‘El síndrome del escaparate’, cuando el entumecimiento y dolor impiden seguir caminando

“No es fácil para el paciente diferenciar entre una molestia puramente muscular de una molestia de origen vascular. Si existen antecedentes de angina, infarto, ictus, etcétera, debe sospecharse ante la aparición de los síntomas típicos”, explica Vicente Arrarte, cardiólogo vocal de la Sección de Riesgo Vascular de la Sociedad Española de Cardiología (SEC). Los síntomas más habituales a los que alude el doctor son, el ya citado dolor, calambres, entumecimiento, sensación de cansancio muscular y tendencia a frialdad de extremidades. Asimismo, existen otra serie de síntomas como la piel pálida, engrosamiento de las uñas de los pies u hormigueos en las áreas afectadas.
“El dolor comienza de forma progresiva hasta convertirse en limitante, de ahí que se le considere coloquialmente “la enfermedad del escaparte”, ya que los pacientes necesitan parar hasta recuperarse del dolor y la impotencia para continuar caminando”, añade el cardiólogo.
La dolencia puede llegar a manifestarse incluso en posición acostada de reposo, mejorando con la posición de pie por efecto de la gravedad. Esta circunstancia puede dar lugar a una situación de dependencia y discapacidad en las personas afectadas. “Si la enfermedad progresa, limita la actividad, e incluso pueden existir mayores complicaciones isquémicas por falta de irrigación de la extremidad y precisar tratamientos más agresivos tales como la cirugía de bypass arterial, o en situaciones muy avanzadas, amputación de la extremidad, de ahí la importancia de la prevención secundaria y control de factores de riesgo implicados”, apunta el representante de la SEC.
Arteriosclerosis obliterante
La causa médica más común de la claudicación médica es la arteriosclerosis obliterante, responsable del 95% de las obstrucciones arteriales.
Esta patología es conocida como la enfermedad de las arterias a todos los niveles del cuerpo, ya que es la misma afectación que da lugar a ictus, infartos, etcétera, consecuencia del envejecimiento y, en especial, prematuramente por la presencia de factores de riesgo,como tabaquismo, diabetes, HTA y disilipemia.
“También los hábitos de vida como el sedentarismo y los malos hábitos dietéticos colaboran en la progresión de la enfermedad. Según la mayor o menor afectación, el tiempo de instauración y la presencia o no de colaterales –pequeñas arterias que se desarrollan para mejorar la circulación y se estimula actividad física–, el grado de afectación de la enfermedad será mayor o menor”, advierte Arrarte.
La obstrucción arterial también provoca una mayor dificultad para la cicatrización de las heridas, así como una mayor frecuencia de infección.
Tratamiento
La caludicación intermitente no tiene un tratamiento específico, por lo que es importante intentar evitar su evolución y controlar sus consecuencias.
“Como en la mayoría de las enfermedades cardiovasculares, la mejor forma es el control de hábitos de vida y de factores de riesgo cardiovascular y abandonar el tabaquismo, si existe. Caminar mucho a diario ayuda a proteger de la enfermedad y a mejorar los síntomas de la enfermedad, por tanto, es el mejor consejo que se puede dar, además de consultar con un cirujano vascular para su seguimiento y estudio si se precisara”, indica el cardiólogo de la SEC.
Otras de las medidas en que hacen hincapié los profesionales son: el cuidado de los pies, ya que los traumatismos e infecciones pueden agravar la evolución de la enfermedad; emplear una técnica adecuada para el corte de las uñas; examinar pies y calzado antes y después de realizar prácticas deportivas o largos trayectos; utilizar calzado cómodo; las medias no deben ejercer presión sobre la pierna; elevar la cabecera de la cama para estimular a la sangre para pasar a través de la obstrucción por efecto de la gravedad; y realizar ejercicios físicos supervisados y progresivos como pasear o montar en bicicleta.