Las farmacias comunitarias reafirman su valor sanitario y social
Que España será uno de los países más envejecidos es una evidencia atendiendo al crecimiento progresivo de su población mayor de 65 años. Los estudios estadísticos sostienen que dentro de 25 años, el 30% de nuestra población superará esta edad. No es de extrañar que, de acuerdo a estas proyecciones demográficas, debamos contar con infraestructuradas preparadas para atenderles. Y es que este envejecimiento acelerado e imparable de la población ya es un desafío a nivel mundial que implica la adaptación de los sistemas social, sanitario y económico.
De todos ellos, y sin menoscabar la importancia de ninguno, atenderemos al sanitario como eje vertebredaor y garante del bienestar y calidad de vida de la población. Y precisamente para analizar la eficiencia y sostenibilidad de nuestro sistema sanitario es ineludible profundizar en el papel de la farmacia comunitaria como recurso esencial. “Es el primer punto de contacto de la ciudadanía con el sistema sanitario y una de las estructuras más capilares que existen: más de 22 000 farmacias repartidas por todo el territorio. Su papel no se limita a dispensar medicamentos; su verdadero valor está en la asistencia sanitaria continuada, en la prevención, promoción y educación de la salud a los ciudadanos y en la dispensación, indicación, seguimiento farmacoterapéutico y otros servicios a los pacientes”, expone Vicente J. Baixauli, presidente de la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (Sefac).
De la misma manera se expresa Jesús Aguilar, presidente desde hace más de diez años del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF). “La farmacia comunitaria desempeña funciones que resultan cruciales para garantizar la eficiencia y la sostenibilidad de nuestro sistema sanitario. El farmacéutico comunitario suele contar con una relación cercana con los pacientes habituales, por lo que no solo conoce toda la relación de medicamentos que se le han prescrito a un paciente, sino también otros medicamentos no sujetos a prescripción y otros productos relacionados con la salud que un paciente concreto demanda”, detalla para entremayores.
Como sostiene Baixauli, “en definitiva, el farmacéutico comunitario es un agente de salud integrado en la comunidad y el sistema sanitario”. Ante esto, es evidente que el papel de las farmacias resulte de gran trascendencia, ya no solo para la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud (SNS) a la que se refieren estos profesionales, sino para la optimización del gasto farmacéutico y la adherencia a los tratamientos.
Tradicionalmente, los ciudadanos han acudido a la farmacia, no solo a adquirir los medicamentos prescritos por el facultativo, sino a recibir orientación o consejo sobre su salud. Y es que la farmacia comunitaria es el punto de atención farmacéutica más cercano a la población, actuando como puerta de entrada al sistema sanitario.
UN ESLABÓN QUE CONECTA DISTINTOS SISTEMAS SANITARIOS
Como dato relevante recogido en el informe Estadísticas de Colegiados y Farmacias Comunitarias que cada año elabora el CGCOF, el número de farmacias comunitarias supera en un 70% al de centros de salud –una cifra que ha crecido en un 7% en los últimos 15 años– y en un 82% el de farmacéuticos a médicos de familia. El estudio del consejo concluye que estos datos sitúan a la farmacia y al farmacéutico como el recurso y el profesional sanitario más cercanos y accesibles de la Atención Primaria.
“La farmacia comunitaria es un eslabón que conecta distintos niveles sanitarios, y esta conexión debe reforzarse aún más. El farmacéutico es el profesional con un contacto más frecuente con las personas mayores, el que mejor conoce su situación de salud e incluso otros factores de la vida personal que pueden impactar en los resultados del tratamiento, por lo que su integración en la Atención Primaria es prioritaria para mejorar la eficiencia de nuestro sistema sanitario”, puntualiza el presidente del consejo general.
