domingo, 23 marzo 2025
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ALANA OFFICER / ASESORA DE SALUD EN LA OMS

‘No solo creo en la necesidad de un mundo amigable con los mayores, sino que es posible lograrlo’

Entrevistamos a Alana Officer, asesora de Salud en la OMS, sobre edadismo, discriminación y la iniciativa de las Ciudades Amigables con las Personas Mayores
Pregunta.- En 2050, habrá 2.000 millones de personas mayores de 60 años en el mundo. ¿Qué cambios se pueden esperar de esta transformación demográfica?
Respuesta.- La población está envejeciendo mucho más rápido que en el pasado, lo que reduce el tiempo de los Gobiernos para prepararse. Por ejemplo, mientras que Francia tuvo casi 150 años para adaptarse a un cambio del 10 al 20% en la proporción de la población de más de 60 años, lugares como Brasil, China e India tendrán poco más de 20.
Por otro lado, el número de personas mayores que necesitan ayuda para realizar actividades básicas en países de altos ingresos ha disminuido ligeramente en los últimos 30 años. Aunque vivimos más, nuestra salud no mejora. Además, la salud en la vejez no es aleatoria. Si bien es cierto que algunas variaciones en la longevidad de los mayores reflejan su herencia genética, la mayoría de las veces se debe a sus entornos físicos y sociales. Es importante destacar que estos factores influyen en el envejecimiento desde la infancia, lo que significa que es más probable que un senior de un contexto desfavorecido tenga menos probabilidades de acceder a los servicios y la atención que pueda necesitar.
En otro orden de cosas, el coste de los cuidados formales a largo plazo aumentarán, pero a partir de un nivel muy bajo. Los componentes de salud y asistencia social de la atención formal a largo plazo representan menos del 2% del PIB en la mayoría de los países de la OCDE (dato de 2017). Mientras tanto, el coste de los cuidados informales no se puede medir, pero seguramente sea considerable. Por ejemplo, en 2015, el coste social global total de la demencia se estimó en 818 mil millones de dólares (el 1,1% del PIB mundial), cifra de la que el 40% se relacionó con la atención informal.

P.- ¿Estamos preparados para estos cambios?
R.- Existen variaciones en todo el mundo en cuanto a los sistemas y servicios a implementar para responder a las necesidades de los mayores. Ningún país está completamente preparado, pero muchos han adoptado modelos de los que aprender para aprovecharlos.
Por ejemplo, la acción integral en salud pública requerirá cambios fundamentales, ya que la salud en la edad avanzada no debe definirse por la ausencia de enfermedad. 
Además, si bien los gastos en sanidad y asistencia social para las personas mayores a menudo se consideran como costes, deben entenderse como inversiones que dan la oportunidad a este grupo etario de seguir haciendo contribuciones sociales positivas.
Por otro lado, los sistemas sanitarios deben reajustarse a las necesidades de los mayores, ya que a menudo requieren especialización o multidisciplinariedad. Por último, en el siglo XXI, todos los países necesitan un sistema integrado de atención a largo plazo. En alguno, esto significa construir un sistema desde cero. En otros, significa repensar el cuidado a largo plazo: desde una red de seguridad básica para los más vulnerables, hasta un sistema más amplio que maximice la capacidad funcional de las personas mayores y defienda su autonomía y dignidad.

P.- Estamos a un año de la implementación de la Década del Envejecimiento Saludable (2020-2030). ¿Qué retos se esperan lograr en 2030?
R.- La Década del Envejecimiento Saludable se propone como una colaboración global liderada por la OMS que reunirá a Gobiernos, agencias internacionales, profesionales de la salud, instituciones académicas, medios de comunicación, al sector privado y la sociedad civil para mejorar las vidas de las personas mayores, sus familias y las comunidades en las que viven.
Esta acción es urgente. Ya hay más de 1.000 millones de personas de 60 años o más, y la mayoría vive en países de ingresos bajos y medios. Muchos no tienen acceso a los recursos básicos necesarios para vivir dignamemente, y otros, se enfrentan a múltiples barreras que impiden su plena participación en la sociedad. La Década busca asegurar que todas las personas mayores gocen de igualdad de oportunidades para ser y hacer todo aquello a lo que tienen derecho, y que ninguno de ellos se quede atrás.
El objetivo es estimular la acción local para que garantice, en primer lugar, que las comunidades se desarrollen de manera que fomenten las capacidades de las personas mayores, cambiando la forma en que la sociedad piensa y actúa hacia la edad y el envejecimiento; y desarrollando ciudades y comunidades para que se conviertan en lugares agradables para envejecer. En segundo lugar, trabajar para que las personas mayores tengan acceso a atención médica de calidad, de la mano de servicios de atención primaria que les proporcionen un abordaje sanitario integral. Y por último, proporcionando acceso asistencial social a los mayores que lo necesiten, a través de servicios sostenibles que apoyen la prestación de cuidados basados en la comunidad, así como de inversiones en políticas de atención a largo plazo.
Para lograr estos objetivos, se fomentará la toma de medidas adecuadas en todos los sectores, catalizando la innovación, identificando intervenciones exitosas, permitiendo la investigación y conectando a las partes interesadas de todo el mundo para compartir y aprender de sus experiencias. El compromiso con los mayores será fundamental. Con el apoyo a acciones locales, la Década trabajará con los Gobiernos para formular políticas que incluyan y apoyen a los senior, y un sistema de monitoreo y evaluación sentará las bases para un marco de rendición de cuentas que medirá el progreso a lo largo de la Década.

