‘Estimamos que la utilidad de este modelo de vacunas beneficiaría, como mucho, a un 30-40% de la población en riesgo’

Respuesta:En 2001, Elan desarrolló la primera vacuna contra el Alzheimer, con la que se iniciaron estudios clínicos aprobados por la FDA, pero estos estudios tuvieron que suspenderse porque la vacuna causaba meningoencefalitis letales y microhemorragias cerebrales. Nosotros comparamos nuestra vacuna, la EB101, con la inicial de Elan y vimos que la EB101 era superior tanto en el efecto preventivo, frente al desarrollo de la patología cerebral que se ve en el Alzheimer, como en la ausencia total de microhemorragias y reactividad meningoencefalítica en los animales transgénicos en los que se probó la vacuna. Estos resultados acaban de publicarse en BioMed Research International.
Pregunta: En 2010, EuroEspes presentó esta vacuna a la Oficina de Patentes de Estados Unidos, pero ¿desde cuándo estaban trabajando para buscar una cura para el Alzheimer? ¿Cómo se organiza y compone el equipo de trabajo que lidera?
Respuesta:El equipo de científicos del Centro de Investigación Biomédica EuroEspes lleva trabajando en el desarrollo de productos para combatir la demencia más de 20 años. Hemos participado en el desarrollo de fármacos que hoy están en el mercado, como el donepezilo, la memantina o cerebrolisina. En el caso de la vacuna EB101, empezamos a trabajar en ella en el año 2005. El diseño de la vacuna y la coordinación del estudio lo hicimos la doctora Carmen Vigo-Pelfrey y yo. Ella trabaja en Estados Unidos y colaboramos desde hace muchos años. El equipo multidisciplinar que realizó el trabajo práctico en el laboratorio lo formaban los siguientes jefes de grupo, con sus colaboradores: la doctora Fernández-Novoa, que se encargó de preparar los liposomas y el alérgeno; el doctor Valter Lombardi hizo toda la parte inmunológica; y el doctor Iván Carrera, que es un experto en animales transgénicos, preparó, con su grupo los animales transgénicos en los que se desarrollaron los experimentos, los estudios del cerebro y los estudios conductuales.
Pregunta: La vacuna EB101 es de carácter preventivo y terapéutico; al administrarla en los ratones con síntomas se detenía el proceso neurodegenerativo. ¿Sería posible conseguir que las zonas dañadas se regeneraran?
Respuesta:La vacuna EB101 es dual, profiláctica y terapéutica. Cuando se administra tiempo antes de que aparezcan los síntomas, evita que aparezca la degeneración cerebral típica del Alzheimer (efecto preventivo). Cuando se da en aquellos casos en los que la enfermedad ya ha dado síntomas, revierte las lesiones caracterizadas por la presencia de depósitos de proteína beta-amiloide y ovillos neurofibrilares, típicos de la desestructuración del esqueleto neuronal (efecto terapéutico). Aunque este efecto es muy interesante, no creo que una vacuna pueda regenerar el daño neuronal. Cuando una neurona muere no hay posibilidad de resurrección; la única posibilidad práctica para revertir el daño sería reactivar a células madres latentes, capaces de suplir parte de la función de las neuronas que han sido destruidas por el proceso degenerativo; y, aunque esto fuese técnicamente posible, no hay garantía de que la reposición funcional de células madre sea capaz de recuperar los engramas de memoria o el “histórico funcional” del que formaban parte las neuronas desaparecidas. En cualquier caso, sería un logro espectacular porque permitiría al cerebro recuperar parte de las funciones perdidas.
Pregunta: La SEN denunció que los resultados están basados en modelos experimentales con ratones por lo que hay que esperar a su aplicación en humanos. ¿Es pronto para afirmar la efectividad de la vacuna sin conocer que efectos puede producir en personas?
Respuesta:La vacuna EB101, igual que las diez vacunas anti-Alzheimer que existen en la actualidad –alguna de las cuales ya están en fase clínica en EE UU–, son un importante logro tecnológico, reconocido por la comunidad científica internacional, la oficina de patentes de Estados Unidos y la FDA americana; como tal logro, todos debiéramos estar contentos de poder avanzar con nuevas estrategias terapéuticas, después de una década de sequía total en términos de nuevos tratamiento para el Alzheimer; pero a nadie se le ocurre pronosticar éxito alguno con las vacunas hasta que estas no hayan sido testadas en humanos y aprobadas por la FDA. Lo que no me parece ni ético ni estético es negar el valor del progreso; ejercicio peculiar del cainismo ibérico.
