jueves, 27 marzo 2025
InicioA Fondo'La conciencia social es básica para caminar hacia una tolerancia cero en cualquier tipo de violencia'
Isabel Iborra / Doctora en Psicología. Profesora de la Universidad Católica de Valencia. Representante española del INPEA (The International Network for the Prevention of Elder Abuse)

‘La conciencia social es básica para caminar hacia una tolerancia cero en cualquier tipo de violencia’

Comprender la realidad de las personas que están sufriendo maltrato a través de la Psicología y potenciar la prevención, son dos de las claves que la profesora de la UCV propone para acercarnos a esta lacra
Pregunta: Hablar de maltrato a personas mayores es hablar, todavía hoy, de una realidad oculta pero que afecta a miles de personas. ¿A qué cree que se debe esta situación?
Respuesta:A pesar de que el maltrato hacia las personas mayores no es un fenómeno reciente, no es hasta la década de los 80 del siglo XX cuando los investigadores comienzan a prestarle atención a nivel internacional; de hecho se trata del último “descubrimiento” de la violencia familiar (tras el maltrato infantil y la violencia contra la mujer). En España, los primeros estudios de expertos, como María Teresa Bazo, son bastante posteriores y hay que esperar hasta 2008 para contar con el primer –y, de momento único– informe representativo a escala nacional sobre el tema (realizado por el Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia y cuya autora es Isabel Iborra). Por tanto, se cuenta con muchos menos datos sobre este fenómeno que sobre otros tipos de violencia en el ámbito familiar. En segundo lugar, hay una serie de factores que hacen que las personas mayores sean muy reacias a hablar o denunciar situaciones de abuso. Si la denuncia de cualquier tipo de maltrato siempre conlleva dificultades (pruebas, legislación, miedo, etcétera), en el caso de los ancianos no resulta más sencillo: la vergüenza, la tristeza, la impotencia e incluso la incapacidad física o psíquica, conducen a un secretismo aún mayor que en los casos de maltrato de menores. Incluso cuando el maltrato se ha detectado, muchos mayores no lo reconocen y se niegan a denunciarlo por la relación de dependencia que han establecido con el agresor. A todo esto se suma, en España, el estigma de la familia. Somos uno de los países, al menos en la Unión Europea, en los que hay un menor porcentaje de ancianos viviendo solos (aunque va en aumento) y, aun hoy, hay una cierta tradición de tratar de cuidar a nuestros mayores en el ámbito familiar. Se supone que los mayores no pueden estar mejor cuidados en ningún otro ámbito y, afortunadamente, en la mayoría de las ocasiones, esto es así. Sin embargo, esto influye en que, cuando surge el maltrato, al anciano le resulte mucho más difícil reconocerlo como tal, y hablar de ello. De hecho, los informes internacionales cifran el maltrato de mayores en torno a un 4% de la población anciana, mientras que en España el maltrato reconocido por nuestros mayores es mucho menor –en torno al 1%–.
Pregunta: ¿Existe, por decirlo de alguna manera, un perfil de esta persona mayor que sufre abuso?
Respuesta:Hablar de perfiles siempre resulta arriesgado, en el sentido de que podemos dejarnos fuera casos de maltrato, pero si tenemos en cuenta los factores de riesgo más frecuentes en las situaciones de maltrato de personas mayores, llegamos a la conclusión de que la víctima suele ser una mujer de edad avanzada (más de 75 años), especialmente en los casos más graves de maltrato y en el abuso sexual (en otros tipos de maltrato no se encuentran tantas diferencias de sexo); con un deterioro funcional avanzado y consecuente dependencia del cuidador para las actividades de la vida diaria, dependencia psicológica con respecto al agresor, que presenta habitualmente sentimientos de infelicidad, vergüenza, depresión, etcétera, que carece de redes de apoyo social y suele convivir con un familiar que es el principal o único cuidador.
Pregunta: Identificó, en uno de sus libros, los factores de riesgo que pueden desencadenar una situación de maltrato. ¿Cuáles son los más decisivos?