El papel de la farmacia comunitaria, como coincide Baixauli, es clave, “pero imposible de cumplir tal y como está estipulado el sistema retributivo de la farmacia. El mal llamado gasto farmacéutico no lo generan los farmacéuticos, pero la farmacia comunitaria podría contribuir de forma significativa a la optimización del uso de los medicamentos, que es la mejor manera de contener el gasto sin comprometer la calidad asistencial. Esta optimización no se puede realizar únicamente con la dispensación de medicamentos, son necesarios otros servicios que aborden problemas relacionados con los medicamentos como el seguimiento farmacoterapéutico, la revisión de tratamientos, la detección de duplicidades o interacciones, la educación sanitaria, la ayuda a la adherencia terapéutica, etcétera, que mejoran los procesos y los resultados en salud y reducen costes derivados de ingresos evitables o tratamientos inadecuados”. En otras palabras, concluye el presidente de Sefac, “la atención farmacéutica a través de la prestación de servicios profesionales farmacéuticos asistenciales es una inversión, no un gasto”.

MISIÓN Y RETOS DE LA ATENCIÓN FARMACÉUTICA
Desde Sefac resumen la función de la farmacia comunitaria como aquella que tiene una vocación de servicio hacia su comunidad, siendo el farmacéutico el profesional sanitario experto en medicamentos cuya labor es ofrecer una atención sanitaria integral al paciente en todo lo relacionado con el uso de fármacos –desde la dispensación de una receta médica hasta el seguimiento o control del tratamiento farmacológico–.
En este punto nos detenemos para entroncar con otra de las funciones en las que resulta protagonista el papel del farmacéutico comunitario: la atención a los pacientes crónicos. Derivado del envejecimiento de la población que se exponía anteriormente, en España han aumentado, por tanto, las enfermedades crónicas y degenerativas, lo que se traduce directamente en un aumento de las prescripciones de medicamentos y, asimismo, en la proliferación de tratamientos más largos que requieren un seguimiento. Desde el SNS estiman que la mitad de la población española sufre de alguna enfermedad crónica, y más del 70% de esos pacientes superan los 65 años, siendo muchos de ellos polimedicados.
La mejora en la adherencia a los tratamientos es uno de los puntos de intervención esenciales del farmacéutico comunitario pues, como recuerdan desde Sefac, cerca de la mitad de los pacientes con patologías crónicas no cumplen correctamente con su tratamiento farmacológico o lo abandonan. Más en detalle, la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que el 50% de los pacientes crónicos no cumple con las indicaciones médicas.
“Un abordaje multidisciplinar, en el que farmacia, profesionales sanitarios y servicios sociales trabajen de forma alineada, es clave para ofrecer una atención integral y de calidad a las personas mayores con enfermedades crónicas”, declara el presidente del Colegio Farmacéuticos de Asturias, Alfredo Menéndez, quien destaca, en primera instancia, “la actuación profesional del farmacéutico en cuanto al buen uso del medicamento de acuerdo a las necesidades clínicas y requerimientos individuales, la adherencia a los tratamientos prescritos, detección y prevención de efectos secundarios, de gran importancia en personas mayores y polimedicados; consejos nutricionales, de gran importancia en todas las edades pero, si cabe, aun más en personas mayores y educación sanitaria en general que dada la cercanía que aportamos puede tener un efecto mas inmediato”.
En pacientes con enfermedades crónicas, expone Jesús Aguilar, “sabemos que la adherencia al tratamiento puede ser un reto, y la falta de cumplimiento puede derivar en recaídas o complicaciones. En este sentido, los farmacéuticos pueden detectar estas faltas de cumplimiento y ofrecer información sobre la importancia de la adherencia, así como consejos para favorecerla”.
Como detallan los expertos, esta falta de adherencia a los tratamientos puede derivar, más allá de los problemas de salud obvios para el paciente, en un empeoramiento de su calidad de vida –pues pueden sucederse hospitalizaciones que podrían ser evitables– y, a la larga, en un aumento de la morbilidad y mortalidad, así como en un incremento de los costes sanitarios globales.
Por ello existen distintas maneras para mejorar esta adherencia a los tratamientos, que abarcan desde la dispensación de inicio –proporcionando Información Personalizada del Medicamento (IPM)– al Servicio de Adherencia Terapéutica –cuyo último objetivo es conseguir los resultados esperados del tratamiento–.
El presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos recuerda que “ante las potenciales dificultades que pueda presentar un paciente en el uso de su terapia, el farmacéutico identifica las causas y, mediante su intervención y en su caso en coordinación con otros profesionales sanitarios, colabora con el paciente para que siga las recomendaciones sobre el adecuado uso de los medicamentos y productos de salud, con los hábitos higiénico-dietéticos y/o el estilo de vida”. Y añade la importancia del Servicio de Reacondicionamiento de medicamentos utilizando Sistemas Personalizados de Dosificación (SPD): “Es otra prestación de gran valor que ofrece la farmacia. En este caso, el farmacéutico, utilizando sus competencias profesionales y previa autorización del paciente o su representante legal, en un acto posdispensación, revisa de forma sistemática la medicación para poder reacondicionar parte o todo el tratamiento en un dispositivo de dosificación personalizada, que entrega al paciente y verifica su utilización”, concluye Aguilar.
En este sentido, en el caso de las personas mayores, es recomendable que todo el proceso de adquisición de los medicamentos se realice en la misma oficina de farmacia, de manera que así se pueda realizar una valoración general del paciente. De igual modo, los profesionales reconocen que los sénior también demandan una atención específica –de trato más cercano, empático y de confianza– que puede ir desde la ayuda para la comprensión de los prospectos, la evaluación y reacción ante posibles efectos de la medicación, los consejos sobre la toma de la misma para evitar errores, etcétera. Todo un engranaje que solo se puede llevar a cabo impulsando la coordinación y comunicación entre todos los niveles sanitarios implicados. “Si queremos avanzar hacia un modelo de Atención Primaria más fuerte, resolutivo e integrado, es imprescindible fomentar una colaboración efectiva entre todos los profesionales sanitarios, incluyendo por supuesto al farmacéutico, profesional sanitario experto en el medicamento. Somos conscientes de que hay que dar un paso más en esta coordinación, hacia una atención integral e integrada, fomentando la comunicación y la colaboración entre los diferentes profesionales sanitarios, aprovechando, entre otras herramientas, el uso de las nuevas tecnologías”, argumenta el presidente del CGCOF.
Al hilo de todo ello, otra de las funciones en las que se ensalza el valor del profesional farmacéutico es la prevención. La farmacia es el único establecimiento sanitario que atiende tanto a ciudadanos sanos como enfermos, como apunta Baixauli. “Por ello, la prevención es, probablemente, uno de los ámbitos donde la farmacia comunitaria puede aportar más valor. Además, somos el recurso sanitario más accesible 24x7x365: ningún ciudadano necesita cita previa para acudir a su farmacia. Esa cercanía nos permite realizar actividades de educación sanitaria, promoción y prevención de la salud, cribados, y podríamos complementar la vacunación si se nos dejara como en muchos países europeos como Francia, Portugal, Italia, etcétera”. Y hace hincapié en que “si se nos integra plenamente en las estrategias preventivas, la farmacia comunitaria puede contribuir de forma muy eficaz a descongestionar el sistema sanitario y mejorar la salud de la población”.
Por otro lado, es pertinente puntualizar que estas funciones se vuelven todavía más esenciales en el ámbito rural, donde, como explica Aguilar, “no solo contribuye a la cohesión territorial y a reducir el impacto de la despoblación, sino que genera un notable retorno económico neto, que se ha estimado en más de 370 millones de euros anuales”. “En muchas ocasiones, el farmacéutico es el único profesional sanitario con una presencia permanente”, añade.
AGENTES ACTIVOS PARA DETECTAR POSIBLES CASOS DE SOLEDAD NO DESEADA
Las farmacias también desempeñan un papel esencial en un problema como es la lucha contra la soledad no deseada debido a su cercanía con los ciudadanos y, por tanto, por su potencial como agente activo en materia de prevención. Una muestra de este compromiso es la iniciativa emprendida por el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Asturias, que firmó en 2023 un convenio con la Fundación Municipal de Servicios Sociales (FMSS) para el impulso del distintivo ‘Farmacias Amigables con las personas mayores’ para la detección de situaciones de soledad no deseada entre el colectivo sénior de Gijón. “Nuestro principal compromiso es responder de forma cercana y eficaz a las necesidades de todas las personas mayores. Este distintivo refleja la confianza que depositan en nosotros, al ser la farmacia muchas veces su primer punto de contacto con el sistema sanitario. Queremos reforzar ese vínculo, ofreciendo un entorno accesible, empático y adaptado a sus necesidades”, explica Alfredo Menéndez, presidente del consejo asturiano.
