martes, 18 marzo 2025
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Más allá del cuidado

Los cuidadores reclaman el reconocimiento a su trabajo y el acceso a la formación, un paso indispensable para poder garantizar la excelencia en la atención y la mejora de la calidad de vida de la persona atendida
Cerca de dos millones y medio de personas mayores sufren algún tipo de dependencia que les hace necesitar el cuidado de otra persona, habitualmente un familiar, para desarrollar sus actividades básicas -como levantarse y acostarse, asearse, vestirse o comer- e instrumentales o de acompañamiento -tareas domésticas, hacer la compra, ir al médico, acceder al transporte público, etcétera-.
El cuidador es, en definitiva, una figura esencial para fomentar la autonomía personal que al unísono reclaman desde todos los sectores implicados en la atención a los mayores. Sean profesionales o familiares -pues la mayoría huye del término ‘informal’-, este elemento clave en la atención a los dependientes pide a gritos el reconocimiento que merecen y el compromiso de apoyo por parte del sector público y privado.
Conscientes de esta realidad, la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) decidió, el pasado 5 de noviembre, instaurar el Día del Cuidador, una causa para la que contó con el respaldo de Lindor Ausonia. Sensibilizar a la sociedad sobre esta realidad y llamar la atención en lo que respecta a las necesidades de este colectivo para motivar que se aporten más recursos, fueron los objetivos con los que se desarrolló esta incitativa que esperan que se declare también en el ámbito europeo e internacional.
En palabras de la vicepresidenta de esta sociedad científica, Pilar Rodríguez, se trata de “hacer un reconocimiento social a las familias por el papel tan decisivo que cumplen en la atención a las personas que requieren atención y cuidados de larga duración. Si no fuera por el esfuerzo de solidaridad y entrega que se realiza en el seno de las familias, sobre todo a costa de las mujeres, habría muchas más personas en situación de desamparo. Y si llegara a producirse una sensible retirada del apoyo familiar, satisfacer la demanda sería inasumible para los poderes públicos, tal como han estudiado expertos y organismos internacionales, que recomiendan apoyar de manera más decisiva a las familias para motivar que continúen cuidando y evitar su claudicación”.
Comprometido con este apoyo también está el equipo de UNIR Cuidadores, una empresa de intraemprendimiento impulsada por la Universidad de La Rioja y que plantea sus objetivos con un claro fin social: mejorar la calidad de vida de los cuidadores -familiares y profesionales- de personas mayores, con discapacidad o dependencia.
Una parte sensible de este colectivo son las mujeres, pues suponen el 85% de los cuidadores. “Ellas están más expuestas que los varones a los efectos negativos que origina el cuidado. Por una parte, porque muchas veces son cuidadoras únicas y el hecho de asumir toda la carga a sus expensas les obliga, por ejemplo, a renunciar a su trabajo o reducir su jornada laboral. También experimentan en mayor medida renuncias a su vida relacional y de ocio, y otro tipo de consecuencias adversas relacionadas con un deterioro de su salud, desde problemas osteoarticulares hasta frecuentes procesos de depresión”, explica la vicepresidenta de la SEGG. Estos perjuicios, continúa Pilar Rodríguez, “se traducen en una renuncia a otros aspectos esenciales y en una merma de sus recursos económicos en la jubilación cuando, a causa del tiempo dedicado a dichos cuidados, se han reducido las carreras profesionales y los periodos de cotización a la Seguridad Social”.
Prestar una atención adecuada debe ser el primer paso para garantizar la calidad de vida de ese mayor que lo necesita. Y ello implica, entre otras cuestiones, que el estado emocional del cuidador sea el adecuado para dominar aquellas habilidades para comprender al mayor, tranquilizarlo, ayudarle, pero dejándole autonomía, transmitirle un buen estado de ánimo, etcétera.
En la misma línea que estos apoyos, las asociaciones, sociedades científicas y los profesionales en general coinciden en la importancia de cuidarse a uno mismo durante el desarrollo de esta labor.

Preparados, listos... ¡Ya!
La formación de los cuidadores es uno de los retos imprescindibles que van implícitos en el abordaje integral del envejecimiento poblacional que estamos viviendo. El CEO de UNIR Cuidadores, Aurelio López-Barajas, explica que desde esta entidad cubren “una necesidad real, que es proporcionar formación; asesoramiento profesional, a través de una consulta o servicio de asistencia online; búsqueda de cuidadores profesionales especializados; trabajo; un recomendador de productos, servicios y aplicaciones de interés, así como información especializada sobre todo lo que rodea a los colectivos de mayores, personas con discapacidad o dependencia y, por tanto, de utilidad para todos sus cuidadores de habla hispana”.
En este tema también hace hincapié Pablo A. Barredo, uno de esos miles de ciudadanos que sabe lo que significa y lo que implica ser cuidador. Desde su blog “diariodeuncuidador.com” está luchando por algo que ha vivido en primera persona: “Las ayudas desde todos los ámbitos son insuficientes. Los cuidadores, con mayor urgencia, necesitan apoyo por parte de su entorno (familia, amigos), de la sociedad (vecinos, comunidad, sector sanitario y asistencial) y del Gobierno. La formación es clave. Un cuidador formado es un cuidador que se siente más preparado para afrontar su lucha diaria contra la enfermedad. Si formamos al cuidador, si le tendemos herramientas, si le apoyamos desde que llega el diagnóstico, vamos a mejorar su calidad de vida y, por ende, la del ser querido del que cuida”, explica este joven.

