ILUNION VidaSénior desarrolla una teleasistencia preventiva y predictiva que se adapta a cada persona
Detectar y anticiparse a situaciones de riesgo para la salud, y adaptarse a cualquier eventualidad que pueda surgir en el hogar. Estos son dos de los principales objetivos del nuevo servicio de proximidad que está desarrollando ILUNION VidaSénior para las personas mayores con algún deterioro cognitivo leve, y que destaca por su innovadora teleasistencia avanzada predictiva y preventiva.
En el último año, ILUNION VidaSénior está llevando a cabo un proyecto piloto denominado ‘Hábitos de vida’, con el que está testando una revolucionaria tecnología de atención integral remota, que monitoriza a las personas usuarias en su propio domicilio a través de diversos sensores domóticos.
Las pruebas se están realizando en los municipios de Fuenlabrada y Torremolinos, además de en el territorio de Guipúzcoa, dentro de la Fundación Adinberri. El director de Servicios de Proximidad de ILUNION VidaSénior, Sergio Sánchez, apunta que, en la fase de implantación en la que se encuentra en estos momentos el proyecto, “estamos aprendiendo de la información que nos está arrojando la inteligencia artificial que monitoriza todos estos servicios”. La finalidad, continúa Sánchez, es “encontrar determinados patrones que se repiten en las personas, para poder implementarlos y descubrir algunas conductas antes de que sean irreversibles”.
En el caso del ayuntamiento madrileño, el sistema de monitorización se ha instalado en una treintena de hogares. El equipo consiste en una serie de sensores de detección, que irán asociados a un terminal de teleasistencia, y que se ubican en el hogar en lugares estratégicos. Además de estos dispositivos, el sistema cuenta con una web, donde se configuran los parámetros a medir en función de las costumbres y los hábitos de la persona usuaria; y una aplicación móvil para los familiares. Todos estos elementos se conectan con un centro de atención telefónica disponible las 24 horas, donde se atienen las posibles situaciones de emergencia.
Detectar un deterioro o retrasar una enfermedad, dos casos en los que la teleasistencia es eficaz
“Podemos adaptar, en tiempo real, el servicio que le damos a la persona usuaria cada día”, destaca Sánchez. “Hasta ahora –continúa el director del departamento–, los servicios de proximidad habían hecho planes de acción en un tiempo determinado (tres meses, seis meses, mensualmente, según el grado de riesgo); pero ahora podemos adaptarnos a la necesidad de cada persona”. La diferencia a este servicio de monitorización de otros más tradicionales, apunta Sánchez, es que en ILUNION VidaSénior “concebimos los servicios de proximidad como un conjunto, es decir, aquí no hay servicio de teleasistencia o servicio de domicilio, aquí todo es uno. Tenemos que utilizar la información que nos da la teleasistencia avanzada para hacer el plan de trabajo de la asistencia domiciliaria y de los centros de día”.
El perfil de personas usuarias que se buscaba para este proyecto piloto era el de personas que vivieran solas –para que el resultado de los comportamientos recogidos no se pudiera ver contaminado–, con algún deterioro cognitivo leve y con cierta autonomía y movilidad. También era indispensable que esa persona contase con un familiar implicado y con conocimientos básicos en el uso de dispositivos móviles para poder monitorizar y atender las posibles notificaciones de la app. “Decidimos escoger a aquellas personas que tuvieran patrones de riesgo importantes, para así poder extraer conclusiones que se pudieran extrapolar al resto de la población, que quizá está en etapas más tempranas”, detalla el director de Servicios de Proximidad.
Para ILUNION VidaSénior, una vez se haya testado la tecnología, el objetivo a largo plazo es abrir el servicio a todo tipo de perfiles. El entorno tecnológico y la IA lo permiten, “lo único que necesitamos es el compromiso de Administraciones públicas como el Ayuntamiento de Fuenlabrada, para poder extrapolarlo”, indica Sánchez, que asegura que en un futuro se podrá aplicar “a cualquier tipo de persona, necesidad o realidad”.
PATRONES DE COMPORTAMIENTO
El sistema de monitorización domiciliaria de ILUNION VidaSénior necesita conocer, primero, los patrones de comportamiento de la persona usuaria (su día a día, costumbres…) y, en base a ese conocimiento, configurarse para detectar las situaciones de riesgo para su salud o integridad personal.
A través de sensores de detección no intrusivos y un software, el sistema puede seguir las actividades cotidianas de la persona monitorizada y crear un perfil para ella, detectando actividades inusuales, fuera de su rutina o, incluso, inactividad. De esta manera, en el hogar, subraya Álvaro Vázquez, director de Teleasistencia de ILUNION VidaSénior, se instalan “detectores de movimiento, sensores de presión en el dormitorio o en el sofá del salón, para las aperturas de puerta, dispositivos en el baño… Lo importante de estos detectores, que ya están suficientemente testados, es la información que nos ayuda a personalizar la atención”. El sistema logra así predecir, de una forma muy proactiva, “cualquier tipo de cambio que denote un empeoramiento del deterioro cognitivo”.
La responsable del Centro de Atención de Madrid, María Arroyo, destaca en el sistema, primero, dos sensores de movimiento ubicados en dos estancias importantes de la casa, que suelen ser la cocina y el baño; y luego otro par de sensores de apertura (para la puerta principal y la nevera). “Es raro que una persona no vaya X veces al baño o X veces a la cocina y, además, en ciertos horarios muy concretos”, remarca Arroyo. Todos estos dispositivos se configuran en base a una serie de reglas que siempre están orientadas a los hábitos de vida de la persona, de su comportamiento, “por lo que tenemos que hacer una entrevista bastante exhaustiva y conocer sus horarios: a qué horas se despierta y se acuesta, si tiene mascotas…”, detalla.
