El trazado de un bolígrafo de tinta azul fue la casualidad que desembocó en lo que hoy se ha convertido en una de las investigaciones internacionales más revolucionarias en el ámbito de la demografía: hablamos del estudio de las denominadas blue zones. “En febrero de 2000, utilicé un bolígrafo azul al sombrear el pueblo con centenarios en la montaña de Cerdeña. Simplemente porque me gusta este color. Si lo hubiera hecho en rojo, la red zone no sería tan famosa”, destaca a entremayores con naturalidad el demógrafo belga Michel Poulain. Él es uno de los ‘padres’ –junto al médico italiano Gianni Pes– de esta investigación que identifica aquellas regiones del mundo en las que viven las personas más longevas e intenta descifrar el porqué de este proceso.
En su estudio, Poulain parte de la base de que las personas longevas siempre han atraído a los investigadores, “pero también al gran público, a través de los medios de comunicación”. De esta manera, expone que “la búsqueda de los lugares del planeta donde la gente vive más comenzó en el siglo XX, cuando algunos exploradores descubrieron zonas remotas donde la población mostraba una longevidad excepcional. Sin embargo, todas ellas fueron posteriormente invalidadas por exagerar la edad. En 1999, los resultados de un estudio que constataba la extrema longevidad de los hombres de Cerdeña animaron a los demógrafos a evaluar la validez de sus edades excepcionales”. Allí, en esta región italiana que Poulain decidió delimitar con su bolígrafo azul, podría decirse que comenzó todo.
EL ORIGEN DEL ESTUDIO
Sorprendentemente, expuso el demógrafo en sus conclusiones, “la distribución espacial de los centenarios sardos según su lugar de nacimiento no era aleatoria y se identificó una zona en la que la proporción de centenarios era significativamente mayor”. Esta zona fue la que denominó como azul y se define como un área geográfica bastante limitada y homogénea en la que la población comparte el mismo estilo de vida y el mismo entorno, y donde se ha demostrado que su longevidad es excepcionalmente alta.
Hasta el momento se han identificado ya cinco blue zones con el objetivo de rastrear los factores determinantes de la insólital longevidad que ostentan sus habitantes. Se trata de la Isla de Okinawa (Japón), Icaria (Grecia), Loma Linda (California), Cerdeña (Italia) y Nicoya (Costa Rica).
Para el reportaje, hablamos con Poulain sobre el desafío que supone conocer y analizar el envejecimiento y el estilo de vida de estas comarcas, y el experto nos explica que “el reto podría consistir en reproducir estos modelos en otras regiones del mundo para aumentar aún más las tasas de longevidad. Me refiero a que no hay esperanza de vivir más trasladándose a ser pastor en las montañas de Cerdeña. Los principios de las blue zones deberían seguirse en nuestras sociedades posmodernas para vivir no solo más, sino mejor”.
Efectivamente, se trata de regiones muy distintas pero que, sin embargo, comparten un denominador común que da como resultado unas vidas más longevas. De manera muy genérica, los estudios han concluido que estos habitantes llevan una vida activa, intensa y feliz, lo que repercute directamente en el hecho de que vivan más años.
Los factores determinantes de la longevidad pueden identificarse más fácilmente cuando se estudia la población distinguida en su conjunto, con el fin de precisar sus características específicas. Estas, como se recoge en los análisis publicados por Poulain y Pes, en sus notas, “pueden ser una dieta específica, el nivel de actividad física, un tipo particular de ocupación o unas relaciones comunitarias sólidas. Las posibilidades de encontrar variables explicables de la longevidad son mayores en una zona azul, ya que la mayoría de sus habitantes presentan una serie de características similares”. Los expertos detallan que sus habitantes suelen ser genéticamente similares, han experimentado las mismas condiciones de vida desde la infancia, comparten tradiciones y la misma dieta local, consumen los mismos productos locales y viven en el mismo entorno físico y social. Todos estos factores permiten identificar esos rasgos comunes existentes en todas las poblaciones con una longevidad notable.
¿QUÉ CARACTERIZA A LAS BLUE ZONES?
La expedición encabezada por el investigador y escritor estadounidense Dan Buettner –considerado por muchos como el gurú de la longevidad– es el hilo central del documental Vivir 100 años: los secretos de las zonas azules, disponible en la plataforma digital Netflix, y que gira en torno a las citadas áreas que llamaron la atención de Poulain y Pes hace más de dos décadas.
El primer punto de interés es la importancia del entorno, pues estas poblaciones centenarias viven en islas o en regiones montañosas geográfica y/o históricamente aisladas y menos contaminadas. Además, han conseguido mantener un estilo de vida bastante tradicional que se caracteriza por unos niveles de estrés reducidos, un intenso apoyo familiar y comunitario a los miembros de más edad y el consumo de alimentos producidos localmente.
En cierto modo, el viaje emprendido por Buettner en 2005 ha ido demostrando esa correlación directa del entorno en la calidad de vida de las personas. “Somos víctimas de nuestro entorno debido a las facilidades, los excesos, el estrés… “, se narra en este documental.
