martes, 18 marzo 2025
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¡Qué no cunda el pánico! Con la alopecia no está todo perdido

Este problema médico, que afecta al 50% de los hombres y al 25% de las mujeres, se suele dar a partir de la adolescencia en el sexo masculino. En cambio, en el femenino presenta dos picos: la adolescencia y la menopausia
Más del 50% de los hombres y del 25% de las mujeres sufre algún tipo de alopecia. Así lo explican desde la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV). 
Pero empecemos por el principio. Según datos facilitados por la empresa Svenson, cada persona posee entre 130.000 y 150.000 folículos que se van reduciendo a medida que se envejece. Desde que de un folículo nace un pelo, pueden pasar 20 ciclos. Cuando la “vida” de este pelo llega a su fin, se cae. En ese momento, este pasa a formar parte del grupo de entre 20 y 40 cabellos que, en condiciones normales, una persona pierde cada día. Cabe señalar que en periodos como primavera y otoño, se pueden perder hasta 100 pelos.
Algo muy diferente es la caída de cabello que se escapa de los patrones normales, la alopecia, que es un proceso que va avanzando de forma progresiva y a un ritmo que depende de cada persona. Desde la AEDV apuntan que existen más de 100 tipos diferentes de este problema médico, para cuyo tratamiento es preciso acudir a un experto en Dermatología. 
La alopecia se suele dar a partir de la adolescencia en los hombres, mientras que en las mujeres hay dos picos: la adolescencia y la menopausia. En este sentido, la doctora Cristina Serrano, miembro de la academia, apunta que “en el varón la causa más frecuente es la alopecia androgenética”. Una tipología cuyo origen es, básicamente, genético y hormonal. 
En cambio, explica, en las mujeres “lo más frecuente son los efluvios telogénicos”. Estos son procesos en los que un gran número de folículos pilosos aceleran su evolución, haciendo que la fase de caída del cabello llegue de forma prematura. 
Uno de los motivos por el que esto se produce en mujeres de edad avanzada es el conjunto de cambios fisiológicos que estas sufren durante la menopausia, periodo en el que es habitual que el ciclo del cabello se reduzca. Esto hace que el pelo de la mujer sea cada vez más fino y más corto, provocando, como consecuencia, cierto grado de alopecia. 
Otro de los tipos más comunes es la areata. Su desarrollo está vinculado a factores genéticos, a la hipersensibilidad de la persona por una tendencia familiar a la misma, a reacciones inmunes y autoinmunes de algunos órganos del cuerpo humano y al estrés emocional. 
Sin embargo, la doctora Serrano explica que “el estrés psicológico puede afectar a la mayoría de las alopecias”, actuando “como desencadenante o como factor muy influyente en pacientes predispuestos”. “Además, cuando se pasa por un estrés importante, ya sea físico o emocional, puede producir una caída del tipo efluvio telogénico que se manifiesta a los dos o cuatro meses del episodio estresante y se manifiesta como una caída brusca, alarmante y difusa de pelo que se suele recuperar sin problema cuando deja de actuar este factor estrés”, apunta.
Pero los elementos genéticos y psicológicos no son los únicos que pueden desencadenar este proceso. Y es que, a veces, algo tan básico como la dieta puede llegar a ser determinante. “Una alimentación desequilibrada y pobre en proteínas, minerales, hierro y otros oligoelementos se traduce tanto en una posible caída de pelo (tipo efluvio telogénico), como en cambios en la morfología, textura e incluso color del cabello”, explica. Es por ello que “se recomienda siempre una alimentación equilibrada en todos sus componentes”.

Sus tratamientos
Existen tratamientos para la alopecia. Estos pueden llevarse a cabo tanto en hombres como en mujeres y pueden detener su avance e incluso aumentar la densidad del cabello en su conjunto. Eso sí, para cada tipología hay unas medidas que se adaptan mejor que otras.
Cabe tener en cuenta, además, que la ingesta de vitaminas puede mejorar el aspecto cosmético del pelo, pero en ningún caso pone freno a la caída del cabello. Lo que sí pueden ser es un complemento al tratamiento principal.
Los fármacos, los medios de estimulación capilar que previenen o ralentizan el proceso degenerativo de los folículos y la terapia láser de baja intensidad –que ayuda a aumentar la densidad y el grosor del cabello­– son algunas de las medidas más comunes que se indican para frenar la alopecia.
La doctora Serrano explica, con respecto a la tipología androgenética, que “no podemos hacer nada para evitarla”, pero que “hay tratamientos médicos eficaces para mantenerla, para que no progrese e incluso para recuperar algo de pelo ya miniaturizado”. 
Con el fin de poner fin a la calvicie irreversible, son muchas las personas que están optando por realizarse microinjertos de cabello. “El trasplante capilar se ofrece en la actualidad como una opción de tratamiento segura y eficaz en muchos tipos de alopecia. No implica impacto negativo siempre que esté bien indicada, y bien realizada y con un seguimiento adecuado”, comenta. Para ello, destaca, “se aconseja siempre ponerse en manos de dermatólogos especializados en cabello (tricólogos)”.
Además, estudios recientes apuntan que los tratamientos con células madre pueden lograr que el pelo vuelva a crecer. A pesar de ello, la experta dice que estos “aún están en proceso de investigación, totalmente experimental, y, por el momento, no hay datos. No se debe confundir con la técnica de plasma rico en plaquetas, o plasma rico en factores de crecimiento que sí ha demostrado en algunos estudios capacidad para estimular el crecimiento capilar y aumentar el diámetro de los cabellos”.

