma persona puede ser autónoma o dependiente en función del entorno en el que esté.
P.- ¿Cuáles son las principales necesidades de las personas mayores cuando ingresan en Urgencias?
R.- La principal necesidad es que los profesionales seamos capaces de combinar una asistencia sanitaria rigurosa, que tenga en cuenta sus necesidades, con evitar males mayores, es decir, entorno confortable, que estén acompañados. Con esto me refiero a que debemos tener en cuenta no solo la enfermedad por la que ha acudido el paciente a urgencias y sus características particulares, sino también conseguir que el entorno sea amable, que no haya ruido, que no se desoriente, no inmovilizarle, etcétera.
P.- ¿En qué consiste el ‘Código Delirium’ que es tan importante en el proyecto Hospital Amable?
R.- El delirium es un síndrome geriátrico que tiene muchas causas y es prevalente en las personas mayores que están en el hospital, especialmente en las Unidades Quirúrgicas, en Urgencias y en Unidades de Críticos. Atender este síndrome es fundamental, hasta tal punto que si no se aborda correctamente, se puede multiplicar por dos el riesgo de mortalidad durante un ingreso, y además aumentan las complicaciones médicas, el deterioro funcional, etcétera.
Pero lo más importante es que se puede prevenir; es un problema grave, pero con las herramientas necesarias, se evita. Esas herramientas son sencillas y no farmacológicas, solo hace falta un cambio de mentalidad de los profesionales. Es importante conocer qué es el delirium, cuáles son sus síntomas y las medidas a realizar.
En este sentido, en mayo del año pasado se implantó en este centro el ‘Código Delirium’, esto significa que es un proceso urgente y todos los profesionales saben lo que tiene que hacer. Hemos establecido un circuito muy bien definido, en el que es fundamental el papel de Enfermería, porque ellos hacen un test de cribado en todos los pacientes mayores de 65 años en Urgencias y en plantas de hospitalización, y si ese test sale positivo o indeterminado ponen una señal en el sistema informático para que el equipo código delirium –formado por un geriatra y una enfermera geriátrica- sepa que ese paciente puede presentar delirium. Cada mañana sacamos un listado de todos los pacientes con esa señal y de forma protocolizada revisamos los factores precipitantes y establecemos las medidas necesarias a poner en marcha. Si con eso es suficiente, perfecto, pero si la situación es más grave, el geriatra colabora con los médicos responsables para administrar la medicación necesaria.
P.- Respecto a la formación de los profesionales ¿Cuáles son los principales aspectos de la atención Geriátrica en los que hay más lagunas actualmente?
R.- El principal error es que aplicamos a las personas mayores los conocimientos y conceptos que los profesionales tenemos para el adulto joven. Estamos muy centrados en la enfermedad y no en la persona. Los pacientes mayores, por las propias características del envejecimiento fisiológico -el normal- van perdiendo algunas funciones en órganos y sistemas que provocan otros problemas cuando están hospitalizados, como la desnutrición o el deterioro funcional. Estos aspectos hay que atenderlos, por eso no se pueden abordar como adultos jóvenes, hay que hacer una atención global a esa persona mayor.
En este punto cobran especial importancia los síndromes geriátricos, que son las líneas estratégicas del proyecto, como el delirium, el deterioro funcional, etcétera.
P.- Recientemente, el Infanta Leonor recibió la acreditación GEDA (Geriatric Emergency Department Accreditation) en la disciplina Geriatría en el Servicio de Urgencias ¿Qué implica este distintivo?
R.- Esta acreditación es muy importante porque significa que estamos haciendo las cosas bien. Siempre es bueno que te evalúen positivamente desde fuera, porque significa que alguien externo reconoce ese trabajo que se está llevando a cabo. También supone un reconocimiento del trabajo conjunto que hacemos el servicios de Geriatría y el de Urgencias, que nos coordinamos en la atención a los mayores.
Y también supone un estímulo para seguir trabajando en esta línea.
-Puesto que los ingresos de las personas mayores deben ser evitables, siempre que sea posible, ¿cree que sería necesario formar y concienciar a las familias sobre cuando es importante acudir a urgencias y cuando no?
En general, las personas mayores cuando acuden a urgencias es porque realmente lo necesitan. Los mayores de 65 años suponen el 20% de los pacientes que acuden a urgencias y, sin embargo, son más del 50% los que terminan ingresados. Esto quiere decir que cuando acuden a urgencias es por un problema real. Por lo tanto, no es tanto formar a las familias sobre cuándo acudir al servicio de urgencias -porque esto ya lo hacen bastante bien-, sino que la clave está en facilitar la atención en domicilio de los pacientes mayores cuando sea posible.
En el Infanta Cristina tenemos también un proyecto en este sentido, se llama ‘Hospital sin Paredes’, y lo que promueve son herramientas para que, siempre que sea posible, prestar una atención adecuada a los pacientes mayores en su hogar.
P.- Para finalizar, desde su experiencia ¿cuáles son los pasos que habría que dar para prestar una correcta atención a los mayores en nuestro país?
R.- El mayor déficit que hay actualmente en la atención sanitaria es el cambio de mentalidad, pero no solo de los profesionales sanitarios, también de los gestores y de los responsables políticos. Lo que se puede conseguir con dinero, es decir, un microscopio, un nuevo quirófano, una sala de rehabilitación,… esto es sencillo de implantar, pero de lo que estamos hablando ahora es de una correcta atención sanitaria a las personas mayores y para eso se necesita, como dije al principio, un cambio de mentalidad, y eso cuesta trabajo y esfuerzo. En el Infanta Leonor, aunque esté mal que lo diga, llegué a la conclusión de que la evidencia científica demostraba los beneficios de hacer las cosas de forma correcta y siempre pensando en el bienestar del paciente mayor.
Por lo tanto, hace falta liderazgo, que haya respaldo por parte de la dirección del hospital y, fundamentalmente, el giro debe ir dirigido a ser proactivos con los mayores, es decir, adelantarnos a los problemas, no esperar a que lleguen. Por tanto, si ponemos las medidas necesarias para prevenir los síndromes geriátricos como el delirium o el deterioro funcional, obtendremos resultados positivos.
En definitiva, tenemos que centrarnos en la persona mayor, no en la enfermedad, y para ello es necesario que los principios de la medicina geriátrica impregnen la atención de todos los mayores, estén atendidos por un especialista u otro.