Risoterapia, la técnica que aprovecha el humor para curar física y psicológicamente
La base de esta terapia, que beneficia a cualquier edad y que puede ser positiva para pacientes de Alzheimer e ictus, es que activa el circuito de recompensa por el que, tras un estímulo gracioso, se generan sustancias como la dopamina

La risa, esa respuesta biológica, esa expresión emocional ante un estímulo divertido. Aunque sea un elemento cotidiano no es, ni mucho menos, algo sencillo ni exclusivo de los seres humanos, pues hay estudios que aseguran que algunos animales como los primates o las ratas también son capaces de reírse. Lo que sí que es propio de las personas es el sentido del humor y con eso es con lo que juega la risoterapia, que es una técnica que busca, a través de la risa, beneficiar física y psicológicamente a quien la practica.
Pero antes de sumergirnos en esta terapia es preciso conocer qué es lo que ocurre en nuestro cerebro cuando nos reímos. Manuel Arias, coordinador del Grupo de Humanidades de la Sociedad Española de Neurología (SEN), explica que “la risa es un fenómeno que tiene varias funciones. Una de ellas es hacer ver que estamos contentos, es como un medio de comunicación social. Pero es un fenómeno complejo porque implica a la musculatura de la cara, implica también a la expulsión del aire intermitente. Todo eso necesita un centro que lo coordine. Este está en la parte posterior del cerebro, que es el tronco cerebral. Este centro está inhibido, está como apagado, y en determinados momentos esa inhibición cesa. Esto se produce cuando nosotros vemos algo que nos hace gracia. Entonces se pone en marcha el fenómeno de la risa”.
Se podría decir que el procesado del humor pasa por varias etapas. En la primera de ellas, la región prefrontal dorsolateral y la unión temporoparietal del hemisferio dominante perciben esa situación graciosa. Después, se activa el circuito de la recompensa y la liberación de dopamina, que es un neurotransmisor que produce una sensación de placer. Finalmente, se produce un cese de la desinhibición frontal no dominante que conduce a la risa. El doctor Arias comenta que “la base de la risoterapia es, precisamente, el poner en marcha acciones, situaciones y programas que aumenten nuestro nivel de estar contentos, de simpatía, lo que se llama el circuito de la recompensa”.
José Elías Fernández, psicólogo en el Centro Joselias, asegura que cuando nos reímos se mueven un total de 420 músculos del cuerpo y que en este proceso se segregan una serie de sustancias en mayor cantidad. Una de ellas es la ya citada dopamina, que “eleva el estado de ánimo y nos hace ver las situaciones de una forma más agradable, ya que nuestro estado de ánimo es el tamiz por el que observamos nuestro entorno y a nosotros mismos”. “Percepción y estado de ánimo van cogidos de la mano, si estamos alegres nos fijamos en lo bueno, si estamos tristes en lo negativo”, declara. También se segrega serotonina, endorfina que posee efectos calmantes y analgésicos y que “hace que cuando reímos y estamos alegres sintamos menos el dolor”, lo cual explica el porqué esta terapia se emplea a menudo en residencias de mayores y centros hospitalarios con personas que padecen algún tipo de enfermedad. Por último, Fernández destaca la segregación de adrenalina, que “nos hace estar más despiertos, receptivos y creativos, por eso cuando estamos alegres se nos ocurren muchas más soluciones a la situaciones cotidianas”.
El psicólogo insiste en que es importante distinguir entre la risa y la sonrisa, ya que esta última es simplemente un gesto social, sin ningún beneficio. En cambio, la risa “no importa que sea propiciada, contagiada o espontánea, pues tienen el mismo efecto positivo, siempre que sea una risa abierta, sincera y llana, sin ninguna connotación negativa”, aclara.
La terapia de la risa
José Elías Fernández describe la risoterapia como una técnica complementaria de curación mediante la risa. “Aunque ahora se engloba dentro de la Psicología positiva, es muy anterior y es en 1970 cuando se empieza a desarrollar dentro de la Psiconeuroinmunología, cuyo lema es: hay que huir de la tristeza y la depresión, ya que son una escotilla mortal por donde entra un maremoto de virus y bacterias”.
