Idoia Mendia / Eurodiputada. Copresidenta del Foro Intergeneracional del Parlamento Europeo
Idoia Mendia: “Promovemos el diálogo entre generaciones como herramienta clave para prevenir divisiones y fortalecer la cohesión”
Pregunta.- Es la impulsora del recientemente presentado Foro Intergeneracional que, sin duda, supone un avance definitivo de cara a la construcción de una sociedad inclusiva para todas las generaciones. ¿Cuáles son los retos que se han marcado desde este grupo?
Respuesta.- Primero, quiero agradecer a entremayores por hacerse eco de la presentación y del trabajo que estamos desarrollando en el Parlamento Europeo con el Foro Intergeneracional. Es un orgullo comprobar que nuestras iniciativas llegan a la ciudadanía a la que representamos. Desde el Foro nos hemos marcado varios retos fundamentales. En primer lugar, apoyar la futura Estrategia Europea de Equidad Intergeneracional que está preparando la Comisión Europea, para garantizar que la equidad entre generaciones y la defensa de los derechos de las personas mayores se conviertan en un verdadero objetivo de la política europea.
También queremos reforzar el papel del Parlamento en la construcción de puentes entre generaciones y en la conexión de áreas de política pública tan esenciales como el empleo, la salud, los cuidados, la vivienda y la educación. Otro de nuestros compromisos es combatir la discriminación por edad –una de las formas de desigualdad más extendidas y menos abordadas en Europa– que afecta tanto a los jóvenes como a las personas mayores.
Defendemos políticas inclusivas, basadas en derechos, que garanticen el acceso a la sanidad, la protección social y la participación en la vida pública para todos. Promovemos además el diálogo entre generaciones como herramienta clave para prevenir divisiones y fortalecer la cohesión social, la resiliencia económica y la participación democrática. Asimismo, impulsamos que la Comisión Europea avance en la protección de los derechos de las personas mayores y en la lucha contra el edadismo, con la aspiración de que se elabore una futura Estrategia Europea para los derechos de las personas mayores. Finalmente, queremos fomentar la cooperación y el intercambio de buenas prácticas entre instituciones y sociedad civil para construir una Unión Europea que ofrezca servicios de calidad y accesibles, entornos y ciudades amigables con todas las edades, y mejores políticas de acceso a servicios de cuidados profesionales, de calidad y asequibles, tanto para las familias jóvenes como para las personas mayores que los necesitan.
P.- ¿Qué circunstancias –como por ejemplo los cambios demográficos– fueron concluyentes para la creación de este foro?
R.- Europa se encuentra en un auténtico punto de inflexión demográfico. Para 2050, casi el 30% de la población de la Unión Europea tendrá 65 años o más. Este cambio profundo impacta en los mercados laborales, los sistemas de pensiones, los cuidados de larga duración, la vivienda y la cohesión social. Hasta ahora, la acción de la Comisión Europea en esta materia ha sido limitada. Existen iniciativas importantes, como el Libro Verde sobre el Envejecimiento, la Estrategia Europea de Cuidados o las Recomendaciones del Consejo sobre cuidados de larga duración, pero siguen siendo pasos insuficientes. Las instituciones europeas y los Estados miembros no están aun plenamente preparados para responder a los desafíos –y también a las oportunidades– que plantea esta transformación demográfica. Además, el debate europeo ha tendido a fragmentarse: se habla del envejecimiento por un lado y de la juventud por otro, sin conectar los retos que ambas generaciones comparten.
El Foro Intergeneracional nació precisamente para llenar ese vacío y promover un enfoque más holístico e inclusivo ante los cambios demográficos y sociales, donde las políticas funcionen para todas las edades y no solo para un grupo determinado. Queremos impulsar una visión más positiva del envejecimiento y de la transición demográfica, entendiendo que pueden ser motores de innovación, creación de empleo y crecimiento económico, por ejemplo, a través del desarrollo de la llamada economía plateada. También buscamos contrarrestar los discursos populistas, especialmente de la derecha y la extrema derecha, que intentan enfrentar a las generaciones entre sí. Frente a esa visión de confrontación, defendemos que la cooperación entre generaciones no solo es posible, sino necesaria, y que muchos de los problemas que afrontan jóvenes y mayores son, en realidad, muy similares. Del mismo modo, queremos superar una visión del cambio demográfico centrada únicamente en la natalidad. Creemos firmemente que los desafíos demográficos deben abordarse desde una perspectiva progresista y de igualdad de género, promoviendo políticas que aseguren un reparto más justo de los cuidados, fomenten la inclusión de las personas migrantes y garanticen oportunidades para todas las personas, sin importar su edad.
P.- Afirmó en la presentación que este foro se ponía en marcha “en un momento político crucial”. ¿Cómo está transformando la realidad demográfica y sus cambios a Europa?
