Cuando era pequeña, una muy buena amiga de mi madre, Herminia, tenía por costumbre venir a tomar café alguna tarde. Yo era como la convidada de piedra, casi invisible, mientras ellas hablaban de sus cosas. Recuerdo un día que aquella mujer empezó a decir que tenía mucho calor y acabó en ropa interior en nuestra cocina. No encontraba alivio. Cuando se fue le dije a mi madre que qué le pasaba y me dijo que “cosas de mujeres”. Así era cómo se llamaba entonces a la menopausia, sin más. La sensación era muy apocalíptica, como que no había nada que hacer excepto resignarse y poco más.
Hoy en día, quizás próxima al climaterio, la percepción que tengo es bien distinta. Tal vez, el hecho de que se hable con naturalidad, que empieza a no ocultarse y, por supuesto, que el aumento de la esperanza de vida hace que este ciclo vital nos acompañe, y con suerte, casi la mitad de la vida, es obligado ver cómo sobrellevar este proceso natural de la mejor manera, e incluso, por qué no, ver las oportunidades que puede ofrecer.
Así que toca hablar de menopausia, en el caso de las mujeres, y de andropausia, en el caso de los hombres, más desconocida aún, con más tabúes si cabe y con menor visibilidad social. En estos casos, evidentemente no hay estadísticas, porque afectará a toda la población que alcance los 40 o 50 años. Ambos climaterios son procesos naturales. Y como tales, entenderlos, ver su sintomatología y llevarlos a nuestro terreno, individualizarlos, y averiguar qué podemos hacer para nuestro bienestar es la mejor manera para convivir con nosotros mismos.
¿DE QUÉ ESTAMOS HABLANDO?
Empecemos por el principio. ¿Qué es cada cosa?
La
Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que
para el año 2025 más de 1.000 millones de mujeres en todo el mundo habrán llegado a la menopausia natural, un proceso que sucede entre los 45 y los 55 años.
Pluvio Jesús Coronado Martín, presidente de la
Asociación española para el Estudio de la Menopausia (AEEM), nos concreta que “
la menopausia es la última regla de la mujer, como la menarquia es la primera regla de la mujer. Pero, se suele llamar menopausia a lo que en realidad es el periodo después, es decir, lo que sería
postmenopausia.
Cuando ha pasado un año desde la última regla es cuando ya es seguro que es la menopausia. Se inicia con alteraciones de la menstruación –que en realidad es la
perimenopausia–. Lo que está sucediendo es que el ovario se está agotando,se está quedando sin reservas, es como una pila que se va agotando. Primero, ya no son capaces de producir los ciclos completos, por eso hay irregularidades, luego al final se detienen y ya no hay más ciclos, por tanto, bajan las hormonas y es cuando se inician los síntomas de la menopausia, por esa bajada de los estrógenos”.
Aquí podríamos hacer un breve inciso para explicar que aunque la mayoría de las experiencias personales con la menopausia se refieren a las mujeres cisgénero (es decir, las que nacen hembras y se identifican como tales), los hombres transgénero y algunas personas que no se identifican ni como hombres ni como mujeres también experimentan la menopausia. En este sentido, desde la OMS señalan que faltan estudios que incluyan datos sobre la identidad de género, puesto que no hay apenas literatura que incluya a personas trans y de género diverso.
Si hablamos ahora de la andropausia, como nos indica
Carlos Balmori, socio colaborador del
Instituto de Urología y especialista en Medicina Sexual y Reproductiva, “es la
disminución gradual de los niveles de testosterona en los hombres a medida que envejecen. Este fenómeno es análogo a la menopausia en mujeres, aunque con algunas diferencias clave. Mientras que la menopausia implica una disminución rápida de las hormonas reproductivas femeninas, la andropausia es un proceso más lento y progresivo”.
En el caso de las mujeres, los síntomas son, en general, bastante conocidos. El doctor Coronado apunta que “los más comunes son los sofocos, los calores o los bochornos, prácticamente el 80% de las mujeres los van a tener. Se acompañan –o no– de sudoración y aparecen más frecuentemente por la noche. Suelen durar entre uno y cinco minutos, depende de la mujer y van del tórax a la cabeza, es un calor repentino”.