Fernández comenta que la risoterapia es una técnica complementaria “que cataliza muy bien con la terapia cognitiva”, ya que “es imposible separar la risa de la posterior sensación de relajación y pensamiento positivo”.
Por su parte, el doctor Manuel Arias explica que la risa y la risoterapia aportan una sensación de bienestar comparable a la que perciben las personas que hacen ejercicio. “La risoterapia mejora si uno tiene un punto de bajo ánimo o de depresión. Es un tratamiento positivo para eso y eso es muy importante”.
Según dice Fernández, las sesiones de risoterapia suelen ser un grupo y, por lo general, duran entre hora y media y dos horas.
Durante este tiempo, destaca, “se genera la risa de forma espontánea, con ejercicios, juegos y estrategias mentales. Estos ejercicios y juegos tienen una estructura que es bueno respetar para conseguir los efectos que todos deseamos”. Este hace hincapié en que la primera fase es la “preparatoria”, durante la que se buscar acabar con el sentido del ridículo. Para ello se realizan “ejercicios que generen cierto desconcierto de forma graciosa, para que así se rían sin darse cuenta”.
La segunda etapa es la de “desbloqueo” y en ella se llevan a cabo juegos que ayudan a reír y desinhibirse física y psicológicamente. La tercera es la de la “dinámica”, con juegos y ejercicios con movimiento, “pero sin que haya contacto y, si lo hay, que sea el mínimo”. La finalidad de esta fase es que se alcance una total desinhibición. Después llega el “desarrollo”, en el que “los juegos ya son con contacto y facilitan que la carcajada en grupo sea mucho más fuerte y prolongada”.
El psicólogo declara que, “en estos momentos en que la risa llega al máximo, es cuando aprovechamos para realizar alguna estrategia mental, para que posteriormente la practiquen en su vida diaria”. De este modo, la sesión de risoterapia “no se quedará en un simple juego”, sino propiciará efectos posteriores que se irán percibiendo con el paso del tiempo.
Finalmente, José Elías Fernández habla de la etapa de “recuperación”. Este se un momento de “regreso a la realidad con ejercicios moderados, que buscan bajar la activación que ha producido la sesión, para quedarnos con los beneficios mentales y corporales, pero con nuestra activación habitual, para retomar la actividad con mejor estado de ánimo y más descansado y relajado físicamente”.
Lara Rodríguez, psicóloga, terapeuta familiar y colaboradora de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer de Bergantiños (Afaber), pone un ejemplo de una de las dinámicas que se realizan al principio de la risoterapia con el fin de romper el hielo y derribar la vergüenza. Es lo que denomina como “el lenguaje del camello” y durante este procedimiento cada uno de los participantes en la sesión se van presentando mientras imitan a un camello. Y es que, como dice, “lo importante es que la timidez, la vergüenza, etcétera, sean molestas en el taller. Es decir, que cuando el grupo empiece a funcionar, uno se sienta en la obligación de hacer lo mismo que los demás, pues, si no lo hace, es cuando peor se encuentra”. Otro ejemplo de dinámica de presentación es la de “me pica”, en la que cada persona se va presentando y diciendo un lugar de su cuerpo que le pica. Este procedimiento, que es acumulativo, hace que la última persona a la que le toque presentarse deba decir cada uno de los nombres y lugares en los que a sus compañeros le pica, causando situaciones graciosas. Igualmente, explica, también hay dinámicas, por ejemplo, en las que se emplea la música.
¿Cuántas sesiones hay que hacer para ver resultados?
La psicóloga opina que los efectos no suelen ser inmediatos, sino que se suelen apreciar a medio o largo plazo. Y es que, como comenta, mientras que hay personas que se muestran receptivas, hay muchas otras que en un principio se sienten incómodas o que no valoran los ejercicios que se realizan.
“En la primera o la segunda sesión la persona empieza a desinhibirse pero a medida que avanza el grupo es donde realmente se empieza a estar enganchado. Por eso al final, tras varias sesiones, todos dicen que les gustaría que durase un poquito más. Una sesión de risoterapia o dos es solo un conocer de que va, pero lo importante es la participación semanal”, insiste Lara Rodríguez.