R.- El cambio demográfico no es un desafío del futuro: ya está aquí. Está transformando profundamente nuestros sistemas laborales, nuestras economías y nuestros modelos de salud, cuidados y servicios sociales. Es una realidad que ya está impactando nuestras vidas. Además, esta transformación está afectando a nuestras democracias y a la vida política europea, algo que a menudo se pasa por alto. El envejecimiento de la población y la evolución de las estructuras familiares y sociales están modificando las dinámicas de participación ciudadana, las prioridades políticas y la forma en que se construyen las mayorías. Por eso es esencial que no pensemos únicamente en el largo plazo, sino también en qué medidas concretas podemos poner en marcha ahora para garantizar que todas las generaciones puedan ejercer plenamente sus derechos sociales, económicos y democráticos. En este contexto, el potencial de la futura Estrategia Europea de Equidad Intergeneracional dependerá de su contenido real y de su nivel de ambición. Si se queda en una mera declaración de buenas intenciones, sin medidas concretas ni compromisos políticos claros, difícilmente servirá para dar respuesta a los desafíos que tenemos delante. Y si se centra solo en las generaciones jóvenes o en las futuras, dejando de lado a las personas mayores de hoy, perderá gran parte de su sentido.
Sin embargo, si la estrategia logra incluir de forma equilibrada a jóvenes y mayores, si aborda con seriedad la lucha contra el edadismo, y si consigue que la intergeneracionalidad se convierta en un principio rector de todas las políticas europeas —en ámbitos como la vivienda, la salud, el empleo, la movilidad o la participación democrática—, entonces podrá ser una herramienta muy valiosa. Nuestra esperanza es que se trate de una estrategia que mire de frente a los retos actuales –la pobreza, el acceso a la vivienda, los cuidados, la desigualdad intergeneracional o la participación en la vida pública– y que proponga respuestas políticas concretas y realistas, no solo pensando en las generaciones que serán mayores en el futuro, sino también en las que ya lo son hoy.
P.- Defender y avanzar en los derechos de las personas mayores es uno de los objetivos de este Foro. ¿Cómo materializarán este reto?
R.- El Foro Intergeneracional nace como un espacio de diálogo y cooperación entre distintos actores europeos: eurodiputados de diferentes grupos políticos, representantes de la sociedad civil, organizaciones internacionales y la propia Comisión Europea. Nuestro objetivo es crear un lugar de encuentro donde compartir ideas, buenas prácticas y experiencias, pero también ejercer una presión constructiva sobre las instituciones europeas y los Estados miembros para que refuercen su compromiso con los derechos de las personas mayores y con la equidad entre generaciones. Queremos pedir a la Comisión Europea que no se limite a impulsar una Estrategia de Equidad Intergeneracional, sino que dé un paso más y proponga también una Estrategia Europea específica para la Igualdad por Edad, que aborde de forma directa la discriminación por edad –el único tipo de discriminación que todavía no cuenta con una estrategia propia en la Unión Europea–. Por un lado, queremos avanzar en la lucha contra la discriminación por edad y en la promoción de la igualdad de trato, impulsando marcos europeos e internacionales que protejan los derechos de las personas mayores y combatan el edadismo en todas sus formas. Otro eje fundamental es el fortalecimiento de los sistemas de cuidados y de los servicios sociales, garantizando el acceso a cuidados asequibles y de calidad tanto para la infancia como para las personas mayores, y reconociendo el cuidado como una profesión esencial. Además, queremos abordar el problema de la soledad y la falta de participación social mediante soluciones comunitarias y digitales que reduzcan el aislamiento y fomenten la vida activa en comunidad. Del mismo modo, focalizarnos en políticas de vivienda e inclusión urbana que promuevan modelos de convivencia intergeneracional y faciliten el acceso a viviendas asequibles, adaptadas y accesibles. Y finalmente, defendemos que la transición digital y la participación democrática sean realmente inclusivas, asegurando que tanto las generaciones jóvenes como las mayores puedan beneficiarse plenamente de las oportunidades tecnológicas y participar activamente en la vida política y social. En definitiva, aspiramos a que el Foro se consolide como un verdadero motor de cambio, donde las ideas se transformen en propuestas concretas y donde la voz de las personas mayores ocupe el lugar que le corresponde en la construcción de una Europa más justa, solidaria e inclusiva para todas las edades.
P.- Promover la solidaridad intergeneracional como principio rector de las políticas de la Unión Europea es, tal y como explica, uno de los principios que guían su trabajo. ¿Considera que Europa todavía tenía una asignatura pendiente en este sentido?