“Hay muchas teorías, definiciones y posibilidades, pero considero que el envejecimiento saludable es aquel en que la persona realiza esfuerzo por mantener una actividad física, mental y social que le permite mantenerse en un buen estado de salud e integrado en la sociedad. De esta manera, se podrá sentir realizado y con responsabilidades y obligaciones. Además, los recursos de la sociedad deben ayudar a alcanzar estos objetivos”, explica el doctor en psicología y coordinador del máster de Gerontología de la Universidad de Santiago de Compostela (USC), Manuel Gandoy.
El ambiente rural, continúa Gandoy, “suele facilitar una mayor independencia de las personas, una mayor actividad física y un entorno más amigable en muchos aspectos para salir de casa. El entorno urbano, con muchas más comodidades en otros aspectos, puede hacer que la persona pierda algo de contacto con sus entorno inmediato de amistades o familiares, favoreciendo el recluirse en casa y reducir sensiblemente las actividades”.
“Numerosísimos estudios correlacionan vida saludable con una mayor longevidad, aunque siempre puede haber excepciones”, puntualiza la experta en longevidad Bárbara Rey, que comenta que el envejecimiento saludable no es más que “un estilo de vida responsable, centrado en la persona, el autocuidado y la prevención, que va más allá de la dieta y el ejercicio, abarcando aspectos como mantener la mente activa, cultivar las relaciones sociales significativas y participar en la comunidad, tener objetivos y sentido de utilidad, practicar técnicas de relajación y mindfulness para controlar el estrés, mantener buenos hábitos de sueño, prevención médica a través de chequeos regulares y adherencia a tratamientos, y capacidad para ajustarse a los cambios físicos y circunstanciales”.
Por otro lado, la intensa actividad física incluso a edades avanzadas –por ejemplo, más allá de los 80 años– es uno de los factores que respaldan la asociación directa entre la práctica de ejercicio y la mejora de la salud en las personas mayores. Por tanto es probable que esta condición tenga su repercusión en las cotas de longevidad.
Resulta llamativo que en las comarcas observadas, sus habitantes incorporan el ejercicio como movimiento natural de sus rutinas. Es decir, no se trata de realizar ejercicios concretos, sino de mantenerse activos diariamente, una costumbre que determina los bajos índices –o nulos– de obesidad, diabetes o dolencias cardiovasculares en estas zonas.
Asimismo, destacan también los investigadores la importancia de llevar una actitud positiva y adecuada ante la vida. Esto se pone de manifiesto en el ejemplo de Okinawa, donde algunos de los testimonios de sus personas centenarias expresan que ser feliz y no enfadarse –esto es, mantener una actitud adecuada ante la vida–, junto a la risa, son algunos factores que ayudan a vivir más años.
PREVENIR MEJOR QUE CURAR
Los investigadores de las blue zones aseguran que reorientar los modelos sanitarios hacia la prevención podría aumentar la longevidad poblacional. No parece un disparate cuando en algunas de estas comarcas ya se han observado las consecuencias de este modelo. Por ejemplo, es el caso de Nicoya, en Costa Rica, que puede presumir de un sistema sanitario eficaz y muy poco costoso. “En Nicoya, pero también en Cuba (en una región que no pude identificar como zona azul por no tener acceso a sus datos administrativos), la prevención no es tan importante. Solo se realiza una visita mensual de enfermería a personas mayores de 90 años… Sería necesario más inversión en la prevención de todos y menos en tratamientos caros que afectan a un menor número de personas”, remarca Poulain.
Rey, por su parte, destaca que “más allá del sistema sanitario eficaz y menos costoso que puede tener Costa Rica hoy, el secreto de Nicoya está en su gente, su calidez, la conexión profunda con su tierra, su entorno, etcétera. Tienen un estilo de vida alineado con su propósito y, por supuesto, todo eso previene el surgimiento de enfermedades”.
Si extrapolamos todo esto al caso de España, por ejemplo, Gandoy hace referencia a que, en los últimos años, ya se está trabajando hacia una prevención en muchos aspectos diferente: “Considero que nuestro sistema sanitario es de los más avanzados y la prevención va a ser uno de los pilares en el aumento y consolidación del envejecimiento”, concluye.
“Estoy convencida de que el mayor reto que tiene nuestro sistema nacional de salud es migrar del modelo reactivo, intervencionista, parcial y protocolar a un sistema preventivo, holístico y personalizado. Lamentablemente, estamos muy lejos de ello”, alega Rey. “Estamos intentando encontrar respuestas a problemas futuros en paradigmas obsoletos. Los sistemas de atención actuales distan de estar centrados en la persona. Dicho por alguien muy relevante del sector: ‘Si le preguntásemos a cada persona qué le gusta, que quiere hacer, sería imposible atender a todos’. El modelo de residencias está obsoleto, el modelo de cuidados está obsoleto. La alternativa de permanencia en el domicilio sería la ideal, pero hay cuestiones como la adaptabilidad de la vivienda, el derecho a la privacidad, los costes, los recursos humanos y una larga serie de etcéteras, que aún no están resueltos”, reflexiona Rey.
