Alfonso Lara-Montero / CEO de European Social Network
“Se debe abordar una política de apoyos a lo largo del ciclo de la vida desde la preparación al nacimiento hasta la muerte”
Pregunta.- En líneas generales, son muchas las prioridades que la Unión Europea debería abordar en materia de políticas sociales pero, en su opinión, y a raíz de la reunión que acaban de celebrar en Sevilla, ¿de qué manera cree que debería comenzar a reorientarse el modelo de atención a mayores en los centros? Es decir, ¿cuál debe ser el punto de partida?
Respuesta.- El punto de partida debe ser el deseo de la persona, es decir, con qué tipo de apoyos le gustaría contar. El deseo personal debe igualmente combinarse con las necesidades relacionadas con la salud y lo social determinadas desde el punto de vista profesional, pero el punto de partida debe ser el deseo de la persona. Ese debe ser el punto de partida para reorientar el modelo a unos apoyos centrados en la persona pues el deseo de la persona se sitúa en el centro del modelo. Alrededor del mismo giran los demás componentes.
P.- Desde la ESN defienden, y así se abordó también en este último encuentro, un enfoque centrado en el apoyo y la asistencia comunitaria. ¿En que pilares debería sostenerse este modelo?
R.- En primer lugar, la política pública de apoyos a lo largo del ciclo vital. El error está en entender la política de apoyos y cuidados en silos. Se debe abordar una política de apoyos y cuidados a lo largo del ciclo de la vida desde la preparación al nacimiento hasta la preparación a la muerte. En su lugar, se entiende la política pública en departamentos, se habla de expertos en tal materia u otra, de la necesidad de avanzar ciertas áreas, en muchos casos sin conexión alguna dando lugar a enfrentamientos entre las mismas por ejemplo a la hora de financiar determinadas políticas o programas. Hasta que no entendamos la política pública de apoyos y cuidados como un esfuerzo a lo largo de todo el ciclo vital, no empezaremos a abordar el reto de los cuidados. Asimismo, defendemos el apoyo comunitario integral e integrado centrado en la persona. Los apoyos y cuidados en la comunidad no deben entenderse como una materia que afecta única y exclusivamente a las personas mayores. Los menores que no pueden crecer con sus padres biológicos deben hacerlo con familias. De la misma manera, las personas mayores o personas con discapacidad quieren vivir en la mayor parte de los casos en sus casas. Por lo tanto, partiendo del deseo personal, se debería garantizar un ecosistema de recursos comunitarios que sea integral y a su vez estos recursos estén coordinados para que los apoyos sean eficaces a la hora de garantizar la inclusión social. El tercer punto sería la financiación co-responsable y sostenible. Y es que es imprescindible abordar la financiación, puesto que el sistema no será sostenible si no se aborda. Por un lado, debemos comprender mejor el gasto en centros de gran tamaño y en centros más pequeños adaptados al nuevo modelo. Por otro, tenemos que abordar la financiación del sistema en su conjunto o bien atendiendo a medidas finalistas o bien a una mutualización, que son los dos modelos que se dan principalmente en Europa. Por último, apostamos por una estrategia centrada en personal. El sector de los servicios sociales en general, y de los cuidados en particular, requiere que se ponga en marcha una estrategia para atraer a nuevos perfiles profesionales. La estrategia debe abordar las condiciones laborales, de desarrollo profesional, el atractivo de la profesión, cualificaciones (dentro y fuera del país) y formación, así como llegar a un mayor número de personas y perfiles para aumentar la concienciación de la importancia del sector.
P.- ¿Qué recursos o servicios sería necesario potenciar para alcanzar estos retos a los que nos estamos refiriendo?
R.- Para alcanzar este reto, sería necesaria una estrategia y plan de acción para la puesta en marcha de los cuatro pilares del nuevo modelo al que hacia referencia anteriormente. El plan de acción debería abordar la cogobernanza y aclarar las responsabilidades de cada administración en relación a la gestión de los distintos servicios así como los servicios comunitarios que estarían disponibles sin perjuicio del desarrollo de nuevos servicios en función de necesidades específicas.