R.- Sí, considero que Europa todavía tiene una asignatura pendiente en materia de solidaridad intergeneracional. En muchos ámbitos, tanto las personas más jóvenes como las mayores se encuentran en una situación de vulnerabilidad o exclusión, y ambas generaciones enfrentan dificultades para construir la vida que desean. Los jóvenes, por ejemplo, se ven atrapados en una realidad cada vez más compleja. En muchos países europeos —y especialmente en España— el acceso a la vivienda y la posibilidad de llevar una vida independiente se han convertido en un reto casi inalcanzable. Los salarios son bajos, los empleos precarios y el aumento del coste de la vida, especialmente de los alquileres, hace imposible ahorrar o planificar un futuro con estabilidad. A ello se suma que el mundo laboral sigue, en muchos casos, anclado en estructuras rígidas y poco adaptadas a las expectativas de las nuevas generaciones, que buscan trabajos más flexibles, con sentido y acordes con sus valores. Además, muchos jóvenes se enfrentan a la falta de reconocimiento y de oportunidades reales de responsabilidad, lo que genera frustración y desafección. Por otro lado, las personas mayores también sufren formas específicas de discriminación y exclusión. En el mercado laboral, con demasiada frecuencia se las considera “demasiado mayores” para adaptarse a los cambios o aprender nuevas competencias. Esto provoca que muchos pierdan su empleo y no logren reincorporarse, quedando durante años en el desempleo o viéndose obligados a jubilarse antes de tiempo, con pensiones insuficientes. Además, persisten estereotipos muy negativos sobre la vejez. Y, sin embargo, la brecha que a menudo se presenta entre jóvenes y mayores es, en gran medida, artificial. No existe realmente una división generacional, sino desigualdades socioeconómicas que afectan de forma distinta a unos y a otros. Por eso, lo que Europa necesita no es enfrentar a las generaciones, sino fomentar el diálogo y la cooperación entre ellas. Hace falta que la solidaridad intergeneracional deje de ser un concepto abstracto y se convierta en un principio vertebrador de todas las políticas europeas: desde el empleo y la vivienda hasta la educación, la salud y los cuidados.
P.- Entre otras cuestiones, destacó la importancia de reforzar la participación democrática de las personas mayores. ¿Por dónde cree que se debe comenzar esta tarea?
R.- Este es un punto absolutamente esencial, porque las personas mayores representan una parte cada vez más amplia de la población europea y, por tanto, tienen y tendrán un peso político creciente en el futuro. Su participación activa en la vida democrática es fundamental no solo por una cuestión de representatividad, sino también porque aportan experiencia, memoria colectiva y una visión de largo plazo que enriquece el debate público. Para reforzar esa participación, creo que el primer paso debe ser garantizar que las personas mayores puedan ejercer plenamente sus derechos como ciudadanos en un contexto cada vez más digitalizado. Hoy, gran parte del debate político y de la información circula a través de medios digitales y redes sociales, y muchas personas mayores aún encuentran barreras para acceder o desenvolverse con seguridad en estos entornos. Por eso es prioritario impulsar la alfabetización digital entre las personas mayores, asegurando que puedan usar la tecnología de manera útil, segura y autónoma. En paralelo, es importante luchar contra la desinformación, que afecta de manera especial a los grupos menos familiarizados con las herramientas digitales. Combatir las noticias falsas y garantizar un acceso fiable a la información es una condición indispensable para preservar la salud de nuestras democracias. Necesitamos ciudadanos bien informados y críticos, capaces de participar en el debate público y de resistir la manipulación de los discursos populistas, autoritarios o de extrema derecha.
P.- Estamos hablando mucho de edadismo en el último año. Puede la intergeneracionalidad contribuir a enfrentar este problema?
R.- Sí, estoy convencida de que la intergeneracionalidad es una de las vías más eficaces y enriquecedoras para hacer frente al edadismo. Cuando hablamos de discriminación por edad, solemos pensar casi exclusivamente en las personas mayores, y es cierto que ellas sufren con frecuencia estereotipos y actitudes excluyentes que limitan su participación en la vida laboral, social o cultural. Sin embargo, el edadismo también afecta a las personas jóvenes, a quienes a menudo no se les toma en serio, se les percibe como inexpertas o se les niega responsabilidad y credibilidad simplemente por su edad. En realidad, podríamos decir que, a lo largo de la vida, experimentamos el edadismo en distintos momentos y con diferentes formas: con más intensidad al principio y al final de nuestra trayectoria vital. Por eso es importante adoptar una mirada intergeneracional, porque nos permite entender el fenómeno de manera más completa, como un problema estructural que nos concierne a todos, y no solo a un grupo determinado.
La intergeneracionalidad, además, tiene un valor transformador. Permite crear espacios de encuentro y colaboración donde jóvenes y mayores descubren que lo que los une es mucho más profundo que lo que los separa. Cuando ambas generaciones trabajan juntas, se fortalece la cohesión social, se amplía la empatía y se generan alianzas más sólidas para impulsar cambios políticos duraderos y justos. También es una cuestión de perspectiva a largo plazo: los jóvenes de hoy serán las personas mayores del mañana, y los mayores de hoy fueron los jóvenes de su tiempo. Entender esto nos ayuda a ver que la lucha contra el edadismo no pertenece a una generación concreta, sino que es una causa común, un compromiso que debería guiar nuestras políticas, nuestras instituciones y nuestras relaciones sociales.