Fernández coincide en que “con una sesión no es suficiente”. “Normalmente el estado de ánimo de las personas en general es bastante triste y negativo”, aclara. Uno de los aspectos que hacen que los efectos de la risoterapia se vean a medio o largo plaza es, según explica, que la mayoría de personas que asisten a los talleres no se ríen habitualmente ni piensan en los beneficios de la risa, “ya que confundimos seriedad con tristeza. Parece que no podemos ser serios y alegres”. “Otro factor importante es que la mayoría de personas no practican en su vida diaria las estrategias y ejercicios que se le enseñan, se quedan solo en la sesión. Lo importante es aprender a incorporar en nuestra vida, de forma automática y diariamente, algún ejercicio o estrategia para mejorar nuestro estado de ánimo”, declara.
Estas dos situaciones son las que hacen, como asegura, que “sea necesario practicar de vez en cuando sesiones de risoterapia para mantener un buen estado de ánimo de forma habitual”.
Terapia en enfermos de Alzheimer e ictus
¿Qué pasaría si se aplica la risoterapia a personas con accidentes cerebrovasculares o enfermedades neurodegenerativas?
En lo referente a los pacientes de ictus, el doctor Manuel Arias afirma que estas personas pueden llegar a sentir desgana por la vida y a carecer de motivación debido a la depresión que a veces se asocia a esta enfermedad. En estos casos, opina que “la risoterapia muchas veces les puede ayudar a subir el estado de ánimo, a ver la vida de otra manera, a trabajar más en la rehabilitación de tipo motor y, finalmente, a mejorar la funcionalidad”.
En lo referente a las personas que padecen Alzheimer, el experto hace hincapié en que en fases iniciales el paciente es consciente de que le está ocurriendo algo, no como en fases avanzadas, en las que no reconoce lo que le sucede. “Muchas veces se superimpone un trastorno de tipo emocional asociado, tienen angustia”, explica. En esos casos “la risa ayuda a relajarse, mejora el estado de ánimo, puede mejorar la concentración, etcétera. También facilita las relaciones sociales”.
Además, asegura “un humor sofisticado igual no les hace tanta gracia, por eso hay que adaptar las sesiones de risoterapia al sujeto al que participa. No es lo mismo unos niños que están con quimioterapia, a los que se les lleva payasos, que una risoterapia para enfermos mayores y con Alzheimer”.
Fernández añade que esta terapia ayuda a los pacientes a mejorar su estado de ánimo, a relajarse y que puede fomentar la aparición de algunos recuerdos del pasado, ya que con esta dolencia se pierda la memoria reciente y a corto plazo.
Beneficios de la risa y la risoterapia
La risa puede ser muy beneficiosa para la salud: reduce el estrés, eleva el estado de ánimo, fomenta el bienestar psicológico, estimula el sistema inmune, incrementa el umbral del dolor, acelera el ritmo cardiaco, aumenta el aporte de oxígeno al cerebro, etcétera.
El doctor Arias comenta que “el cerebro es un órgano complejo que controla y supervisa el funcionamiento del cuerpo en muchas situaciones. Cuando las cosas funciona bien tienes un ritmo de sueño perfecto, te duermes fácilmente, te despiertas refrescado, lleno de energía…Eso depende de una serie de mecanismos del sistema neuroendocrino que hacen que estés de buen humor y que no te duela el cuerpo. La risa es beneficiosa en el estado de salud y enfermedad, en la infancia y en la vejez”.
José Elías Fernández destaca que, además, “cuando estamos alegres generalmente no tenemos tantas enfermedades”. También añade que la risa alivia las digestiones, pues la mayoría de los músculos que se mueven durante la misma son del abdomen, y así se segregan mayor cantidad de jugos gástricos. Incluso afirma que mejora la respiración. “Ingerimos hasta cuatro veces más de aire cuando nos reímos, con el consiguiente beneficio físico y mental”, dice.
Según la psicóloga Lara Rodríguez, lo que se logra es que “durante ese tiempo que duran las sesiones, la persona consiga desconectar de las dificultades, los problemas, las preocupaciones del día a día y entrar de nuevo en un mundo de diversión, de risa, de estar en contacto con emociones agradables, como es la risa”.