Respuesta:Es muy importante que tengamos en cuenta que las situaciones de violencia no suelen surgir por una sola causa, sino que son el resultado de la interacción de diversos factores de riesgo que actúan como un sistema. Por tanto, cuantos más factores detectemos en una situación, más probable será que llegue a aparecer el maltrato. Algunos de los factores de riesgo que la investigación ha mostrado que tienen mayor peso son, con respecto a las víctimas, la edad avanzada (más de 75 años), la dependencia y la demencia; en relación al cuidador, el consumo de sustancias tóxicas, la psicopatología (especialmente depresión y ansiedad) y el síndrome de burnout (estrés del cuidador); y si tenemos en cuenta la relación entre ambos, el aislamiento social y la dependencia económica del agresor con respecto a la víctima.
Pregunta: Si existen factores de riesgo, podríamos concluir, entonces, ¿que es posible hablar de prevención? ¿Qué mecanismos considera que serían más eficaces para evitar este tipo de violencia a las personas mayores?
Respuesta:Efectivamente, es básico hablar de prevención ante cualquier tipo de violencia. El término prevención es muy amplio. En Psicología abarca tres ámbitos en los cuales es básico actuar. La prevención primaria ocurre antes de que el maltrato tenga lugar, va dirigida a la población general y su objetivo es que el maltrato no llegue a producirse. En este nivel, sería relevante impulsar y potenciar programas de sensibilización para la población en general. La aparición de este tipo de entrevistas en los medios, por ejemplo, es básica para aumentar la conciencia social sobre este problema. Además, el dotar de suficientes recursos a los Servicios Sociales, de forma que sirvan de apoyo a los cuidadores de personas mayores, supone un fuerte factor protector contra este tipo de maltrato. La prevención secundaria consiste en la intervención temprana con grupos de riesgo. De nuevo, el objetivo principal es evitar que el maltrato llegue a producirse, pero ya en los grupos de riesgo (por ejemplo, las personas mayores con una gran dependencia, con demencia, etcétera) y también tiene como objetivo la detección precoz del problema. En este caso, hay dos medidas principales que habría que potenciar: por un lado, ofrecer a programas de formación de cuidadores, apoyados por los recursos necesarios (programas de respiro, ayudas domiciliarias, ayudas económicas, etcétera); y, por otro lado, trabajar sobre un protocolo de detección y actuación común que se pueda implementar en los distintos sectores de intervención. En el caso de la violencia de género, por ejemplo, los protocolos son muy claros y son conocidos por los profesionales implicados, lo que facilita la detección en los estadios iniciales; este debería ser un objetivo prioritario en el caso del maltrato de personas mayores. La prevención terciaria ocurre cuando el maltrato ya se ha producido y pretende minimizar sus efectos. En este sentido, habría que diseñar y potenciar la aparición de programas de intervención con las víctimas (para evitar una revictimización) y con los agresores (para evitar que vuelva a aparecer el maltrato). Además, en este ámbito encontramos también la protección legal. Tanto en el caso de menores como en el de mujeres hay una legislación específica, pero esto no es así en el caso de la violencia contra personas mayores en el ámbito familiar, sino que hay que acudir al código penal general. Es obvio que no se puede desarrollar una ley específica para cualquier tipo de violencia, pero también es obvio que desarrollarla mostraría un interés político real en una problemática que, hasta ahora, no ha recibido la atención que merece. Para finalizar, comentar que, por supuesto, sería maravilloso que la prevención primaria tuviera un 100% de éxito, porque esto acabaría con el maltrato. Dado que esto no es realista, es necesario combinar medidas de prevención en los tres niveles.
Pregunta: Uno de los retos es identificar estos casos. ¿Están, en su opinión, las Administraciones públicas comprometidas con este problema? ¿Cómo deberían ser los protocolos de actuación ante estas situaciones?