P.- Según ‘The Lancet’, el 16% de las personas mayores de 60 años han sido víctimas de abuso. En su opinión, ¿cómo es posible que exista este tipo de discriminación a nivel mundial?
R.- El abuso a mayores se define como las acciones (o la falta de ellas) que pueden causar daño o angustia a una persona de edad avanzada. Existen varios tipos: psicológico, financiero, físico, sexual y la negligencia.
Las personas mayores están en mayor riesgo cuando tienen problemas de salud, sufren depresión, padecen deterioro cognitivo –dos de cada tres personas con demencia han sido maltratadas–, viven situaciones de pobreza o están socialmente aisladas. Pero en general, la discriminación puede ocurrirle a cualquier persona mayor. Quienes cometen abusos a personas mayores normalmente se encuentran en una posición de confianza, es decir, miembros de la familia –el 90% son hijos y parejas– y proveedores de cuidados. Son más propensos a maltratarlos si son drogodependientes, sufren depresión, si dependen económicamente del mayor o cuando viven en un lugar en que el sistema de herencias afecta a la distribución del poder y los bienes materiales entre la familia.
Las razones por las que se da el maltrato a los mayores, entre otras, pasan por los estereotipos (percepciones negativas sobre las personas mayores), la falta de apoyo social (como la soledad) o el apoyo o capacitación inadecuada por parte de los cuidadores.

P.-Hablando de discriminación, ¿de qué manera afecta el edadismo a la salud de las personas mayores?
R.-El edadismo puede tomar muchas formas, incluyendo estereotipos, actitudes perjudiciales, prácticas discriminatorias o políticas que lo perpetúen.
Una investigación ha demostrado que los mayores con actitudes negativas sobre el envejecimiento pueden vivir casi ocho años años menos que aquellos con actitudes positivas. Además, se ha demostrado que el edadismo afecta el estrés cardiovascular, reduce los niveles de autoeficacia y disminuye la productividad.
Parte de estos prejuicios surgen de declives biológicos observables y pueden ser distorsionados por la conciencia de trastornos como la demencia, que pueden confundirse con el envejecimiento normal.
Las actitudes negativas sobre la prestación de atención a largo plazo para quienes la necesitan también dificultan la contratación de trabajadores de atención remunerados en muchos países. Esto puede reflejar el edadismo en la cultura más amplia, la tendencia a equiparar la atención a largo plazo con malas condiciones de trabajo o el bajo estatus social ligado al cuidado.

P.- ¿Cómo pueden las instituciones locales combatir discriminación por edad?
R.- Hay mucho que los pueblos y ciudades hacen y pueden hacer. La OMS apoya una red mundial de ciudades y comunidades amigables con la edad, que ya tiene 821 miembros en 40 países, cubriendo a 228 millones de personas. 
Dentro de esta iniciativa, las alcaldías se comprometen a ser más amigables con las personas mayores, y lo hacen a través de una consulta a los senior y otras partes interesadas de todos los sectores para evaluar las brechas y analizar cómo se puede mejorar el territorio para fomentar un envejecimiento saludable y activo.
Una actividad clave con la que muchas ciudades comienzan es replantear el envejecimiento y abordar los estereotipos, las actitudes perjudiciales y la discriminación contra los mayores. La OMS tiene pública una base de datos que incluye más de 50 ejemplos de lo que las ciudades miembros han estado haciendo para enfrentar el envejecimiento.

P.- Como una de las responsables de la Red Global para Ciudades y Comunidades Amigables para las Personas Mayores, ¿cree en un mundo amable para los senior?
R.- Si no lo hiciera, buscaría otro trabajo. No solo creo que es necesario, si no que también es posible lograrlo.

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