Fernández apoya esta idea asegurando que “la risoterapia desarrolla el buen sentido del humor, y tener buen sentido del humor no es reír por reír en todo momento, sino aprender a percibir las cosas de la vida desde ópticas más alegres y más felices. La realidad es subjetiva y depende de nuestro estado de ánimo, donde una persona triste ve un problema, una persona alegre ve una oportunidad”.
A esto añade que, en el caso particular de las personas mayores, “potencia el bienestar subjetivo, aprendiendo a evaluar de forma positiva su vida”. Además, dice que ayuda a los senior a “aprender a adaptarse bien a su edad, planteándose actividades realistas y de acuerdo a sus facultades, estado de salud y el entorno”. Igualmente, les mantiene “al máximo con sus actividades habituales, pues cuanto más activo se esté, mejor”.
En definitiva, como concluye Lara Rodríguez, la risoterapia es una técnica de talleres vivenciales, en lo que “lo importante es sentir y vivir”.
Manuel Arias: “La risa puede ser normal o sin venir a cuento. En ese caso, es dato de anormalidad del funcionamiento cerebral”
“La risa es un fenómeno cerebral que puede ser beneficioso o indicativo de enfermedad”, afirma el doctor Arias. “La risa puede ser normal, ante una situación en la que nos cuentan un chiste o que vemos una situación graciosa, o por una patología, es decir, que te ríes sin venir a cuento. En ese caso, es un dato de anormalidad del funcionamiento cerebral”, aclara el experto.
El hecho de reírse cuando la situación, en principio, no lo requiere no es la única forma en la que se manifiesta la risa patológica, ya que la musculatura facial también ofrece pistas de que algo no está bien. El doctor Arias explica que “en una risa normal, el ángulo de la boca sube hacia arriba, los ojos se rasgan un poquito y hay un músculo que se llama risorio que se activa. Pero cuando es risa patológica, es importante mirar a la frente al enfermo y a unos músculos que están encima de la nariz pues se activan considerablemente. Es como una expresión de demasiada activación de musculatura con respecto a la risa normal, en la que no se activan tantos músculos”.
Además, la dopamina que está asociada a la risa en condiciones normales no se hace presente en la risa patológica, por lo que ya no es una situación placentera.
En su estudio “Neurología de la risa y del humor: risa y llanto patológicos”, el doctor Arias asegura que las causas del síndrome de risa patológica se podrían dividir en dos grupos: comportamiento alterado con alegría inmotivada (que se produce cuando la persona padece síndrome de Angelman, esquizofrenia, manía, demencia...) e interferencia con mecanismos inhibidores o excitadores (cuando presenta epilepsia gelástica, ictus, esclerosis múltiple, esclerosis lateral amiotrófica, enfermedad de Parkinson, traumatismos, tumores…).
En el caso del ictus, comenta que cuando se produce este tipo de accidente cerebrovascular en algunas ocasiones especialmente graves se puede llegar a “desconectar el centro coordinador de la risa, en el tronco cerebral”. Cuando esto se produce, declara, los enfermos empiezan a reírse sin parar. Esta risa puede ir incrementándose poco a poco. “Esto ya se conoce desde principios del siglo XX porque se llama la loca risa podrómica de muerte, pues puede acabar con la muerte”, dice.
Los enfermos con dolencias neurodegenerativas como el Alzheimer también pueden verse afectados por este tipo de risa. Sin embargo, “en el Alzheimer es distinto porque no es una lesión vascular en el tronco sino en las vías que bajan desde la parte anterior del lóbulo frontal, que es donde está la capacidad de razonamiento abstracto, del juicio, etcétera. Por ejemplo, en la demencia fronto temporal la risa patológica es más frecuente que en el Alzheimer, pero en el Alzheimer también se produce”, explica.
En lo referente a los tratamientos, afirma que hay algunos que pueden llegar a ser eficaces en determinados casos. Entre ellos se encuentran los inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina, levodopa, lamotrigina y la asociación de dextrometorfano quinidina.