En este sentido, el estudio Population-based survey on menopausal symptoms and treatment use. Climacteric, publicado el año pasado, indica que los sofocos y los sudores nocturnos se encuentran entre los cuatro síntomas vasomotores asociados a la menopausia (SVM) más frecuentes, hasta el 80% de las mujeres los refieren –como antes indicaba el presidente de la AEEM–. De ellas, un 25% los manifiesta en intensidad moderada o severa; y alrededor del 10% señala que estos síntomas interfieren en su vida cotidiana. A pesar de ello, están frecuentemente infratratados.
Otro de los más frecuentes es el insomnio, que según Pluvio Coronado, “se produce, muchas veces, como consecuencia de esos sofocos”.
Añade que “también se pueden producir los cambios de la habilidad emocional. Los estrógenos son un poquito antidepresivos y sus fluctuaciones hacen que la mujer tenga tendencia a la melancolía, pero no hablamos de depresión, que eso es ya una enfermedad, con tendencia a la irritabilidad, están más inestables, pueden llorar y reír en una tarde. Son, también, muy frecuentes los dolores articulares, la sequedad de la piel, de los ojos, de las mucosas en general y entre ellas, la vagina, que provoca la bajada del estímulo sexual, de la libido, lo que hace que pueda haber dolores o molestias en las relaciones sexuales”. Estos son los más comunes como síntomas. Pero, como avanza Coronado, “luego hay enfermedades que se producen a la larga, como la osteoporosis, fracturas”.
Si ahora observamos las señales que emite la andropausia, veremos que muchas son compartidas. En el caso de ellos, el doctor Balmori apunta que “una de las manifestaciones más comunes es la reducción del deseo sexual, la disminución de la libido. También se puede producir disfunción eréctil, es decir, dificultad para mantener o lograr una erección. Fatiga y pérdida de energía, una sensación constante de cansancio y falta de vitalidad. Depresión e irritabilidad que se manifiestan con cambios de humor, sentimientos de tristeza e irritabilidad. También se observa una reducción de la masa muscular y aumento de la grasa corporal, especialmente alrededor del abdomen. Puede notarse más dificultad para concentrarse e, incluso, pérdida de memoria”. Y como en el caso de las mujeres, también se refiere “insomnio y dificultades para conciliar el sueño o mantenerlo”, señala el experto.
Asimismo, a la larga y como también se observaba en el colectivo femenino, se produce “osteopenia u osteoporosis, una disminución de la densidad ósea, aumentando el riesgo de fracturas”, puntualiza.
¿POR QUÉ NO SE HABLA TANTO DE ANDROPAUSIA?
En el último mes y medio, a nuestra redacción han llegado más de una docena de informaciones sobre salud ginecológica y más de la mitad relacionadas con la menopausia, aunque bien es verdad que en mayo tuvo lugar la
XVIII Edición Nacional de Formación de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia… Pero, el doctor Coronado afirma rotundo que “
hay mucho sonido, mucho ruido, pero no tanto estudio como parece. Debería haber bastante más”. Sin embargo, y a pesar que, efectivamente, existe la
Sociedad Europea de Menopausia y Andropausia (EMAS) –con más de 40 sociedades afiliadas–, y que “
promueve la salud de mujeres y hombres en la mediana edad y más allá”, como indican en sus objetivos, las noticias sobre andropausia son bastante escasas. Si en el caso de las mujeres, el tema todavía se oculta, entre los hombres parece que es más subrepticio.
