viernes, 13 junio 2025
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Itziar Etcheverry / Directora de Agintzari SCIS

‘Proponemos conectar a los mayores con personas de su entorno para observar cualquier cambio físico, social o relacional’

Tras la presentación de los resultados de la primera fase de diagnóstico del proyecto ‘BBK Behari’ en los municipios de Basauri y Santurtzi, hablamos con la directora de Agintzari SCIS, Itziar Etcheverry, para que nos cuente cuáles serán los siguientes pasos
PREGUNTA.- El programa ‘BBK Behari’ pretende luchar contra la soledad y desprotección de las personas mayores a través del uso de tecnología GIS, y elementos de big data para la creación de una base de datos, y de una red de personas voluntarias. Exactamente, ¿cómo funciona este proyecto?

RESPUESTA.- El aislamiento social y la soledad no deseada son una de las actuales amenazas para la salud que muchas veces se convierten en un fenómeno invisible para la sociedad.

La OMS considera la soledad no deseada como una de las principales causas de deterioro de la salud de la población mayor y que repercute negativamente en el mantenimiento de su autonomía.
‘BBK-Behari’ es un proyecto de intervención social sistematizado que se ofrece desde los servicios sociales de base municipales.

Hemos desarrollado un sistema de información, que interrelaciona diferentes fuentes de datos, a través de un sistema de indicadores de riesgo, que permite hacer un diagnóstico geográfico global, dinámico y actualizado de las personas mayores solas del municipio y realizar un seguimiento individualizado de aquellas que se encuentren en situación de riesgo de aislamiento social.

Para acompañar a estas personas, proponemos conectarles con personas cercanas de su entorno próximo dispuestas a observar cualquier cambio físico, social o relacional, y comunicarlo a los servicios sociales para que puedan intervenir y proteger su bienestar.

A estas personas les llamamos ‘beharis’, y son referentes cotidianos sensibles a las necesidades de las personas mayores y que están cerca de ellas. Pueden ser comerciantes del entorno, personal del servicio de salud o vecinas y vecinos que, ante cualquier cambio que ponga en riesgo a la persona acompañada, puedan transmitirlo a través de una app conectada al sistema de información.

P.- La idea de aunar tecnología y red comunitaria parece que podría ser muy eficaz para localizar y detectar los casos más vulnerables de soledad. Participan BBK y su asociación Cooperativa Agintzari, pero ¿cómo surgió esta colaboración y se plantearon la iniciativa?

R.- Agintzari es una cooperativa de Iniciativa social con un largo recorrido en la intervención comunitaria, comprometida en el abordaje de necesidades sociales de personas y colectivos en situación de dificultad y en la generación de valor social. 

Compartimos las ideas de expertos, como la del consultor social Fernando Fantova, cuando hablan de las ventajas de fortalecer los servicios sociales de atención primaria con innovación tecnológica y desde un enfoque comunitario, ya que esto puede generar, a medio plazo, ahorros en servicios sanitarios, en garantía de ingresos, en servicios sociales residenciales y efectos en la conciliación entre la vida familiar y laboral y, en general, en la calidad de vida de la población.

Tras un análisis preliminar de modelos y experiencias comunitarias previas desarrolladas en el contexto estatal e internacional para abordar la soledad, y apoyándonos en la experiencia cotidiana de otros servicios que gestionamos, empezamos a idear el proyecto.

Para pilotar y testar su viabilidad contactamos con la Fundación BBK, con quien mantenemos una relación estable, y quien mostró interés en colaborar entendiendo que era coherente a su compromiso por contribuir al desarrollo económico y a la construcción de una comunidad cuidadora, inclusiva y solidaria para las personas mayores de nuestro entorno que viven en soledad; en cooperación con personas y organizaciones del tercer sector social, con quien comparte valores y objetivos.

P.- ¿Cómo se busca y se forma a estos ‘beharis’ (voluntarios que harán de ‘centinelas’) para mejorar esa mirada social necesaria para la detección de las señales de fragilidad?

R.- Las personas ‘behari’ son la red de agentes de la comunidad que, de forma voluntaria, colaboran con los servicios sociales municipales a través del proyecto, complementando con su valoración subjetiva –a través de su observación consciente de indicadores y su transmisión mediante una aplicación– la herramienta de indicadores del sistema de información geográfica.

