Presidente de la Confederación Salud Mental España
Nel González Zapico: “La salud mental es invisible, pero cuando falla sus efectos se traducen en síntomas dolorosos”

PREGUNTA.- Cuando hablamos de salud, solemos pensar en cuestiones físicas, ignorando la mente. Sin embargo, los problemas de salud mental (SM) afectan a un gran porcentaje de la población y empeoran la calidad de vida de las personas. ¿Por qué prestamos menos atención a este apartado?
R.- En esta sociedad, le damos mucho valor a lo material, a lo tangible, a lo que se ve. La salud mental es invisible, aunque sus efectos se traducen en síntomas muy reales, y dolorosos cuando esta falla.
Desde esta perspectiva materialista, tradicionalmente se han identificado factores del bienestar con hitos vitales como tener un trabajo, una casa, ganar dinero, tener éxito, formar una familia, tener ocio, etcétera, y por supuesto, tener salud, entendida como no atravesar una enfermedad física. Desde hace unas décadas, el foco está puesto también en cuestiones como la satisfacción personal, la autoestima, si recibimos aceptación, empatía y apoyo del entorno, o bien recibimos acoso, bullying o violencia… y cómo esto impacta en nuestro bienestar.
Históricamente, los problemas de salud mental se achacaban a un grupo reducido de personas que tenían una ‘tara’ en su cerebro, que no funcionaba adecuadamente –porque eran socialmente disfuncionales– y había que tratar de corregir a base de pastillas, electroshock o contenciones.
En la actualidad, aunque se siguen dando en España este tipo de vulneraciones de derechos, lo cierto es que hay consenso acerca de la vulnerabilidad que tenemos todas las personas para tener un problema de salud mental. Haber hecho la salud mental una cosa de todas y todos, hace que ahora la tomemos más en serio y que sepamos que no es un problema “del otro”, sino algo colectivo.
P.- Por aclarar conceptos y conocer sus afecciones, ¿de qué hablamos cuando nos referimos a buena o mala SM?
R.- Tener una buena salud mental no es solo no sentirse mal o no tener un problema de salud mental. En Salud Mental España tomamos como referencia la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), según la cual, además de ser un derecho humano fundamental, “la salud mental es un estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, poder aprender y trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad”.
Siguiendo esta línea, desde junio de 2015, la organización que presido deja de denominarse la Confederación Española de Agrupaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental (Feafes) para denominarse Confederación Salud Mental España. Este cambio refleja una tendencia social y ofrece una visión positiva, diluyendo la diferenciación entre personas sanas y personas con enfermedad, interpelando así a la sociedad en su conjunto, en tanto que todos y todas debemos cuidar nuestra salud mental.
P.— También, se suele asociar este tema a personas jóvenes, obviando a las personas mayores, que además cuentan con factores biológicos y sociales que pueden derivar en un problema de salud mental. Según un estudio vuestro, un 37% de la población experimenta algún tipo de problema de salud mental. Esto aumenta a medida que la edad avanza: a partir de los 70 años, el porcentaje se eleva al 50% de las personas. ¿Empeora esta con los años?
R.- Ciertamente, el estudio La situación de la salud mental en España, que publicamos en 2023, fue pionero y sacó a la luz datos muy relevantes del contexto postpandémico. En España, el 17,4% de la población ha sido diagnosticada alguna vez con algún trastorno o problema de salud mental, cuatro de cada diez personas valoran de forma negativa el estado de su salud mental, el 18,9% de la población mayor de edad consume psicofármacos y, dentro de quienes los consumen, el 73% lo hace a diario.
A medida que cumplimos años, atesoramos experiencias, aprendizajes, reflexiones y habilidades para enfrentarnos a la vida. Pero también podemos ir acumulando experiencias traumáticas, duelos por la pérdida de seres queridos, enfermedades crónicas o con dolores no tratables, discapacidades, proyectos truncados, etcétera, que nos generan malestar emocional. Además, es común que se dé una pérdida de autonomía y mayor dependencia de otras personas y recursos. Todo ello, puede impactar negativamente en nuestra salud mental y hacer que desarrollemos un trastorno.
Muchas personas mayores sufren los efectos de la soledad no deseada y se sienten relegadas de la sociedad. La desconexión de los recursos de ayuda, de los servicios de atención a la salud mental, son otro de los hándicap.