Para Carlos Balmori, “existen varias razones por las cuales la andropausia es un tema menos discutido en comparación con la menopausia. En primer lugar, la estigmatización social. La sociedad tiende a asociar la masculinidad con la fuerza y la vitalidad sexual. Reconocer y hablar sobre la andropausia puede percibirse como un signo de debilidad o envejecimiento”. Este motivo puede ser también compartido entre las mujeres. Porque no vamos a hacernos ahora las ‘modernas’, incluso entre nosotros mismas, a veces, no decimos nada por si “piensan que soy vieja”, como apunta el doctor Coronado, cuando, como él mismo añade, “es un error grave. En realidad, una mujer en menopausia que está entre los 50 y los 55 años, está en lo mejor de su carrera, de su trabajo, de su vida, que incluso puede tener nueva pareja, nuevas experiencias, la mujer está perfecta a esa edad. No tienen nada que ver con las mujeres de 50 de hace unas décadas”. Una reflexión que podría valer también para el colectivo masculino…
Si seguimos con los motivos de por qué el climaterio masculino es menos objeto de debate, Balmori también cree que se debe a una “falta de conciencia médica. Históricamente, la salud masculina ha recibido menos atención en términos de investigaciones específicas sobre el envejecimiento hormonal en comparación con la salud femenina”.
También opina que los síntomas, en la andropausia, “son más sutiles, más graduales y menos obvios que los de la menopausia, lo que puede llevar a que sean subestimados o ignorados tanto por los hombres como por los profesionales de la salud”.
Finalmente, para el socio colaborador del Instituto de Urología, “hay un menor impacto inmediato, es decir, la menopausia marca el final abrupto de la fertilidad en las mujeres, mientras que los hombres pueden continuar siendo fértiles incluso con niveles reducidos de testosterona, lo que puede reducir la percepción de la andropausia como un cambio radical”.
CONSEJOS ÚTILES PARA AFRONTAR ESTA ETAPA EN POSITIVO
Para el doctor Coronado, “en primer lugar, la mujer tiene que entender que la menopausia es un proceso natural, pero que puede alterar su calidad de vida. Sería interesante, por tanto, que lo llevase bien, porque significa que estamos viviendo”.
Recuerda, además, que la Asociación española para el Estudio de la Menopausia dispone de una aplicación,
‘MiMenopausia’, en la que consultar si los síntomas deberían ser motivo de consulta. Por ello, recuerda que
Atención Primaria tiene en su cartera de servicios, “como definición, la atención a la menopausia y que, si es pertinente,
derivará a la paciente al ginecólogo o al especialista oportuno, según el síntoma referido”.
Tercero, “como cualquier cosa en medicina, dieta y ejercicio, en este caso, ejercicio de fuerza, aeróbico”.
También recomienda que “se mantengan las relaciones sociales porque mejoran el bienestar mental, que controle la vitamina D, y que si necesita tratamiento, que no tenga miedo de tomarse algo”. En la menopausia, insiste, es importante “individualizar, cada mujer no es igual que la otra”. Pero anima que las mujeres “despertemos y digamos: ‘yo quiero estar bien, quiero calidad de vida’.
Por su parte, Carlos Balmori, en el caso de la andropausia también sugiere que es importante “la educación y la concienciación. Comprender que la andropausia es una parte natural del envejecimiento puede ayudar a reducir el estigma asociado con esta etapa. La educación sobre los síntomas y tratamientos disponibles es crucial”.
También anima a “fomentar la comunicación abierta con la pareja y los profesionales de la salud, ya que pueden ayudar a manejar mejor los síntomas y a encontrar apoyo emocional”.
Coincide con Coronado en la importancia de “mantener relaciones sociales fuertes y participar en actividades comunitarias puede mejorar el bienestar emocional y reducir la sensación de aislamiento”.
También considera “fundamental que los hombres consulten a un profesional de la salud para discutir sus síntomas y explorar las opciones de tratamiento adecuadas”.
Y, por último, “adoptar un enfoque proactivo hacia la salud general, incluyendo chequeos regulares y monitoreo de los niveles de testosterona, ya que pueden ayudar a identificar y manejar la andropausia de manera más efectiva”.
Así que, sabiendo que todo tiene solución, disfrutemos de esa nueva etapa vital que, aunque con algunas diferencias, mujeres y hombres compartimos.
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