Pensar en si existen diferencias significativas en la manera en que las personas mayores se acercan o perciben la cultura en comparación a otros grupos etarios puede resultar edadista de por sí, ya que se trata de un colectivo heterogéneo en el que conviven diferentes generaciones, biografías, contextos socioeconómicos e, incluso, diferentes gustos y sensibilidades. Sin embargo, sí que podemos plantearnos si la jubilación puede variar nuestra forma de consumirla o de participar, y si estas experiencias culturales pueden facilitar la adaptación de una persona a los cambios que supone esta etapa vital.
“La vejez es también una etapa de desarrollo y descubrimiento de nuevas habilidades y preferencias. Muchas personas mayores experimentan una apertura a manifestaciones culturales que nunca antes se hubieran imaginado”, explica la psicóloga Carina Cinalli Ramírez, y pone ejemplos de personas que descubren nuevas artes como la pintura o que leen por primera vez un libro en un taller y descubren el placer por la lectura.
La vicepresidenta de AEPG subraya que, efectivamente, la jubilación es un evento que tiene impacto en la vida de una persona: “El trabajo es un organizador vital que presta soporte a la identidad de una persona. Cuando este soporte ya no está, la persona tiene que hacer un esfuerzo adaptativo para construir un proyecto de vida con sentido a pesar de los cambios experimentados”. El sentido de la vida, prosigue, “es definido por Viktor Frankl como la fuerza motivacional primaria de la persona y se expresa en la experiencia de encontrar un por y para que existir ante las diferentes situaciones específicas o generales de la vida”. Una de estas vías es a través de lo que una persona recibe del mundo, por ejemplo, “al contemplar una obra de arte, escuchar música, leer un libro. Otra de las vías para experimentar sentido es a través de lo que la persona entrega al mundo para que otros se beneficien de ello, por ejemplo, escribir la autobiografía, participar en concursos de relatos, en una obra de teatro, etcétera”. Esto significa, resuelve la psicóloga, “que las diferentes formas de consumir cultura puede tener un gran beneficio en momentos donde es necesario reorganizar la vida”.