La salud, en la palma de una mano

Y no son los únicos que han calculado la repercusión del mercado de la denominada “e-salud”. Un informe de 2012 de la consultora PricewaterhouseCoopers (PwC) estima que en 2017 las herramientas para monitorizar las enfermedades crónicas -las que generan un mayor gasto sanitario- supondrán el 65% del mercado global de “m-salud” (sanidad móvil), con unos ingresos de 15.000 millones de dólares. Así, los expertos estiman que será el control de enfermedades como la diabetes o las cardiovasculares las que más potencial de desarrollo tendrán, aunque otras aplicaciones para facilitar el diagnóstico o la adherencia al tratamiento tienen también un importante nicho de mercado.
En esta línea, la Comisión Europea lanzó, en abril, una consulta ciudadana para encontrar vías de mejora de la salud y el bienestar de los europeos mediante el uso de dispositivos móviles, tales como teléfonos, tabletas, herramientas de monitorización de pacientes u otros aparatos inalámbricos. “La sanidad móvil tiene un gran potencial, ya que proporcionará a los ciudadanos los medios necesarios para gestionar su propia salud y mantenerse sanos más tiempo, mejorará la calidad de la asistencia sanitaria y el confort de los pacientes y ayudará a los profesionales de la salud en su trabajo. Así pues, la búsqueda de soluciones de sanidad móvil puede contribuir al desarrollo de unos sistemas sanitarios modernos, eficientes y sostenibles”, señaló en la presentación de la iniciativa el comisario europeo de Sanidad, Tonio Borg.
La cuestión, no obstante, no parece estar tan clara en el ámbito profesional. “Actualmente existe un gran debate acerca de la eficacia de las nuevas tecnologías en el ámbito de la salud y más aún si las valoramos desde el prisma de la eficiencia”, explica el doctor Gregorio Jiménez Díaz, responsable de Nuevas Tecnologías de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) y director de su página web. “En el control de los enfermos crónicos parece que la telemedicina puede ofrecer grandes ventajas, pero los resultados todavía no están claros. Así por ejemplo, un trabajo realizado en Australia con un metaanálisis de catorce ensayos, demostraba que la telemedicina era efectiva, mejorando los resultados clínicos con una reducción de ingresos del 21% y del 20% de la mortalidad. Otros estudios, sin embargo, no muestran ninguna mejoría en los resultados de los pacientes y finalmente otros encuentran mejorías en determinados aspectos, como consecuencia de la detección precoz de los síntomas, sin apreciar ventajas en otros ámbitos como en calidad de vida o visitas a los servicios de urgencias”, detalla este experto.
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Hueco en el espacio sociosanitario
No obstante, el doctor Jiménez Díaz es partidario de profundizar en la aplicación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en el ámbito de la salud pues, indica, “entendemos que las tecnologías que englobamos en el ámbito de la telemedicina pueden ofrecer importantes mejoras para determinados espacios sanitarios como puede ser en el ámbito sociosanitario, en el manejo de pacientes crónicos y en la atención domiciliaria”. Al respecto, prosigue, “en nuestro país ya hemos vivido interesantes proyectos dirigidos a este sector”, entre los que cita un proyecto de seguimiento llevado a cabo en el Servicio de Geriatría del Hospital Universitario de Getafe, mediante el cual se distribuyeron entre los pacientes 12 aparatos de monitorización domiciliaria conectados por bluetooth a un teléfono móvil, de forma que ellos mismos eran los encargados de medir cada 48 horas determinadas variables como la saturación de oxígeno, la glucemia, la tensión arterial, un electrocardiograma, la frecuencia respiratoria, la velocidad de la marcha, el tiempo que tardan en levantarse de una silla, el peso y la temperatura.
La brecha digital
Pero, en el ámbito de la atención a personas mayores, ¿puede afectar la brecha digital al desarrollo de las soluciones de telemedicina? “Es cierto que existe una brecha digital, pero también lo es que cada vez tenemos una proporción más grande de mayores que han conocido ordenadores y otras herramientas. Las tabletas electrónicas y los teléfonos inteligentes facilitan la introducción de la telemedicina, y todos los estudios señalan la gran aceptabilidad tanto de las herramientas como del aprendizaje por parte de los pacientes y familiares”, explica el doctor Gregorio Jiménez Díaz.
En este sentido, para el doctor Juan Jurado, responsable de Innovación y Nuevas Tecnologías de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), la cuestión radica más bien en las características propias de estas herramientas, por ejemplo en el caso de las aplicaciones para móviles. “La mayoría están en inglés y sólo unas pocas han sido desarrolladas en nuestro idioma. Si intentamos seleccionarlas con un mínimo de calidad y funcionalidad, su número se reduce a unas pocas; pudiendo ser contadas con los dedos de la mano, aquellas que, de verdad, estén orientadas a las capacidades reales de una población geriátrica”.
Pese a ello, el negocio de estas herramientas dirigidas a personas mayores es creciente. Así, el responsable de Nuevas Tecnologías de la SEGG señala dos aplicaciones para móviles que sí son útiles para este grupo: “Communication Tool”, que permite descargar más de 500 imágenes que ayudan en la comunicación a personas con demencia; y “Falls detector”, para monitorizar periodos de inmovilidad del usuario, facilitando la alerta ante una posible caída.
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