Para su identificación, se procede a difundir, contactar individualmente y convocar reuniones explicativas del proyecto dirigidas a agentes tanto de la red formal como informal, y que forman parte del tejido económico, social, religioso, sanitario, etcétera, de la comunidad.

Con aquellas personas que deciden colaborar voluntariamente se realiza un pequeño proceso de formación de ‘mirada social’ dirigido a sensibilizar sobre las consecuencias de la soledad no deseada para el bienestar de las personas mayores, motivar sobre la capacidad de cuidado de la ciudadanía y las comunidades, y desarrollar conciencia sobre cómo pueden manifestarse y reconocerse aspectos de vulnerabilidad en personas mayores. Se trata de que incorporar unas ‘gafas sociales’ en su vida cotidiana para identificar señales de fragilidad en esas personas que ponen en riesgo su bienestar.

A dicha formación social se le añadirá la configuración en su teléfono móvil o tablet de una app y una breve formación sobre su funcionamiento. Todas estas personas ‘behari’ contarán con el acompañamiento de profesionales del proyecto para afrontar dudas e incidencias que puedan surgir en su labor de cuidado.

P.- Hace algo más de un año empezó una primera fase de diagnóstico en los municipios de Basauri y Santurtzi para conocer el volumen y la localización de la población mayor. Justo ahora, acaban de presentar los primeros resultados, ¿qué datos relevantes arroja esta primera fase?

R.- Sí, en esta primera fase hemos identificado el grupo de personas que forman el colectivo diana, así como las particularidades y fortalezas comunitarias de cada municipio que colabora en el proyecto. Para ello, se ha seguido un enfoque dual que combina el análisis de fuentes cuantitativas y cualitativas primarias y secundarias.

A través del análisis cualitativo hemos dibujado un mapa de recursos formales (de acción social, sanitarios, asociaciones, entidades que operan en los barrios, servicios destinados a personas mayores, etcétera) e informales (la red comercial en los barrios, iglesia, vecindad, asociaciones, iniciativas y espacios más frecuentados por las personas mayores...). Este análisis permite acceder al conocimiento latente de la ciudadanía, la historia emocional de los municipios y sus estructuras tácitas organizativas, para transformarlo en conocimiento explícito de utilidad para la comunidad y desde donde se pueden construir nuevas estructuras de apoyo comunitario para las personas mayores más vulnerables. Este trabajo permite también identificar personas con liderazgo natural en los barrios que son potenciales agentes comunitarios para el proyecto. 

Estamos muy satisfechas con el resultado de los datos que aporta el sistema de información geográfica que hemos desarrollado. Aporta una perspectiva longitudinal y un estudio prospectivo a 15 años del envejecimiento, una perspectiva geográfica georreferenciando datos por zonas de cada municipio y una identificación de colectivos de interés catalogados por vulnerabilidad o riesgo en relación con la intervención social.

Permite de forma ágil, sencilla y actualizada sacar un informe con datos para hacer un diagnóstico del volumen de personas mayores envejecidas o sobrenevejecidas del municipio disgregadas por sexo, edad y barrios, que permite planificar acciones que incidan en factores que pueden poner en riesgo el mantenimiento de la autonomía de las personas para seguir viviendo en su casa y en su entorno. 

Algunos de estos factores relevantes analizados son: que la persona viva sola, tener más de 80 años, las características de la vivienda y el entorno, si dispone o no de recursos de apoyo, la distancia a los servicios públicos –centro de salud, espacios participativos o red comercial y de medios de trasporte–, la fortaleza de la red social de familiares, las amistades con los que la personas puede contar, etcétera.

La feminización del envejecimiento y del sobreenvejecimiento es un factor claramente identificado al que es necesario atender en la planificación y ejecución de la acción comunitaria. 
En Basauri destaca entre las potencialidades del municipio el importante entramado de recursos formales e informales orientados a la población mayor y fruto de valores socioculturales, participación de la comunidad, asociacionismo y apuesta de la Administración.