Respuesta:Hay algunas administraciones, colegios oficiales, hospitales, etcétera que cuentan con sus propios protocolos de detección y actuación en estos casos. Probablemente, el más relevante es el del Imserso, que cuenta con la guía de actuación en casos de malos tratos a personas mayores (2005), que recoge aspectos muy relevantes en relación a la prevención, detección e intervención en estos casos. Lamentablemente, tanto esta guía como el resto de instituciones que se han animado a abordar este tema, proponen sus propios protocolos de intervención, que, además, no son tan conocidos como sería interesante entre los profesionales del ámbito de las personas mayores. Por tanto, el problema no es tanto el contenido de los protocolos, sino su generalización. Lo aconsejable sería que se elaborara un único protocolo de actuación desde cada ámbito relevante (Atención Primaria, servicios sociales, hospitales, etcétera), se formara a los profesionales y se generalizara su puesta en práctica.
Pregunta: En este sentido, en los últimos años en España hemos avanzado considerablemente en un tema como la erradicación de las sujeciones. ¿Qué camino nos queda por recorrer en esta materia?
Respuesta:Es cierto que en el tema de las sujeciones físicas y químicas se ha avanzado mucho. En este sentido, es fundamental desatacar el trabajo que lleva desempeñando ya durante años el Grupo Desatar al Anciano y al Enfermo de Alzheimer, que han contribuido a que tanto la población general como los profesionales de las instituciones empiecen a dejar considerar las restricciones como una medida más de cuidado (como ocurría hace unos años) y trabajen por reducirlas. Por supuesto, aún hay muchas residencias que no se han acogido a este sistema libre de sujeciones, por lo que queda mucho trabajo por delante.
Pregunta: No dar la espalda a este problema y la conciencia social son claves para terminar con esta lacra pero, desde su punto de vista, ¿qué papel juega la formación en este sentido?
Respuesta:Por una parte, la conciencia social es muy relevante porque, tradicionalmente, siempre ha precedido al abordaje político de los problemas. El papel de los medios de comunicación en estas cuestiones siempre ha sido básico. Jugó un papel fundamental en sacar del ámbito de lo privado el maltrato infantil y la violencia de género y, esperemos, que en breve haga lo mismo con el maltrato de personas mayores. Además, la conciencia social es básica para caminar hacia una tolerancia cero en cualquier tipo de violencia. La presión social desempeña un rol fundamental en el control de conductas consideradas inapropiadas. Por otra parte, entre las barreras de base para la detección del maltrato está la falta de información y de formación sobre este problema. Por tanto, la formación de los profesionales implicados es absolutamente necesaria para la prevención secundaria del maltrato de personas mayores.
Pregunta: Y la Psicología, ¿cómo puede contribuir al conocimiento más a fondo de este tipo de violencia?
Respuesta:El estudio de la conducta, de la cognición y de las emociones, que es propio de la Psicología, es necesario para conocer y comprender más en profundidad la realidad de las personas que están sufriendo o ejerciendo este tipo de maltrato. Solo a través de este conocimiento, se puede orientar sobre las medidas y políticas de actuación más adecuadas en estos casos.
Pregunta: Unido al maltrato está la sobrecarga del cuidador. ¿Qué pautas cree que debe incluir el cuidado para que se respeten, en todo momento, las necesidades de la persona?
Respuesta:La sobrecarga del cuidador es uno de los factores de riesgo que más peso tienen en el maltrato de personas mayores con dependencia. Algunos de los factores que agravan el estrés en estos casos son la escasa información respecto al proceso de envejecimiento, la falta de habilidades de cuidado, los escasos recursos de apoyo y la dependencia de la persona mayor. Lógicamente, no se puede reducir el nivel de dependencia de una persona, pero sí se puede trabajar sobre los otros factores de riesgo, de forma que dotemos a los cuidadores de la información que requieran sobre el proceso de envejecimiento o la enfermedad de la persona mayor y sobre habilidades de cuidado apropiadas, y pongamos a su disposición los recursos necesarios para ofrecerles un respiro en el cuidado de la persona mayor. Todo esto puede reducir la percepción de estrés por parte del cuidador y, por tanto, el riesgo de que aparezca el maltrato.

Lo más visto

Redacción EM
Redacción EM
Información elaborada por el equipo de redacción.

Más información