P.- Este problema es, además, un fenómeno que va a más. Según el Estudio Internacional del Grupo AXA sobre Salud y Bienestar Mental, en España un 34% sufre algún trastorno mental, cifra que ha empeorado con respecto a 2022, que era del 26%. ¿Por qué va en aumento?
R.- El pronóstico de la OMS indica que los problemas de salud mental serán la primera causa de discapacidad en el mundo en 2030, razón por la que es imperativo actuar ahora.
En Salud Mental España huimos del tradicional enfoque biologicista, por considerarlo reduccionista, y visibilizamos la vertiente biopsicosocial de la salud mental, que plantea que los problemas de salud mental tienen múltiples causas. Según este, existen múltiples factores que se relacionan con la emergencia de problemas de salud mental en nuestras sociedades. Uno de los más recientes fue la pandemia del Covid, que agravó la problemática en muchas personas e hizo que aflorara en tantas otras. Además de las vivencias de cada persona, la educación que ha recibido o las herramientas emocionales con las que cuenta, la salud mental se ve afectada por las dificultades económicas, la desigualdad, las conductas y actitudes discriminatorias (racismo, machismo, LGTBIfobia, capacitismo, aporofobia, clasismo…), la precariedad laboral y las dificultades para acceder a un empleo digno y a la vivienda, la falta de inclusión y participación en la sociedad, la exposición a la violencia, el bullying o los abusos, vivir un conflicto armado, la migración forzada y un largo etcétera.
Por tanto, si vivimos en una sociedad en la que proliferan estas circunstancias, asistiremos a un incremento de los problemas de salud mental. Fenómenos como la pérdida de los lazos de comunidad, el auge del individualismo, la desconexión de la naturaleza y la preocupación por el cambio climático, la búsqueda permanente de la productividad y el éxito, las adicciones con o sin sustancia, y los efectos nocivos de las redes sociales, entre otros, también están detrás de gran parte de estos problemas. Si a esto le sumamos el desbordamiento de los recursos de atención a la salud mental públicos y la falta de inversión, tenemos el caldo de cultivo perfecto para que todo empeore.
P.- ¿Cuáles son los principales trastornos de SM entre mayores?
R.- En 2023, dedicamos la campaña #ConectaConLaVida, por el Día Internacional para la Prevención del Suicidio, a visibilizar y prevenir los suicidios de personas mayores, una realidad silenciada, a la que se presta poca atención. Alertábamos de que los suicidios de personas mayores habían aumentado un 8,8% en España en los cinco años anteriores y que, mientras que la población mayor de 65 años representa aproximadamente el 20% del total, sus suicidios suponen casi una de cada tres.
Los problemas de salud mental pueden estar detrás de parte de estos suicidios. La depresión es el más común de los trastornos de salud mental en la vejez. Asimismo, las personas mayores son el grupo de edad más propenso a consumir psicofármacos y un 40% de las personas mayores dicen sentirse solas.
Además, la quiebra del sentido de comunidad, de las organizaciones de vecinas y vecinos que comparten espacios, se apoyan, se cuidan, también ha generado mucha soledad en las personas mayores. La soledad no deseada es una realidad que afecta tanto en el contexto de las grandes metrópolis como en las zonas rurales. La desconexión de los recursos de ayuda y de los servicios de atención a la salud mental son otros de los hándicap.
P.- A la hora de abordar los diversos trastornos de SM, ¿influye la edad en el tipo de gestión, de tratamientos o de estrategia de apoyo que se utilice?
R.- La edad condiciona, en muchas ocasiones, que la persona tenga menor autonomía y que se la aparte de las decisiones que tienen que ver con la atención de su salud mental que recibe.
Al igual que sucede con el resto de las personas con problemas de salud mental, por encima de los síntomas de sus trastornos, muchas veces, el estigma es la principal barrera a la que se enfrentan estas personas. Se manifiesta como una actitud, conducta o idea que dificulta su recuperación e integración.
Por otra parte, se cae en el error de confundir los problemas de salud mental en personas mayores con deterioros cognitivos o neurológicos, invisibilizando su situación. También se tiende a no dar importancia o normalizar determinados síntomas, como la tristeza, la apatía, la pérdida de interés por la vida… y, a menudo, se hace por el desconocimiento de las y los familiares, o por la falta de recursos y protocolos especializados en salud mental en residencias y centros de mayores.