Avanzando en la línea de esa primera acción, este año acaban de alcanzar el reto de crear una ‘Red de Farmacias Amigables’, cuyo objetivo principal es que los establecimientos integrados en esta red actúen como “agentes comunitarios de detección precoz, identificando posibles situaciones de soledad no deseada. Gracias a nuestro contacto diario y cercano con la población, especialmente con las personas mayores, podemos funcionar como una ‘antena social’ que ayuda a prevenir y derivar estos casos a los recursos adecuados”, destaca Menédez. “Las farmacias tienen una gran capacidad para servir como antenas informativas en coordinación con los servicios sociales para detectar situaciones de soledad. Somos conscientes de que las farmacias asturianas refuerzan su papel social y sanitario con la Red de Farmacias Amigables”, añade el presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Asturias.

En cuanto al protocolo que sigue el profesional de farmacia en caso de detectar una sospecha de algún caso de soledad, Menéndez comenta que actualmente está firmando convenios con la mayoría de los municipios de Asturias, y cada uno de ellos establece su propio protocolo de actuación. “No obstante, de forma general, cuando desde la farmacia se detecta un posible caso de soledad no deseada, se contacta telefónicamente con un trabajador social especializado. A partir de ahí, son los servicios sociales quienes valoran la situación y, si procede, activan el protocolo de seguimiento y apoyo, siempre respetando la confidencialidad y contando con el consentimiento de la persona afectada”, comenta.
Además, desde el colegio, su presidente recuerda que para alcanzar con éxito los objetivos planteados es necesaria una comunicación fluida entre las farmacias y los equipos sanitarios o de servicios sociales: “La coordinación y el trabajo en equipo son fundamentales. Gracias a la comunicación médico-farmacéutico que hemos puesto en marcha recientemente, hemos comprobado de primera mano lo importante que es colaborar de forma estrecha. Un abordaje multidisciplinar, en el que farmacia, profesionales sanitarios y servicios sociales trabajen de forma alineada, es clave para ofrecer una atención integral y de calidad a las personas mayores con enfermedades crónicas”.
Otras iniciativas nacionales aprovechan el potencial de las farmacias en la lucha contra la soledad, como es el ‘Proyecto Radars’ (Barcelona), ‘Farmacia Amigable’ (Guipuzkoa), ‘Madrid Te acompaña. Proyecto Antenas’ o el ‘Programa Viernes’ (Cantabria).
EL SERVICIO PÚBLICO DE SALUD MEJOR VALORADO
En su informe Actitudes hacia el Estado del Bienestar, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) revela que los españoles valoran con un 8,2 sobre 10 el servicio prestado por las farmacias, una nota que confirma su papel esencial y lo convierte en el servicio público de salud mejor valorado por los españoles.
“Es de justicia poner de manifiesto que la farmacia es reconocida y valorada por la sociedad como se refleja en sucesivos estudios. Es cierto que ahora falta un reconocimiento profesional que se consolide en la progresiva incorporación del farmacéutico y de la farmacia en las estrategias sanitarias de las distintas Administraciones. Incorporación de la que sin duda se beneficiarán tanto los sistemas sanitarios como, por supuesto, los pacientes”, concluye a entremayores Aguilar.
Por su parte, Baixauli apunta, y así hemos visto a lo largo de este reportaje, que “el valor sanitario y social de la farmacia comunitaria es evidente, pero falta que las Administraciones lo reconozcan formalmente, que nos integren de verdad en las estrategias de salud pública y que se nos dote de los instrumentos legales y profesionales necesarios para aportar todo nuestro potencial”.
Con ello, las miras del sector se dirigen hacia el refuerzo de la visión del farmacéutico comunitario como agente sanitario indispensable en el Sistema Nacional de Salud y en la sociedad, dando a conocer entre los ciudadanos los servicios que pueden ofrecer las farmacias en materias que hemos analizado a lo largo de estas páginas, como el control de la adherencia a los tratamientos y la mejora de la prevención y la atención a los pacientes crónicos.