¿Se sienten respaldados?
Rotundamente, no. “La Ley de Dependencia se ha convertido ya en un insulto a enfermos, dependientes y cuidadores. Hasta que el Gobierno de nuestro país, sea del partido que sea, no tome consciencia de la gran epidemia que se nos viene encima, y de lo importante que es crear e implementar un Plan Nacional de Alzheimer y otras demencias, estamos abocados al desastre: económico, ético y humano”, señala contundente Pablo A. Barredo.
Por su parte, María C. Bajo, a cargo del cuidado de su madre enferma de Alzheimer desde hace 16 años, también se muestra clara ante la falta de apoyos. El expediente de su madre fue uno de los primeros de la Ley de Dependencia y, desde entonces, no lo ha tenido fácil. “No nos sentimos respaldados por el Gobierno. Avanzamos un poco con la Ley, pero ahora estamos retrocediendo. En mi caso, cuando solicité la dependencia me redujeron horas de ayuda a domicilio por incompatibilidades con centro de día y poco a poco han ido llegando más recortes, hasta el extremo de tener que pagar un alquiler mensual por la grúa y por la cama eléctrica desde el año pasado”. Y concluye señalando que “las ayudas son insuficientes”.
Por su parte, desde UNIR Cuidadores, López-Barajas añade que “el Estado no llega a cubrir todas las necesidades que los cuidadores necesitan. Consideramos que a través de iniciativas como la nuestra estamos logrando dar más visibilidad al trabajo que realizan y a que se reconozca su situación, además de proporcionarles recursos valiosos que procuramos que sean gratuitos o tengan el mínimo coste. Sin embargo, aún queda mucho por hacer tanto por parte de la Administración Pública como de las iniciativas privadas.

Nuevos horizontes
Sobre cómo mejorar esta protección hacia los cuidadores, Pilar Rodríguez apunta a que lo determinante es ofrecerles apoyo en forma de servicios, “para que exista un mayor reparto de los cuidados entre el cuidado profesional y el entorno próximo”. No hay que olvidar que este fue uno de los pilares sobre los que se levantó la Ley de Dependencia, es decir, favoreciendo la prestación de servicios sobre la económica. “Desde la SEGG creemos que no es una buena práctica la incompatibilidad que existe en muchos lugares entre prestaciones económicas y servicios. De hecho, en otros países de nuestro entorno entre los que tienen asegurado el riesgo de cuidados de larga duración, las personas pueden elegir, dentro de las cuantías establecidas normativamente, dedicar una parte a servicios (SAD, adecuación del hogar, productos de apoyo, etcétera) y otra parte a compensar el trabajo de cuidar (prestaciones económicas)”, comenta a entremayores la vicepresidenta de la SEGG.
Estudios recientes señalan que la sostenibilidad del sistema pasa, precisamente, por la coexistencia en un mismo entorno de autonomía para que el mayor y el cuidador puedan elegir los servicios que más se adapten a sus circunstancias. En resumen, un sistema flexible en el que la persona sea el eje de la atención.
Asimismo, para los casos en los que se opta por cuidar personalmente a un familiar, es conveniente recuperar la prestación que ahora se ha suprimido a cargo del Estado las cotizaciones a la Seguridad Social, “porque eso permite que el riesgo de pobreza en la vejez de quienes han dedicado buena parte de su vida a cuidar de las personas más frágiles, sea menor”, asegura Pilar Rodríguez.
Evidentemente, puede suceder que haya que recurrir a esta formación de forma inesperada, es decir, por un diagnóstico repentino, o por decisión propia, pues no hay que olvidar este puede ser un excelente generador de empleo al que no se le debe dar la espalda. El desarrollo de la Ley de Dependencia ya había evidenciado la demanda de perfiles profesionales de este tipo, una demanda que ha ido incrementándose a medida que se desarrollaba la norma. La obtención de títulos que acrediten la profesionalidad y continuar con la implantación de sistemas de calidad a todos los niveles son claves en este proceso.
El crecimiento del sector sociosanitario debe ser visto como una oportunidad para el empleo, tal y como recuerdan desde administraciones públicas y empresas privadas, pues en los últimos cinco años, a pesar de las circunstancias económicas, ha seguido una tendencia positiva que se sigue manteniendo -y continuará debido al progresivo envejecimiento, que irá engrosando la necesidad de atender a la dependencia.  Los proveedores de servicios son los demandantes de esos perfiles de cuidadores formados por lo que es determinante sensibilizar a la sociedad sobre la importancia de dicha formación.

>> Entrevista con Pablo A. Barredo, cuidador

>> Entrevista con María C. Bajo, cuidadora
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Marta S. Massó
Marta S. Massóhttps://entremayores.es/
Licenciada en Periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca. Cubre la información de nacional de entremayores y la edición de Galicia.

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