En los dos municipios destacan los programa de envejecimiento activo ofrecidos desde los ayuntamientos y los respectivos planes de acción de ciudades amigable activados, altamente valorados por los agentes comunitarios como estrategia para cuidar de las necesidades de las personas mayores, en general, y de las más vulnerables, en especial. Esta iniciativa es promovida por el ayuntamiento y liderada por personas mayores del municipio.

P.- Tras esta fase, ahora comienza un proyecto piloto en ambos ayuntamientos. ¿En qué consistirá exactamente y cuánto se extenderá en el tiempo?

R.- Ahora iniciamos la segunda fase del proyecto. Tras identificar desde los servicios sociales de base a las personas mayores objetivo, se contactará con ellas para conocer su interés en participar. Paralelamente, se identificará y formará a las personas que quieran colaborar como ‘beharis’.

Posteriormente, se realizará un proceso de matching entre ‘beharis’ y las personas mayores objeto de cuidado, para obtener una distribución equilibrada entre número de personas, dinámicas y relaciones sociales. El objetivo de esta medida es lograr el mayor alineamiento posible por afinidad, cercanía social y geográfica.
Una vez asignado a cada ‘behari’ las personas a observar, se pondrá en marcha la dinámica de observación comunitaria, en la que las personas ‘behari’ incorporarán las “gafas sociales” a su vida habitual y reportarán, mediante la app, posibles situaciones de vulnerabilidad.

Las personas voluntarias no ponderan las situaciones, solo informarán sobre ellas y la figura de Trabajo Social ampliará información mediante contacto con el agente, con la persona mayor, o con los referentes que considere para valorar la situación y actuar. De esta forma, se controla la valoración subjetiva de los agentes informales y se tiende a una mayor objetivación de las situaciones que observan.

El personal técnico del pilotaje realizará seguimiento (mediante llamadas telefónicas y visitas periódicas) a ‘beharis’ para conocer cómo funciona el sistema, analizar dificultades, etcétera. De esta forma, se podrán realizar evaluaciones parciales que permitan analizar los aspectos que funcionan del diseño (y que, por tanto, deben mantenerse) y los que no lo hacen correctamente (y proponer mejoras metodológicas y tecnológicas).
A lo largo del período del pilotaje, inicialmente establecido en unos nueve meses, se podrán ir incorporando mejoras parciales para ir evolucionando y mejorando el diseño del proyecto.

P.- Si los resultados son positivos, ¿qué planes tienen para ponerlo en funcionamiento?

R.- Tras el proceso de pilotaje, se procederá a una evaluación final, incluyendo resultados asociados a indicadores objetivos (número de casos nuevos detectados, número de intervenciones desarrolladas...) como subjetivos, a partir de las valoraciones del equipo técnico, la figura de Trabajo Social, las valoraciones de ‘beharis’ y de las personas mayores participantes, así como de agentes comunitarios.

Esto se pondrá en relación con criterios geográficos y comunitarios (tipología de municipio y barrio, configuración geográfica y urbana, poblacional...) para realizar un informe de conclusiones finales y de recomendaciones, de cara a la posible réplica y escala del modelo en distintos municipios o contextos.

P.- ¿Han mostrado interés en la iniciativa otros municipios o comunidades autónomas?

R.- Llevamos desarrollando este proyecto desde 2017, construyendo y desarrollando iniciativas innovadoras para dar respuesta a las dificultades vinculadas al aislamiento social de las personas mayores tanto en el ámbito urbano como en espacios rurales. En este sentido, hemos desarrollado experiencias en cuatro municipios de Bizkaia y con el proyecto ‘Landalab’, enfocado a entorno rural, en cuatro municipios rurales de Gipuzkoa, apoyado por la diputación foral de este territorio. 

El proyecto ‘Landalab’ fue seleccionado como buena práctica innovadora de estrategias de colaboración entre Gobiernos locales y agentes de la economía social para ser expuesto en el Global Social Economy Forum 2018 (Foro Mundial de la Economía Social), que se celebró en octubre del año pasado, junto a otras experiencias de Francia, Uruguay, Perú y Catalunya. 

Sí, tras conocer estas experiencias, diferentes municipios vascos han mostrado interés por esta iniciativa.

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Redacción EM
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