Mitos y verdades
Sobre la alopecia hay muchas teorías, algunas ciertas y otras que son auténticos mitos. 
La doctora Serrano señala, por ejemplo, la tendencia a pensar que ponerse gomina o laca en el pelo es contraproducente para la salud del mismo, llegando incluso a provocar su caída. En este sentido, apunta que esto no le afecta en absoluto, pues tanto una como otra se aplican en el tallo del pelo y no en la raíz. Lo que sí puede ejercer impacto es la calidad de estos productos, pero este siempre será de tipo estético, pues pueden dañar el pelo e incluso romperlo. 
Algo similar ocurre con los champús. “No hay que olvidar que es un producto de limpieza que está diseñado para permitir la unión de la grasa con la suciedad al agua. Para ello lleva un agente tensioactivo que, si tiene un pH muy alcalino, puede dañar el tallo del pelo. Ningún champú hace que el pelo crezca mejor o peor, lo que sí puede es alterar el tallo, que pierda su brillo habitual e incluso que se rompa”, declara.
Igualmente, indica que el empleo de gorras o sombreros tampoco provoca alopecia. Un problema médico que ni se remedia al rapar al cero el pelo, ni, al contrario de lo que muchas personas piensan, vuelve a salir con más fuerza. La experta señala que esta falsa concepción se debe a que, cuado se corta el pelo y este empieza a crecer, parece más fuerte, más grueso, pero que esto solo se debe a que, al estar tan corto, no es flexible aún. Otro de los factores que influyen en este mito son, según explica, el hecho de que cuando el pelo está tan corto y cae, no es tan visible como cuando lo que se pierde es el cabello largo.
¿Y si se lava el pelo con mucha frecuencia cae más que si espacio los lavados? Esta es otra de las grandes leyendas. Y es que, como dice la doctora Serrano, la limpieza del cabello debe hacerse más o menos veces a la semana dependiendo de las características del mismo. Es decir, que se debe realizar con más frecuencia en cueros cabelludos grasos y con menos en los secos. Además, explica, “si una persona no se cepilla ni se lava con frecuencia el pelo, el día que se lave, se van a caer todos los pelos que se deberían haber caído los días previos y esto sí va a ser una gran alarma”.
Y, una vez lavado, ¿utilizar el secador es malo? Con respecto a esto, concluye que este “es un buen aparato siempre que se use convenientemente. Si tiene el cabello mojado y aproxima el secador a altas temperaturas puede producirse una evaporación brusca del agua que está dentro del tallo del pelo y se forma una burbuja por la que puede romperse el pelo. Por ello es recomendable usar el secador a bajas temperaturas y a una distancia prudente, para evitar las burbujas. Puede ser de utilidad acoplar un difusor”.
Lo dicho, que con los tratamientos y las medidas adecuadas, con la alopecia no está todo perdido.

Presión social, impacto psicológico
María Concepción Rodríguez Pérez, psicóloga y vocal de la Xunta de Goberno del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia, señala que “la alopecia puede provocar una pérdida de confianza de la persona en sí misma”. Y es que esta “puede sentirse menos atractiva, lo que afecta directamente a su seguridad, a su autoestima y al estado de ánimo. Esto puede tener efectos negativos en las relaciones en general, y, en particular, en las relaciones de pareja”. 
Pero, ¿por qué la caída del cabello causa tanto impacto a nivel emocional en quien la padece? Rodríguez Pérez apunta al ideal de belleza del mundo actual. “En una sociedad en la que se le otorga tanta importancia a la estética de la superficie, la alopecia puede ser vivida como una tragedia”. Esta realidad, dice, lleva a los que la sufren a ocultarla.
Sin embargo, como indica, se aprecian diferencias entre sexos en lo que a la tolerancia de la calvicie se refiere. “Socialmente es aceptable que los hombres se queden calvos, pero es absolutamente inaceptable en las mujeres. Si no vemos ninguna mujer que sufra de alopecia es porque esta es ocultada por completo. En las mujeres la estética del cuerpo siempre ha sido mucho más exigente y la alopecia no podía ser una excepción”, explica. 
Entre las consecuencias psicológicas de esta presión social destacan las antes mencionadas. A pesar de ello, estas no son las únicas, pues hay quien que se ve incapaz de superar su nueva realidad. “Sabemos que en algunas personas causa tanto estrés que esta hace que sientan que no pueden ser las mismas y mudan completamente de vida. Pueden llegar a mudar de profesión y de hábitos de vida”, destaca la psicóloga. “En ese sentido podemos decir que altera la identidad, por lo menos en la dimensión social de la persona”, de hecho, “en los más jóvenes puede ser un factor determinante a influir en la formación de su identidad”.
La experta insiste en que lo más habitual es que las personas superen y acepten su nuevo aspecto, pero que hay casos de pacientes que llegan a caer en trastornos de ansiedad, agorafobia y depresión, “que en algunos casos puede llegar a ser grave”.  
Para evitar llegar a este punto, Rodríguez Pérez hace hincapié en la importancia de acudir en busca de ayuda a un profesional de la Psicología, pues es mejor superar el impacto psicológico que puede causar la alopecia en los primeros estadios del mismo, evitando así la aparición de complicaciones mayores.
“Este mundo que define lo que debemos ser, cuándo y cómo debemos ser, casi no deja espacio ni tiempo para mirarnos hacia dentro y descubrir lo que somos y si queremos ser así”. “Cuando nos damos cuenta ya padecemos de estrés –factor estrechamente vinculado a la aparición de la alopecia areata–. Nunca es tarde para aprender a poner en orden nuestras prioridades, asegurándonos de que en esa lista está el autocuidado”, concluye.

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