viernes, 17 enero 2025
Inicio-A Fondo'El problema de la tecnificación sanitaria es que se haya instalado como un velo sobre la atención'

‘El problema de la tecnificación sanitaria es que se haya instalado como un velo sobre la atención’

Entrevista a Soledad Gallardo, directora gerente del Hospital Comarcal de Inca y ponente del congreso, sobre la humanización de los cuidados
Pregunta.- ¿Cómo cree que ha afectado a los mayores el uso de EPI por parte de los profesionales y el aislamiento? 
Respuesta.- Los meses del confinamiento y posteriormente las restricciones a las visitas y las reuniones familiares han supuesto una durísima prueba para los mayores. Tenemos que pensar que buena parte del soporte que se había tejido para garantizarles una calidad de vida suficiente se basa en asegurar la socialización: que la reducción progresiva de su autonomía no lleve aparejada un aislamiento social que incremente su vulnerabilidad.
Los símbolos principales de esta red de soporte a los mayores han sido (y son) la sanción del contacto y el acompañamiento, que son los elementos vertebradores de la socialización humana. Su drástica reducción ha provocado una pérdida del anclaje a la sociedad y como consecuencia, en muchos casos, esa soledad ha supuesto también una grave agresión a su reserva cognitiva.

P-. ¿Son la humanización y la tecnificación sanitaria términos opuestos o pueden, en cierto modo, convivir?
R.- Yo siempre comento que la humanización es un término muy manido, en boca de casi todos, pero que parece que es muy difícil definir más allá de algunas concepciones más o menos infantilizadas. 
En este sentido, para hacer un despliegue real de una rehumanización de procesos que permita neutralizar el impacto de la tecnología, debemos definir sin lugar a duda lo que queremos decir y convertirlo en elementos cuantificables.

P.- Dentro de esa tecnificación tiene mucho que ver la tecnología sanitaria, que considera que es necesario adaptar a las necesidades del paciente. ¿Cómo?
R.- La tecnificación en salud es absolutamente necesaria, sería una irresponsabilidad decir lo contrario: nos permite mejorar nuestra capacidad diagnóstica y de tratamiento y nos permite incrementar la capacidad asistencial hasta cotas impensables hace años. 
Sin embargo, el problema ha surgido cuando esa tecnificación necesaria ha ido instalándose como un velo sobre la totalidad de la atención a los usuarios y pacientes, oscureciendo lo que son procesos naturales y provocando un sesgo de comunicación entre profesionales y usuarios. 
Afortunadamente, desde hace años, hay corrientes de pensamiento dentro de los entornos sanitarios, que nos ayudan a recordar que la tecnología, aunque muy útil, es un artefacto en la comunicación y que debemos prestar una atención muy especial a la persona a la que atendemos, a su vivencia de la situación y a sus necesidades particulares y específicas.
Como ejemplos, recordar que el proceso del parto tiene una vertiente también social, de experiencia exclusiva y única en la vida de la madre y su pareja, o recordar que la etapa final de la vida conlleva un cierre biográfico que también incluye aspectos espirituales. Son ejemplos de procesos naturales que han sufrido una tecnificación intensiva: partos no complicados extremadamente tecnificados (asimilados a cualquier otro proceso hospitalario) o, como dice Enric Benito, quimioterapia hasta la capilla ardiente. 

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