Cristina Mora: “La idea de esta tecnología es tratar de llegar antes”
El director de Teleasistencia pone un ejemplo gráfico de su funcionamiento: “Si una persona, durante dos noches seguidas, abre unas 30 veces la nevera en un periodo corto de tiempo, el sistema nos alerta de que ese comportamiento no es habitual”. Luego, dice Vázquez, esa información, para su tranquilidad, llega en tiempo real a los familiares, “para que sepan qué es lo que está pasando en el domicilio de la persona mayor”.
Por otro lado, y gracias a la información recabada continuamente, el sistema puede aprender que algunos comportamientos que podrían parecer inusuales, en realidad, no solo son. El director de Servicios de Proximidad ejemplifica este tipo de aprendizajes: “Inicialmente, que una persona abra la puerta de su domicilio a las tres de la mañana puede ser algo que produzca una alarma. Sin embargo, si esa persona vive con un familiar que tiene turno de noche en el trabajo, entonces eso se convierte en un acto habitual. Ese aprendizaje tiene que llevarlo a cabo la inteligencia artificial y los profesionales estamos detrás para conducir esta información correctamente”.
Para evitar los imprevistos y que la información pueda ser malinterpretada, además del aprendizaje de la IA, las personas usuarias y sus familiares mantienen una comunicación continua con el centro de atención asignado. “Ya a la hora de instalarles el servicio de teleasistencia, les pedimos a las personas usuarias que siempre que no estén en casa o se vayan durante un tiempo nos informen tanto a la ida como a la vuelta al hogar”, explica Arroyo.
SISTEMA DE ALARMAS
El proceso para dar de alta el sistema de teleasistencia en los domicilios que participaron en el proyecto piloto fue el siguiente: en primer lugar, acudieron al hogar una coordinadora del servicio y personal técnico para realizar la instalación de los diferentes sensores. “Nosotros lo que hacemos –detalla la responsable del Centro de Atención de Madrid– es explicarle a la persona usuaria y los familiares qué le vamos a poner y para qué sirve; sobre todo, a la persona que va a acceder a la aplicación donde se registra toda la actividad, para que sepa cómo funciona y qué es lo que va a ver en ella, porque si no entiende la información que recabamos no le va a servir absolutamente para nada”. Por norma general, aclara Arroyo, en cuanto a la instalación de los dispositivos de detección, las personas “suele ser bastante abierta en este aspecto, no hemos tenido ningún problema”.
A ello contribuye, por un lado, que se trata de soluciones tecnológicas “cada vez más fáciles de instalar”, asegura el director de Servicios de Proximidad, “la mayoría de ellas incluso son autoinstalables”. Quizás la parte más compleja, reconoce Sánchez, y que recae exclusivamente en los profesionales, es “la educación de la inteligencia artificial, que simplemente requiere de unas cuantas horas en funcionamiento para que aprenda de los patrones de vida de esa persona”.
Otra cuestión para la tranquilidad de las personas usuarias es todo lo relacionado con la privacidad de la información. “No transmitimos ninguna información que no nos hayan permitido antes compartir. Siempre hay una autorización previa muy detallada de cuáles son los posibles datos que se puedan compartir y es la propia persona usuaria quien nos habilita para poder compartir esa información y a quién compartirla”, afirma Vázquez. En cuanto a las herramientas, “el software y la app están certificadas y segurizadas, la fuga de la información no es posible”.
Una vez finalizada toda la preparación previa, ¿cómo actúa el sistema en caso de detectar alguna anomalía? Desde uno de los centros de atención de ILUNION VidaSénior vinculados a alguno de los hogares monitorizados se lanzan diversas alertas que consideran de atención inmediata. “Son las que atendemos directamente desde el centro de atención, ya que las consideramos de peligro inmediato, y que responden a las aperturas de la puerta de la calle”, comenta Arroyo. “Hemos programado una serie de patrones en base a los horarios o el tiempo que, por ejemplo, una persona puede mantener la puerta de la casa abierta”. Este aspecto es importante, porque los parámetros difieren dependiendo del barrio donde se ubique el domicilio, “de si estamos en un pueblo o en una ciudad más grande. Lo normal es que las personas que viven en una ciudad como Fuenlabrada, por ejemplo, no tenga la puerta de casa abierta más de que dos o tres minutos. En la ciudad, no se tiene la puerta abierta mucho tiempo como sí puede suceder en los pueblos, en los que la gente se sienta al fresco”, argumenta la responsable del Centro de Atención de Madrid. Una vez indicado el parámetro, si la puerta de casa está más tiempo abierta de lo normal, el centro lanza una alarma: si este no obtiene respuesta, entonces trata de ponerse en contacto con la persona usuaria o con sus familiares y, si fuera necesario, un profesional se desplaza hasta el domicilio.
Además de estas alarmas, el sistema cuenta con otra información que los propios familiares pueden visualizar a través de la aplicación, la cual, recalca Arroyo, “está muy orientada a la consulta diaria de los familiares. Por lo tanto, son ellos los que tienen acceso y los que van a verificar en tiempo real si, por ejemplo, la persona usuaria ha entrado o no ha entrado al baño, ha abierto la nevera… Les llegan una serie de notificaciones que les indica si la persona está activa o no”. En este caso, si el sistema no detecta el movimiento habitual estipulado, lanzará una alarma a la aplicación. Se trata simplemente de una app de consulta, pero que, gracias a las reglas indicadas y a los datos recogidos en ella, puede hacer saltar una alarma en el centro de atención, “como si la persona usuaria estuviera pulsando la medalla de teleasistencia”, concluye Arroyo.