Pablo Claver / Psicólogo. Director del Museo de la Felicidad (MüF)
El Museo de la Felicidad invita a personas mayores que se sienten solas a disfrutar de visitas guiadas

Pregunta.- El Museo de la Felicidad es una iniciativa para generar conexión emocional, bienestar y compañía a través de la cultura y el arte. ¿Cómo surge este proyecto?
Respuesta.- Durante la pandemia descubrimos el Museo de la Felicidad de Copenhague, el primero del mundo dedicado a explorar la felicidad desde múltiples perspectivas. A partir de ahí, vimos la oportunidad de crear en Madrid un espacio similar, pero con un enfoque más vivencial. Nos asociamos con el Instituto Internacional de la Felicidad que son los propietarios del The Happiness Museum de Copenhague y así nació el Museo de la Felicidad de Madrid. Hacemos un recorrido por la cultura, la ciencia, el arte, la literatura y la historia de la felicidad, combinando contenidos con experiencias que invitan a practicarla in situ. Queríamos que fuera un lugar para aprender, emocionarse y sentirse acompañado. Creo que lo hemos conseguido.
P.- ¿Qué se encuentra el visitante cuando traspasa la entrada del museo?
R.- Se van a encontrar diferentes salas donde irán descubriendo curiosidades e información sobre la ciencia, la cultura, la economía, el arte y la ciencia de la felicidad y además se le van proponiendo diferentes experiencias para vivirlas en el momento y así poder experimentar en su propio cuerpo algunas cosas que nos pueden hacer felices. Tenemos más de 20 experiencias para hacer dentro del museo. Desde un risódromo donde aprender a como reírnos para liberar endorfinas, un armario donde explorar y descubrir algún secreto sobre nuestra propia felicidad, un banco que no da dinero pero si cheques para dar o recibir cosas mucho más importantes que el dinero, una sala de desestrés para todas las edades, una habitación donde se escuchan las diez canciones que más felicidad dan a los seres humanos, etcétera. Todo está diseñado para tocar, explorar y disfrutar. Nos gusta decir que en nuestro museo está prohibido no tocar.
P.- ¿Diría que aun existe un desconocimiento sobre cómo la cultura puede despertar nuestras emociones? ¿Cómo está funcionando esta iniciativa?
R.- ¡Está funcionando muy bien! En apenas un año y medio hemos recibido a más de 150.000 visitantes de todas las edades, desde bebés de pocos meses hasta personas que superan los 100 años. Y lo mejor es que cada día llegan personas que no sabían que un museo como este existía. Somos un museo permanente y nuestro objetivo es mostrar que los museos pueden evolucionar: ser espacios vivos donde no solo se admiran obras, sino que también se aprende y en nuestro caso se viven emociones positivas para conectar con uno mismo y con los demás.
P.- Desde su experiencia, y siendo conscientes de que no existe una receta mágica, ¿se puede aprender a ser feliz?
R.- Sí se puede aprender a ser feliz. Es un SI en mayúsculas, aunque con matices. No podemos estar felices todo el tiempo, a todas horas. Los seres humanos tenemos que vivir todas las emociones. Como dice el profesor Tal Ben Sahar (primer profesor de felicidad de la Universidad de Harvard, nos tenemos que dar el derecho a ser humanos. Cuando toque estar triste, sentir miedo o enfadarnos, tenemos que vivir esas emociones. Lo que sí podemos es entrenar nuestra mente y cambiar nuestra actitud para aumentar los momentos de bienestar cuando nada nos lo impida. Muchísimas personas no tienen nada que les impida ser felices muchos días del año y realmente no disfrutan esos días. Y esto si lo podemos cambiar, el tener más días memorables, gracias a la neuroplasticidad de nuestro cerebro. Podemos cambiar hábitos, pensamientos y comportamientos para ser más felices. En mi caso, he incorporado 12 nuevos hábitos en los últimos diez años que me ayudan a estar bien la mayoría de los días como digo, si no tengo nada que me lo impida. No hay ninguna receta mágica que le funcione a todo el mundo, pero si hay muchas técnicas y herramientas que podemos utilizar para ser más felices. En el museo de la felicidad mostramos algunas para que si el visitante lo desea las pueda practicar y quedarse con aquellas que a ellos les funcionen.
P.- El MüF ofrece numerosas experiencias interactivas. ¿En qué consiste, en concreto, la experiencia que han diseñado para los mayores que visitan el museo?
R.- Hemos lanzado una campaña de visitas guiadas especialmente pensada para personas mayores, que pueden venir solas y compartir la experiencia con otros visitantes. Todas nuestras experiencias están adaptadas a todas las edades, y las personas mayores suelen disfrutar especialmente aquellas que invitan al recuerdo, al juego tranquilo, al contacto emocional y a la reflexión. Además, si hay alguna actividad que no desean hacer, pueden pasarla sin problema. La visita siempre es libre, inclusiva y respetuosa con los ritmos de cada uno.

P.- Está demostrado que las emociones positivas tienen repercusión en nuestra salud emocional. ¿Cuáles son los beneficios que constan que puede reportar esta actividad a los mayores?
R.- El vivir emociones positivas nos hace estar más presentes y disfrutar del momento. El museo está diseñado para vivir en presente y disfrutar las experiencias que ofrecemos que en su gran mayoría están diseñadas para generarnos emociones positivas. Los beneficios que reportan estas actividades nos van a hacer sentirnos mejor durante la visita. Lo primero que hacemos a la entrada al Museo es que nos contesten dos preguntas de como se sienten, a través de nuestro felizómetro. También tenemos otro termómetro emocional a la salida, como nos gusta llamar a nuestros felizómetros, para que nos digan como se van del museo. Más del 95% de las personas salen más felices de lo que entraron. Las experiencias que se viven aquí no solo tienen un impacto inmediato, sino que muchas de ellas pueden replicarse en casa. Por eso, al finalizar la visita, entregamos una tarjeta de ‘Embajador/a del Museo de la Felicidad’ con once sugerencias prácticas para cultivar la felicidad día a día. Estas sugerencias están inspiradas en el Instituto de la Felicidad de Dinamarca y por supuesto que también están pensadas para que las practiquen las personas mayores.
P.- Desde el MüF señalan que “el arte no solo emociona, también cuida”. ¿Podemos decir que iniciativas como esta son una terapia para aquellos mayores que sufren soledad no deseada?
R.- Sin duda. Muchos visitantes mayores nos dicen que han venido solos y se han sentido acompañados. El Museo de la Felicidad no reemplaza una terapia profesional, pero sí puede ser un punto de partida para reconectar con la alegría, con recuerdos bonitos y con otras personas. Ofrecemos un espacio seguro, amable y humano, donde uno puede sentirse visto y valorado. Además, las sugerencias que proponemos para continuar practicando la felicidad fuera del museo, que están en nuestra tarjeta de Embajadores del MüF, les pueden ayudar a mejorar su día a día y combatir poco a poco esa soledad no deseada que afecta a tantas personas mayores.