Pregunta.- Usted es el autor de la exposición fotográfica ‘Descartados’, que pone de relieve la situación en que viven las personas mayores del Bajo Lempa, en El Salvador. Este proyecto nació de la idea de su padre, Emilio Espín, pero, ¿qué le llevó a aceptar el reto? O, dicho de otra forma: ¿Cómo nace ‘Descartados’ en su cabeza?
Respuesta.- “La primera condición para cambiar la realidad es conocerla”. La frase es de Martín Caparrós. Mi padre, que lleva toda la vida en la cooperación al desarrollo y 15 años liderando la lucha por los derechos de los adultos mayores en El Salvador, intuía que comunicar bien la situación de pobreza y exclusión social de las personas mayores favorecería la transformación social. Me llamó para que le aconsejara. Yo asumí el proyecto. El plan: irme a vivir a Centroamérica, hacer una investigación fotoperiodística de una realidad silenciada y publicarla como libro. Pero los recursos no daban ni para imprimir el libro, no digamos para pagar salarios o gastos. Durante los meses en los que estuve trabajando sobre el terreno, comprendí la dimensión del abandono de las personas mayores, los descartados; le di forma al libro y monté un equipo de profesionales del diseño gráfico, la edición, la traducción… que se sumaron altruistamente y que han sido imprescindibles para el éxito del proyecto.
El libro se publicó el verano de 2017 y tuvo una repercusión mayor de lo que esperábamos. La exposición que tenemos de gira por Centroamérica y España fue una idea posterior con la que aprovechamos las mejores fotografías e historias del libro para seguir dando vuelo a la voz de los descartados. La inauguramos en septiembre de 2018 en el Museo de Arte de El Salvador.
P.- Para llevar a cabo el proyecto, visitó más de medio centenar de hogares en los que viven personas mayores de 15 comunidades rurales de Tecoluca. ¿Qué momento o momentos destacaría de esta experiencia?
R.- Conversar con las personas que participaron en el proyecto fue transformador. Recuerdo la idéntica decidida respuesta que me dieron doña Faustina y doña Carlota cuando les pregunté si estaban seguras de querer contar sus desgarradoras historias tal y como las había escrito: “Sí, así fue y así hay que contarla”. La naranja (y el machete para pelarla) que me ofrecieron Ricardo y Azucena al llegar a su casa, una choza aislada, donde viven en pobreza extrema, sin luz eléctrica ni agua corriente. La elocuencia, la elegancia y la dignidad de José Isabel, un hombre que tenía dificultades para comer tres veces al día. Las risas con Pedro Isidoro, padre de ¡23 hijos! El amor y la envidiable complicidad entre Margarita y Luciano, cuyo fallecimiento el año pasado es indesligable de la miseria a la que ellos y todos los demás están condenados.
P.- ¿Cómo son los mayores del Bajo Lempa?
R.- Son personas con más de 60 años que han sobrevivido a un sistema que se ceba con los pobres: muchos empezaron siendo niños desnutridos a los que se les impidió estudiar, se les excluyó de la sanidad, se les explotó laboralmente desde la infancia y todavía hoy a razón de cinco dólares al día por jornal y, si no pueden más, se les abandona. Tres de cada cuatro no tienen ni pensión ni ayuda alguna, así que muchos siguen trabajando en el campo para comer después de los 70 y 80 años. Y pese a todo, son personas como tú o como yo, con virtudes y defectos, que han cometido errores y aciertos, que son más o menos capaces e inteligentes… pero que, independientemente de sus capacidades, tenían el camino escrito solo por el hecho de haber nacido en la cara menos buena del mundo.
P.- En total, son 15 los retratos escogidos, a los que acompañan breves relatos sobre las personas mayores de este país de Centroamérica. ¿Bajo qué criterio cribó las historias y las fotografías?
R.- La pionera y autogestionada Asociación Rural de la Tercera Edad (ARTE) de San Carlos Lempa, que brinda formación, prevención en salud, actividades culturales y trabaja el empoderamiento en el área rural del Bajo Lempa, seleccionó a casi un centenar de personas mayores en situación de abandono. Para el libro y para la exposición elegimos las historias y las fotografías que consideramos que servían mejor al propósito de explicar la diversidad de expresiones de la pobreza y la exclusión social en cinco áreas vitales: ingresos, salud, hábitat, educación y desigualdad de género. También consideramos aspectos como la adecuación informativa, estética y técnica de las fotografías, la paridad…
P.- En definitiva, ‘Descartados’ se centra en denunciar la situación de este colectivo en las zonas rurales de El Salvador, a través de la fotografía. ¿Qué bondades –y carencias– considera que tiene este medio artístico para realizar una denuncia social de este calibre?
R.- La imagen tiene un enorme valor comunicativo, no solo informativo, sino también emotivo y persuasivo. Es un lenguaje universal, con enorme poder para atravesarnos el corazón e instalarse en la memoria. No obstante, la capacidad de la palabra para crear conocimiento preciso y hondo es insustituible, por eso en este libro combino la fotografía con el texto y, al tiempo, textos narrativos con otros más informativos, lo que permite poner las historias particulares en el contexto de la realidad socioeconómica salvadoreña y centroamericana.
P.- La exposición ya lleva un año de gira. ¿Qué reacciones ha visto por parte del público? ¿Se las esperaba?
R.- Algunas personas desconocidas me han escrito o se han acercado a mí en las presentaciones para decirme que las fotografías y las historias les habían conmovido. Con frecuencia esas reacciones me sorprenden y me agradan. Otras veces también siento incomodidad, un cierto pudor. ¿Puede ser “bonita” una foto que muestra dolor? Pero dejando aparte mis demonios, siempre me satisface conmover, claro. Y sobre todo, conmover para mover, para transformar la realidad. Cuando esto ocurre, sabes que tu trabajo ha sido útil.
P.- En lo que queda de año y durante 2020, ‘Descartados’ seguirá de gira. ¿Qué fechas y lugares puede confirmar?
R.- La exposición está ahora en la universidad Campus Deusto de Bilbao, gracias a la gestión de TAU Fundazioa. Íñigo Odriozola, responsable de esta oenegé, y Begoña Calleja han producido, además, una versión más pequeña y portable de la exposición que estará de gira por asociaciones de jubilados del País Vasco. La expo oficial pasará en noviembre por Sant Quirze del Vallés, con la oenegé Ateneu del món, y se mostrará en diciembre en EspaiCaixa Girona, de la Fundació La Caixa. En
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