P.- ¿Cómo podemos prevenir estos trastornos?
R.- Vivir solo o sola, el aislamiento social y familiar, así como no tener una red de apoyo, son también cuestiones que pueden contribuir a las ideaciones o intentos de suicidio en personas de edades avanzadas. Por el contrario, sobrecargar a las personas mayores con tareas de cuidados, también puede generar un desgaste emocional. Los factores de riesgo tienen también que ver con tener una enfermedad crónica o terminal con dolor no tratable, pérdidas de tipo físico, una situación de dependencia que pueda llevar a la persona a tener sensación de ser un lastre, o tener un problema de salud mental o de adicciones.
Como sociedad, podemos promover una cultura del respeto a las personas mayores, reconocer sus experiencias, sus logros y aprendizajes, y ponerlos en el centro, como una fuente de conocimiento para el resto. Este reconocimiento también es protector de la salud mental porque da un sentido de vida a las personas mayores y mejora su autoestima. A todas las personas nos gusta sentirnos útiles y valoradas.
Es preciso evitar el aislamiento, promover su integración social, mejorar la accesibilidad y los recursos de apoyo, y formar a los equipos profesionales que intervienen en su atención.
P.- A nivel administrativo, ¿qué medidas son prioritarias?
R.- Desde la Confederación Salud Mental España reivindicamos una adecuada atención social y sanitaria, individualizada y de calidad a las personas con problemas de salud mental dentro del ámbito comunitario, es decir, que se desarrolle en un entorno corriente y normalizado de la sociedad, evitando la institucionalización, conforme a lo establecido en la Ley General de Sanidad de 1986. Este modelo debe ser transversal, multidisciplinar y respetuoso con los derechos humanos.
Para lograr todos estos objetivos, se necesita voluntad política y dotar todas estas líneas de trabajo de los recursos necesarios, en definitiva, invertir en prevención, abordaje y promoción de la salud mental.
También es necesaria la plena inclusión de las personas con problemas de salud mental en todos los niveles de la sociedad, especialmente en el ámbito laboral –donde se las discrimina sistemáticamente–, ya que tener un trabajo de calidad es el primer paso para la recuperación y el desarrollo de un proyecto de vida satisfactorio. Igualmente, en la educación, cultura, imagen pública… y, para ello, hay que dotar de apoyos y programas de integración, empleabilidad, ocio, promoción de la autonomía, participación en la toma de decisiones, etcétera. Desde la Confederación, planteamos la creación de equipos interdisciplinares, la inclusión de grupos de pares y la promoción del Agente de Apoyo Mutuo, el Proyecto de Vida o Plan Personal de Futuro, el Plan de Asistencia Integrado, el Documento de Instrucciones Previas o la designación de personas de confianza.
Eliminar el estigma asociado a los problemas de salud mental es otra de las metas, cuya consecución va en favor de la igualdad de oportunidades. Para lograrlo, son efectivas las campañas de sensibilización que trasladan un enfoque positivo de la salud mental. Los medios de comunicación tienen un papel primordial en esta tarea. Debemos priorizar la educación emocional en todas las etapas de la vida, incidiendo con mayor énfasis en la fase de socialización de la infancia. Con este fin, reivindicamos una asignatura de educación emocional en las escuelas y más recursos para que los equipos docentes puedan ser agentes de prevención, detección y abordaje de los problemas de salud mental en los centros educativos.
Las familias y amistades son un elemento esencial en la recuperación de las personas con trastorno mental, por lo que también necesitan asesoramiento, apoyo y formación. La atención integral de la salud mental debe incluir una adecuada atención al entorno más próximo, que a menudo precisa de apoyos concretos.
Como sociedad, debemos exigir que se humanicen los tratamientos y que se garantice una intervención especializada centrada en la persona, confiable y empática, que fomente la autonomía de las personas con problemas de salud mental.
Para lograr todos estos objetivos, se necesita voluntad política y dotar todas estas líneas de trabajo de los recursos necesarios, en definitiva, invertir en prevención, abordaje y promoción de la salud mental.