Las sinergias

Del 20 al 22 de febrero se celebró, en Zamora, la segunda edición de la Feria Internacional de Innovación y Tecnología al Servicio de los Cuidados (Fitecu). Durante tres jornadas, la organización, encabezada por la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades de la Junta de Castilla y León, junto al clúster Soluciones Innovadoras para la Vida Independiente (SIVI), propuso un evento versátil, que ha duplicado su tamaño con respecto al de 2023, y que no solo sirve como foro de reflexión, sino también como escaparate de las últimas innovaciones tecnológicas en el ámbito de los cuidados.
Esta segunda feria llega en un momento clave para el sector sociosanitario, en una coyuntura pospandemia con varios desafíos abiertos, empezando por la consabida situación del envejecimiento demográfico, que supone un incremento exponencial de la demanda de cuidados para los próximos años.
Además, esta situación arriba con un déficit importante de profesionales (personal de enfermería, auxiliares, cuidadores…), es decir, el recurso más preciado, el humano, lo que plantea un desafío, si cabe, mayor.
En medio de estas circunstancias, asistimos también a toda una inflexión tecnológica, con una población más receptiva que nunca a los diversos dispositivos electrónicos y aplicaciones digitales del mercado –que hemos adoptado con celeridad tras la Covid-19–, y una verdadera revolución en marcha: el despegue de la inteligencia artificial generativa y su adaptabilidad a múltiples ramas, tanto sociales como sanitarias.
Removido y probado este ‘caldo’, Fitecu planteó una feria para comprender dónde nos encontramos, pero también para mirar hacia los lados y otear el horizonte. El presente lo tuvimos en los expositores, con medio centenar de empresas mostrando sus servicios de monitorización, de teleasistencia y de robótica social. El congreso optó por ponencias y mesas de discusión eclécticas, representadas por las distintas partes que forman la cadena de valor (investigadores, empresas y Administraciones públicas) y en las que tan importante era conocer lo que estamos haciendo aquí, como observar los modelos sociosanitarios de fuera, atendiendo a la experiencia de otros países como Japón, Singapur o Reino Unido.
Por último, e irreversiblemente asociado a la propia esencia de Fitecu, el evento vislumbró ‘el futuro de los cuidados’, lema de este año, con demostraciones y charlas sobre la tecnología que ya está en marcha (y la que está por venir), en la que la IA de la que hablaba antes y su integración en otros campos como la neurotecnología o la robótica social –tema en el que los lectores pueden profundizar en el reportaje principal de este número– desempeñará un papel destacado a medio plazo.
En este punto, era importante sentar las bases no solo de cuáles son las tendencias actuales, también de empezar a reflexionar sobre los riesgos que entrañan estos nuevos confines hacia los que transitamos, con amenazas como los límites éticos que plantean, su gran coste, el peligro de la deshumanización o la escasa o excesiva regulación de estas nuevas tecnologías, y que pueda derivar en desprotección o nos impida avanzar y competir a nivel internacional.
La cuarta pata que justifica un evento de estas características son, sin duda, las sinergias que genera. Algo tan sencillo como reunir al sector y debatir en torno a él es siempre un buen comienzo, quizá el de un nuevo proyecto innovador o la rendija por la que se cuele una nueva idea.