Y esto precisamente enlaza con el último punto: el papel relevante de las relaciones sociales. En las regiones visitadas por Buettner se observó que sus habitantes anteponen a la familia, son responsables del cuidado de sus mayores y cultivan estrechamente las amistades. Es decir, dan una atención especial a su círculo más cercano.
Es lo que se entiende como estimular y fortalecer el apoyo comunitario. “El sentido de la solidaridad va mucho más allá de la familia. Se honra a los ancianos de cada zona azul, manteniendo su lugar esencial en la comunidad de cada pueblo”, recoge las notas de Poulain. Asimismo, en cada zona azul destaca la importancia de la familia. Con la excepción de Okinawa, las familias no conciben separarse de sus mayores, ni siquiera de los dependientes, trasladándolos a centros residenciales –en la mayoría, de hecho, ni siquiera existen este tipo de recursos–. Entre las poblaciones de la zona azul, “la solidaridad familiar y los lazos que unen a sus miembros son esenciales. Si un mayor vive solo, suele haber un familiar cerca”, recoge este informe.
En este sentido, estas regiones apuestan por las relaciones intergeneracionales para continuar manteniendo activos a estos centenarios, un hecho que se contrapone, en cierto modo, con la tendencia que ha imperado en la última década en los cuidados occidentales. “Los mayores de todo el mundo tienen la justa expectativa de disfrutar de la vida, conservar su utilidad social y mantener un propósito en la vida, como los que se observan en una zona azul. La energía que tienen los centenarios de estas regiones y su respeto por una vida sencilla y natural son valores esenciales que hay que reavivar en las sociedades individualistas y materialistas en las que vive hoy la mayoría de los ancianos de Europa”, concluye la investigación.
GALICIA, UNO DE LOS LUGARES MÁS ENVEJECIDOS DEL MUNDO
“En Galicia, la esperanza de vida supera los 83 años, diez años más que la media mundial, siendo uno de los lugares más envejecidos del mundo con un 26,3% de personas mayores de 65 años y donde se localiza una de las mayores concentraciones de poblaciones centenarias, con una tasa de 76 casos cada 100.000 habitantes, el doble que la media de España, y unas cifras similares o superiores a las de las denominadas blue zones”, destacaba, recientemente, José María Faílde, presidente de la Sociedade Galega de Xerontoloxía e Xeriatría (SGXX), en el marco del 34º Congreso de esta entidad. De hecho, en este encuentro se puso de manifiesto que hay dos comarcas en esta comunidad autónoma que destacan especialmente: A Paradanta (Pontevedra) y Terras de Celanova (Ourense), que presentan unas tasas de 500 y 1.366 centenarios por cada 100.000 habitantes, respectivamente.
El demógrafo Michel Poulain participó en este congreso y durante su exposición se mostró confiado en que Galicia pueda convertirse en esa sexta zona azul, un logro que entiende que será posible contando con el apoyo de las instituciones públicas, el ámbito científico y la propia población que se va a estudiar. “Galicia está un pequeño paso de convertirse en la sexta blue zone”, manifestó durante su conferencia en la segunda jornada del congreso de la SGXX. Entiende que dos zonas de Galicia, Covelo y Terra de Celanova –principalmente esta segunda– reúnen los requisitos necesarios para esta declaración.
Al respecto, Miguel Gandoy, coordinador del Máster de Gerontología de la Universidad de Santiago (USC), explica a entremayores que “tenemos una población con mucha vinculación al rural, tenemos unos cuidados sanitarios de primer nivel y contamos con la dieta atlántica, todo ello parece la receta del éxito asegurado”.
En este sentido, parece claro concluir que Galicia es un buen lugar para envejecer. Poulain explica que “la identificación de una potencial zona azul en Galicia acaba de comenzar, y el primer paso se está desarrollando: la recogida de datos estadísticos de todos los centenarios nacidos en los distintos concellos de gallegos, vivos y fallecidos en las dos últimas décadas –estos últimos son imprescindibles para asegurar el valor estadístico de nuestros resultados–”. Además, continúa el demógrafo, “la primera percepción sobre los datos recibidos hasta ahora es que solo se incluirá un número limitado de aldeas. La búsqueda de los factores que expliquen esa longevidad excepcional, si llegamos a la conclusión de que es así, comenzará después, cuando finalice la validación de la posible zona azul”.
“No hay ningún factor que sea un riesgo específicamente para Galicia. Los riesgos son los mismos para todas las zonas, por ejemplo, que se produzca un empeoramiento del sistema sanitario, que no haya un apoyo institucional a las actividades para mayores…”, concluye Gandoy.
Durante su estancia en Galicia, antes de este verano, Poulain ya visitó diversas comarcas gallegas con el objetivo de que, a lo largo de este mes de septiembre, se continúe avanzando en esta investigación.
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