La excepcionalidad de la situación vivida no solo a nivel nacional, sino a nivel mundial debido a la pandemia por la Covid-19, ha dado pie a tratar de avanzar en el modelo de cuidado hacia la Atención Centrada en la Persona, que supone apostar por la implantación de un cambio en el paradigma de cuidado existente, que ofrezca tranquilidad y bienestar a las personas cuidadas desde el Buen Trato y la Atención Centrada en la Persona Sin Sujeciones.
Tradicionalmente la sujeción ha resultado un procedimiento controvertido, habiendo siempre existido profesionales que han abogado por utilizar otro tipo de enfoques de atención y de abordajes clínicos, argumentando que una humanización del cuidado favorece una mejor evolución clínica de la persona cuidada. Y así se han promovido medidas higiénicas relacionadas con una buena alimentación, el ejercicio físico, las terapias ocupacionales, y la observación y el análisis en caso de alteraciones comportamentales, medidas que se enmarcan dentro de las llamadas terapias no farmacológicas.
En el último decenio estamos asistiendo a un resurgir de este enfoque, en el que cada vez se cuestiona menos que la Atención Centrada en la Persona y la No Sujeción van de la mano, de forma que no se concibe una sin la otra. Y si nuestro objetivo es que el país evolucione a un modelo de estas características, habremos de rebajar el marketing que rodea al concepto de Atención Centrada en la Persona, y matizar con contundencia que ésta no existe si existe sujeción. Pero es que además, este nuevo paradigma de atención alberga contundentes razones éticas que justifican su desarrollo y extensión, más aún cuando se ha comprobado que no existe en España impedimento legal para avanzar en él. Lo que por otro lado, está haciendo que las Administraciones ya hayan comenzado a legislar en este sentido.
Como herramientas fundamentales del modelo de cuidado se muestran las relacionadas con un enfoque de atención que favorezca la autonomía de la persona cuidada, mejorar procesos de gestión para así poder centrar la atención en la propia persona, y desarrollar una correcta eliminación de sujeciones o un planteamiento de cuidado preventivo sin sujeción. Todo ello posibilitará que en las interacciones de la cadena de cuidado podamos evolucionar desde una relación conceptualmente vertical y paternalista hacia una más horizontal, donde escuchar las necesidades de la persona se hace imprescindible, estableciendo una interacción empática que, sin duda, mejorará la actuación profesional para con ella, al considerarla desde una perspectiva global.
Para enfrentarse al desafío de ofrecer cuidados de alta calidad, en especial a las personas dependientes, el sector social necesitará innovar e implantar nuevas tecnologías, así como requerirá la capacitación y formación de sus profesionales en aspectos éticos, clínicos, humanos, tecnológicos y de innovación. Ello permitirá que todas las personas que forman parte del sector de los cuidados puedan contribuir en hacer realidad el Modelo de Cuidado Sin Sujeción.