Semer elaborará un manual para profesionales y familias sobre el abordaje de la sexualidad en el mayor

Conclusiones preliminares
Debido al éxito de participación, propuestas y solicitudes de información de usuarios, familiares y profesionales de residencias, Semer y los expertos que participaron en este encuentro decidieron elaborar un documento de conclusiones a modo de manual de referencia, por ejemplo "para la multitud de profesionales que nos demandan consejo o protocolos de actuación cuando se encuentran con una persona residente que demuestra un sentimiento sexual, ante lo cual ni ellos ni familiares saben qué hacer, cómo reaccionar" explica el psicólogo y gerontólogo Álvaro Mosquera, responsable psicosocial de la Fundación Aspaldiko, que advierte que estas actitudes "se suelen prohibir o coartar, generando más problemas físicos y mentales para la persona que los que en principio podría producir la situación que, hay que mentalizarse, es algo natural" porque como señala, "lo del desgaste sexual es un mito, si la actividad es importante en la juventud, se continua en la madurez y la vejez, no hay actividad de ahorro". Es necesario repetirlo, comenta, "el sexo no se ahorra, se ejercita o desaparece". En ese sentido Mosquera destaca que "el interés sexual persiste en un 72% en los hombres y en un 65% en las mujeres durante la sexta década de la vida" pero como señala, "la actividad sexual se encuentra restringida a un 42% en los hombres y a un 36% en las mujeres" unas cifras que podrían ser "mayores si lográramos dominar dichos prejuicios y comentarios sociales". Mosquera dejó claro que "la afectividad y deseo de amar y ser amado, que incluye el sexo, es la tercera necesidad del ser humano tras la alimentación y la seguridad, y negarlo es negar una necesidad importante de gran parte de la población mundial" pues recuerda que "actualmente la quinta parte de la población mundial tiene más de 60 años" un colectivo en el que en el que siguen influyendo varios tabúes y mitos como "la imposición del modelo juvenil" o que "las mujeres guardan su capacidad de tener orgasmos incluso en edades avanzadas, más allá de los setenta años, que en la vejez no hay deseo ni sexo, que es un asunto que no les importa a los ancianos, que el hombre no tiene erección, que la mujer no siente nada, que sólo sirve el coito".
"Los problemas son mayores cuando el sentimiento de afecto o sexualidad se produce en personas con demencia" señala el psiquiatra y docente de la Universidad de Santiago, Raimundo Mateos que explica que "cuando el demenciado vive en una residencia se producen las situaciones más incómodas e incluso dilemas éticos para profesionales y familiares" pues el comportamiento del demenciado va "desde conductas indecorosas como desnudarse en público hasta a aproximaciones sexuales a los profesionales que cuidan al paciente o a otros residentes, pasando por una actividad sexual que resulta complicada con la propia pareja sexual cuando ésta aún está presente". Sin embargo la sexualidad es una dimensión normal de la vida de una persona de edad avanzada, por eso cierta actividad sexual "es posible y puede ser satisfactoria durante la demencia, al menos en las primeras fases". Este último aspecto "es mucho menos conocido y despierta recelos, temores, y tropieza con muchos prejuicios y falta de formación, no solo en el público lego, sino también entre los profesionales que atienden a personas con demencia".