domingo, 17 noviembre 2024
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EDITORIAL

Mujer tenía que ser

Mujer tenía que ser. Quién nos iba a decir –...o les diría a aquellos que en alguna ocasión pronunciaron esta frase– que detrás de una peyorativa expresión machista iba a estar una de las claves para [...]
Mujer tenía que ser. Quién nos iba a decir –…o les diría a aquellos que en alguna ocasión pronunciaron esta frase– que detrás de una peyorativa expresión machista iba a estar una de las claves para mejorar la situación económica y social del país. 
Mujer está siendo. Así lo dicen los últimos datos de empleo: por primera vez, la afiliación media a la Seguridad Social superó los diez millones de trabajadoras en mayo, y ya representan un 47,4% del total. Un aumento fulgurante si lo comparamos con las cifras de hace tan solo unos años, cuando en 2007 (previo a la crisis) había 8,03 millones de mujeres trabajando. Es decir, la gran subida de las mujeres en el mercado laboral  tiene mucha culpa de las actuales buenas cifras de empleo en general. 
Sin embargo, no todos son datos positivos: sus condiciones laborales siguen siendo peores a la de los hombres. En cuestión de salario medio, por ejemplo, ellas cobran en promedio 1.942 euros brutos al mes, frente a los 2.303 de ellos. Además de por la propia cuestión de género, la brecha se explica por varias razones, una es que las féminas tienen una mayor parcialidad en sus contratos (un 21,1% frente al 6,6%). Asimismo, las mujeres son mayoría en sectores como la hostelería, las actividades administrativas y, sobre todo, el servicio doméstico, todos ellos con salarios muy bajos. 
Parte de este contexto laboral femenino se explica por su estrecha vinculación con los cuidados. De los datos comentados hasta ahora, por ejemplo, a nadie se le escapa que, precisamente, los supuestos servicios domésticos son, muchas veces, cuidados a domicilio encubiertos, mujeres que atienden a personas con alguna dependencia, pero con baja retribución y malas condiciones laborales.
También es conocido que la alta parcialidad en gran parte se debe a que soportan la mayor carga de los cuidados familiares. De hecho, el 17% de las empleadas que se acogen a una jornada parcial lo hacen para cuidar, frente a solo el 4% de los hombres. 
El sector de los cuidados lo conforman mujeres en un 80%, y la precariedad de sus sueldo es una constante. Por ejemplo, las trabajadoras a domicilio cobran un 59% menos que la mensualidad media en España; una situación que no mejora mucho de aquellas que lo hacen en un centro residencial, con un salario un 41% menor a la media.
Por este motivo, tanto la reforma de la Ley de Dependencia como la nueva estrategia estatal del modelo de cuidados debe incidir en una importante mejora de las condiciones laborales y salariales de las trabajadoras del sector.
Así lo sostienen desde el Gobierno en este nuevo planteamiento, en el que no solo se habla de euros, sino de mejoras en los horarios, la conciliación,la  seguridad…, y también de “dignificar estas profesiones”, importante matiz porque este ámbito todavía no cuentan con el reconocimiento social que merece, a pesar de la extrema necesidad (presente y futura) de su labor.
Dicen desde las patronales y entidades del sector que invertir en los cuidados es hacerlo, además, en la sociedad, mejorando –como subrayamos al principio– su situación económica y social. Por ejemplo, señalan que igualando el gasto en este sector español a la media de los países de la OCDE, que se sitúa en el 1,65% del PIB nacional, se generarían cerca de 900.000 empleos totales, el triple de los existentes.
Precisamente, con la intención de facilitar estas cifras, muchas organizaciones han sacado adelante un manifiesto conjunto exigiendo al Gobierno que elimine una situación anómala en los servicios sociales. Denuncian que si los servicios – teleasistencia, ayuda a domicilio, centro de día, atención residencial…– se contratan de forma personal, el IVA a pagar es del 10%; mientras que un idéntico servicio concertado o público se tributa al 4%; y vienen a decir que igualar el IVA animaría la contratación de servicios profesionales, lo que a su vez supondría una mayor ocupación en los centros, nuevas contrataciones de personal (empleos estables), un aumento de las cotizaciones y la reducción del número de personas paradas.
Mujer tendrá que ser, porque mejorar es avanzar hacia la plena equiparación en cuanto a la afiliación a la Seguridad Social; es acortar las desigualdades de los salarios medios y bajar la parcialidad para que, de los cuidados, se encargue el personal profesional y cualificado; es dignificar la labor de las  trabajadoras a domicilio, de la atención residencial, y retribuirlo en base a su importancia estratégica; y es que todos paguemos lo mismo por los mismos servicios, también aquellos que todavía esperan en el ‘limbo’ de la Dependencia y que no se pueden permitir sobrecostes. 
Mujer tenía que ser, diremos de nuevo, pero esta vez lo diremos con razón.

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