OPINIÓN
Uno de los grandes propósitos para 2018: alcanzar la conciencia de los derechos en las personas mayores
Por Luis Cayo Pérez, presidente del Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi)

No se trata de algo material, tangible. Los grandes cambios prácticos que tocan a la vida de la gente vienen precedidos casi siempre por estímulos mentales y por la alteración de las mentalidades imperantes en la sociedad.
Las personas mayores, como grupo cívico diferenciado e identificable, presentan ingentes necesidades no cubiertas o desatendidas, pero se podrían señalar dos o tres de las más apremiantes: un nivel de protección social (pensiones) digno y suficiente, asegurado y sostenido; una garantía de los cuidados y atenciones de larga duración para que exista una auténtica autonomía personal; y una participación real, respetada y respetable, en la vida en comunidad, por ejemplo.
Cualquiera de los anteriores requerimientos, y otros muchos más, podrían erigirse como objetivos político-sociales para el año 2018, y ojalá que así sea.
Pero no deseo declarar estos, que por lo demás suscribo plenamente, como los propósitos mayores; voy a dirigir la mirada a otros de cariz más cualitativo, pero a la postre más aptos para generar cambio social positivo.
La conciencia de los derechos (humanos) de las personas mayores, sería uno de esos propósitos, entendiendo como tal la convicción firme, activa y productiva de que solo este enfoque es el admisible para abordar la realidad de dicho grupo social, y para establecer, a partir de ella, legislaciones y políticas públicas. Una conciencia, primeramente, individual de las propias personas mayores, de su valor y de su dignidad radicales, que no aceptan por tanto exclusiones ni discriminaciones; una conciencia, inmediatamente después, colectiva, de grupo, que como persona participativa y movilizada proclama, ejerce y defiende sus derechos y contribuye en pie de igualdad, con el resto, a la mejora colectiva.
Adquirida esta conciencia, consolidada y extendida, a título personal y grupal, el proceso de cambio social favorable en relación con las personas mayores, no hará sino acelerarse, haciéndose irreversible.
Una dinámica inducida y guiada por las propias personas mayores, que serán las genuinas y directas protagonistas de la última gran emancipación pendiente.
Las personas mayores, como grupo cívico diferenciado e identificable, presentan ingentes necesidades no cubiertas o desatendidas, pero se podrían señalar dos o tres de las más apremiantes: un nivel de protección social (pensiones) digno y suficiente, asegurado y sostenido; una garantía de los cuidados y atenciones de larga duración para que exista una auténtica autonomía personal; y una participación real, respetada y respetable, en la vida en comunidad, por ejemplo.
Cualquiera de los anteriores requerimientos, y otros muchos más, podrían erigirse como objetivos político-sociales para el año 2018, y ojalá que así sea.
Pero no deseo declarar estos, que por lo demás suscribo plenamente, como los propósitos mayores; voy a dirigir la mirada a otros de cariz más cualitativo, pero a la postre más aptos para generar cambio social positivo.
La conciencia de los derechos (humanos) de las personas mayores, sería uno de esos propósitos, entendiendo como tal la convicción firme, activa y productiva de que solo este enfoque es el admisible para abordar la realidad de dicho grupo social, y para establecer, a partir de ella, legislaciones y políticas públicas. Una conciencia, primeramente, individual de las propias personas mayores, de su valor y de su dignidad radicales, que no aceptan por tanto exclusiones ni discriminaciones; una conciencia, inmediatamente después, colectiva, de grupo, que como persona participativa y movilizada proclama, ejerce y defiende sus derechos y contribuye en pie de igualdad, con el resto, a la mejora colectiva.
Adquirida esta conciencia, consolidada y extendida, a título personal y grupal, el proceso de cambio social favorable en relación con las personas mayores, no hará sino acelerarse, haciéndose irreversible.
Una dinámica inducida y guiada por las propias personas mayores, que serán las genuinas y directas protagonistas de la última gran emancipación pendiente.