Las aulas sénior del Programa Universitario para Mayores de Galicia se iniciaron en 2002 y, desde ese momento, su aceptación entre las personas jubiladas fue creciendo hasta consolidarse en la actualidad con cerca de 600 estudiantes cada año. Concretamente, en este curso 2017-2018 hay 586 alumnos y alumnas matriculados entre el ciclo intensivo y el integrado y, desde que se puso en marcha, pasaron por sus aulas 5.814 alumnos y alumnas de más de 55 años.
El programa se imparte en los tres campus de Ourense, Pontevedra y comprende también actividades paralelas como excursiones, visitas a museos, relatorios de figuras convidados, talleres prácticos, etc. Esta iniciativa surge como una "opción para la formación en todas las etapas de la vida, y está pensado para las personas que dejan la vida laboral o que consideran que pueden compatibilizarla a partir de los 55 años con sus estudios", según explican sus propios responsables. Además, apuesta por la adaptación de sus contenidos a los cambios relacionados con las nuevas tecnologías y por potenciar el papel de los estudiantes sénior como dinamizadores de su propio entorno social y cultural. En este sentido, Marisa Castro, responsable del programa en el campus de Vigo, destaca que se trata "de una formación permanente, no de una actividad social" y recuerda que este tipo de programas, que se están desarrollando por toda Europa, no se basan en ocupar el tiempo de ocio, sino en adquirir conocimientos en una etapa de la vida en la que se puede disponer de más tiempo libre para retomar los estudios, ampliarlos en otros ámbitos o comenzarlos, en el caso de las personas que no pudieron hacerlo en su juventud. También subrayan la dedicación del profesorado de este programa, que emplea voluntariamente su tiempo a impartir las clases.
CONSTANTE CRECIMIENTO
El Programa para Mayores arrancó en el curso 2002-2003 con 86 estudiantes y fue incrementando su masa crítica año a año, hasta llegar a los 578 actuales. El pico de matrícula se registró en el curso 2015-2016, con 635 inscritos. En este tiempo también se fue modificando su estructura, que actualmente consta de un ciclo intensivo, diseñado para mejorar la calidad de vida de las personas mayores, ofreciéndoles un espacio para el intercambio de conocimientos y experiencias científicas y culturales, y por otro lado, de un ciclo integrado, más centrado en las relaciones intergeneracionales. De este modo, el ciclo intensivo comprende un programa didáctico propio de 54 créditos, de manera que los estudiantes eligen las que más se acercan a sus intereses. El ciclo integrado, con 36 créditos, se cursa junto con el resto del alumnado de estudios reglados, en las mismas aulas y horarios y en igualdad de circunstancias, con la excepción de que no tienen que someterse al proceso de evaluación del estudiantado de grado. De este modo, el alumnado sénior diseña sus cursos académicos adaptándolos a su disponibilidad, necesidades e intereses.
El Programa para Mayores comenzó ya con mayoría femenina en las aulas (54 frente a 32), algo que se fue repitiendo como una constante hasta la actualidad. En las tres primeras ediciones el programa comprendía un solo curso de duración y, aun con todo, la matrícula fue creciendo gradualmente, pasando la 184 y, después, a 231 en 2004/2005. En el siguiente curso el programa pasó ya a tener dos cursos de duración y a consolidarse el incremento social por esta iniciativa y, diez años después de su puesta en marcha, en el curso 2012/2013 contaba ya con 451 matriculados y matriculas, quedan ya muy lejos los algo más de 80 iniciales.
CERCA DE 600 ESTUDIANTES EN LA ACTUALIDAD
En el curso actual son 578 las personas matriculadas, 450 de ellos en el ciclo intensivo y 128 en el integrado, siendo 359 mujeres y 219 hombres. Por campus, 150 pertenecen a Ourense, 92 a Pontevedra y 336 a Vigo. Todas y todas tienen como único requisito ser mayores de 55 años. De hecho, la mayor parte del alumnado está entre los 65 y los 75 años (324 personas) o por debajo de los 65 (212) pero también los de mayor edad se animan a probar esta experiencia de formación continua durante la venida y el programa cuenta con dos personas matriculadas de más de 85 años. Entre los estudiantes de más edad está Antonio Franco. Este funcionario de la Seguridad Social, "además de decorador y pintor", como él mismo explica, reconoce ser "una persona inquieta y no me apetecía meterme en la casa y quedarme en un sofá". Su manera de entender la jubilación lo llevó al Programa de Mayores, en el que está piques de escalonarse. Anima a todas las personas sénior a matricularse, tanto por "adquirir conocimientos, que es muy importante, como por el ambiente verdaderamente maravilloso, las clases, los compañeros, las amistades".
La mayoría de los estudiantes, como Andrés Valiñas, de 66 años, o Cristina Fernández, de la misma edad, apuntan que se matricularon en las aulas sénior buscando hacer una actividad complementaria, constructiva y formativa y se reafirman como estudiantes de la Universidad en todos los sentidos. Para Feliciano González y Leonardo Pérez, funcionarios jubilados, es muy importante, “tras una vida laboral fue muy intensa en materia técnica, poder diversificar los conocimientos”. En general, coincide el alumnado en calificar su experiencia como enriquecedora, socialmente atractiva y llena de oportunidades para establecer relaciones humanas, que son muy importantes para mantener la mente activa. Como resume Milagros Blanco, profesora de Primaria jubilada, "no se puede llegar la esta edad y no hacer nada, la vida sigue y hay que seguir adquiriendo conocimientos, ser útil, estar contento y trabajar la salud mental y física; esto tenía que recomendarlo el médico de cabecera".
Del otro lados de los pupitres están Alfonso Pérez, Francisco Vázquez y Patricio Sánchez, tres de los docentes de este programa, que destacan por encima de todo la implicación y la participación del alumnado en la clase. “Es una experiencia muy buena y una enseñanza muy agradecida”, destaca Pérez, “porque el estudiantado tiene una disposición muy positiva, unas motivaciones que no son las mismas que en otros momentos de la vida académica y esto, junto con la distribución de las materias, facilitan una buena relación”. La falta de tensión por las calificaciones convierte la docencia en un intercambio de conocimientos dinámico, comunicativo y cómodo, explican los docentes.