P.- Desde 2018, año en que está al frente de la ESN, y por su conocimiento y dilatada experiencia en este sector, ¿cree que en España estamos siguiendo una estrategia adecuada de cara a fortalecer el Estado del bienestar y garantizar una atención de calidad para las personas mayores?
R.- En los últimos años se han puesto en marcha leyes a nivel estatal y autonómico, y se ha reforzado la financiación para fortalecer el estado del bienestar. No obstante, no hablaría de una estrategia especifica de cara a fortalecer el estado del bienestar. Respecto a la calidad de la atención para las personas mayores, en general el sistema ofrece posibilidades limitadas en los apoyos y cuidados que a su vez están proporcionados por diferentes administraciones que los externalizan a organizaciones privadas de manera que la cogobernanza entre Administraciones y la cooperación entre las administraciones y las organizaciones privadas es fundamental, y no siempre funciona como debiera. Pero en relación a la calidad, es imprescindible diseñar y poner en marcha un sistema de calidad que responda a criterios de actualidad. Entender la calidad como la alta inspección es extremadamente anticuado y no responde a las necesidades reales de la persona. No es posible determinar que la calidad de la atención sea adecuada, más bien al contrario dadas las enormes lagunas y la falta de desarrollo de un sistema de calidad.
P.- Haciendo autocrítica, entonces: ¿en qué estamos o hemos fallado para que nuestro sistema de atención a la dependencia?
R.- En primer lugar, el sistema debería diseñarse para promover la autonomía de la persona, no para abordar su dependencia. La autonomía personal está íntimamente relacionada con una buena vida en la comunidad y entiende que las personas, incluidas las que necesitan cuidados de larga duración, pueden necesitar un apoyo centro en una determinada etapa y posteriormente volver a su hogar o bien mantenerse en el hogar con los apoyos adecuados en el mismo así como centros de día o de estancia temporal si fuera necesario. El lenguaje es muy importante y no debemos hablar de dependientes, sino de como promover la autonomía de todas las personas. En segundo lugar, vuelvo a insistir en la necesidad de abordar políticas de apoyos y cuidados desde una perspectiva de ciclo vital haciendo hincapié en los vínculos entre estas políticas, haciendo cuando sea necesario trasvase de recursos, incidiendo en un apoyo comunitario integral e integrado a lo largo de la vida. En tercer lugar, se requiere de una estrategia a largo plazo de consenso con una serie de pilares esenciales como los que mencionaba anteriormente acompañada de un plan de acción, incidiendo en la co-gobernanza, es decir, que administración es responsable de que, y acompañada de un debate sereno y realista sobre la financiación para garantizar la sostenibilidad del sistema.
P.- -En el encuentro que acaban de celebrar en Sevilla hablaron, entre otras cuestiones, de la transformación integral de los centros residenciales. ¿Es posible llevar a la práctica ese establecimiento de modelos más “hogareños” en los que el mayor se sienta como en su casa? ¿Supondría, esto, la desaparición de las macroresidencias que todavía hoy siguen existiendo?
R.- Se puede y se debe llevar a la práctica el establecimiento de modelos más hogareños para que las personas que viven en los centros se sientan como en su casa. Por un lado, consiste en acabar con la cultura institucional de los centros mediante formación específica con los directivos y los profesionales, y programas de co-creación con los residentes. Se puede llevar a cabo mediante la creación de unidades más pequeñas, que se han venido estableciendo en los últimos años en la Europa occidental, y en España se llaman unidades de convivencia de forma que los centros se transforman en unidades más pequeñas, se crean nuevos roles profesionales, y se pone en marcha una nueva cultura en el entorno. En la misma línea se trata de crear complejos similares a comunidades de vecinos donde las personas mayores viven en pequeños apartamentos y en el mismo complejo hay todo tipo de recursos comunitarios como guardería, peluquería, podólogo, restaurante así como complejos mixtos de residentes de distintas edades, por ejemplo con estudiantes de formación profesional y universitarios. Se puede y se debe llevar a la práctica porque es posible un modelo de cuidados comunitarios, hogareños y centrados en la persona para acabar con la cultura institucional que afecta negativamente a la persona y al sector en su conjunto.