Pregunta: Gracias a esta vacuna, ¿se puede afirmar que estamos cada vez más cerca de obtener la vacuna definitiva contra el Alzheimer? ¿Qué implicaciones políticas y sociales podría tener este avance?
Respuesta:Los primeros estudios clínicos con las vacunas disponibles, tanto para inmunoterapia activa como pasiva, están dando resultados bastante alentadores. Hace un mes en Japón hemos estado compartiendo datos con colegas europeos, americanos y japoneses, que son los que tienen los programas clínicos más avanzados, y los resultados que analizamos eran buenos, pero todavía no definitivos hasta que se concluyan los estudios en humanos y la FDA en Estados Unidos, la EMEA en Europa y Koseisho en Japón, den su visto bueno. En todo caso, aunque alguna de las vacunas en desarrollo tuviese éxito, su utilidad nunca sería universal. Estimamos que la utilidad de este modelo de vacunas beneficiaría, como mucho, a un 30-40% de la población en riesgo y, en algunos casos, podrían usarse en fases muy precoces de la enfermedad, en un 20% de pacientes con Alzheimer incipiente. La inmunoterapia del Alzheimer debe ser multifactorial, atacando diversos frentes patogénicos que conducen al daño degenerativo. Los modelos actuales son muy selectivos e incompletos, a pesar de representar un gran logro tecnológico. Adicionalmente, la inmunoterapia plantea un reto muy revolucionario: la prevención. Empezar a tratar a la población a riesgo años antes de que se manifieste la enfermedad; y esto implica la necesidad de hacer un replanteamiento muy serio del modelo asistencial, los planes de prevención específica, y la política de financiación de estos nuevos productos farmacéuticos.
Pregunta: En EuroEspes tienen otras líneas de investigación en enfermedades que también afectan a los mayores. ¿En qué punto se encuentran estas investigaciones? ¿Han conseguido avances significativos en alguno de estos ámbitos?
Respuesta:En el Centro de Investigación Biomédica y en EuroEspes Biotecnología estamos desarrollando una nueva gama de bioproductos nutracéuticos, bastante más baratos que las vacunas y de fácil acceso para la población general, con el fin de facilitar nuevos cauces preventivos tanto en enfermedades degenerativas, como el Alzheimer o el Parkinson, como en personas con riesgo cerebrovascular, cardiovascular o cáncer. También estamos trabajando en un nuevo producto para ayudar a madurar el cerebro en niños con déficit de atención. Dos o tres de estos productos estarán disponibles en los próximos seis meses.
Pregunta: Ha desarrollado parte de su carrera en Japón, país conocido por la alta esperanza de vida de sus habitantes. ¿Cuál cree que son las claves de esta longevidad? ¿De qué manera puede ayudar la ciencia a prolongar los años de vida?
Respuesta:El envejecimiento de la población, aun siendo un éxito histórico de nuestra especie –que nunca alcanzó cuotas de esperanza de vida tan altas como las actuales–, es uno de los problemas más acuciantes de las sociedades desarrolladas y también empieza a serlo en muchos países en vías de desarrollo. El motivo de preocupación principal es la tasa de discapacidad física y mental que acompaña al envejecimiento y, por lo tanto, los costes asociados para dar respuestas eficaces a más de un 30% de la población mayor de 70 años (a mayor edad, más discapacidad). Por supuesto, el objetivo de toda sociedad avanzada es aproximar la esperanza de vida –82 años en hombres, 84 años en mujeres– a la tasa óptima de longevidad humana –100-120 años–. En el último siglo se ha logrado duplicar la esperanza de vida en Europa; por lo tanto, este objetivo es un proceso gradual asociado a varios factores: higiene, salubridad, alimentación, atención sanitaria y progreso científico. Las grandes amenazas en nuestra sociedad son la obesidad, asociada al deterioro de la alimentación y al sedentarismo, la contaminación medioambiental, el consumo de tóxicos, y el uso inadecuado de fármacos. Sin duda, el progreso científico es esencial para que nuestra especie viva más y mejor; pero yo creo que en este momento es incluso más importante el hacer un replanteamiento educativo para que, a través de la educación y de la información adecuada –libre de la toxicidad que pulula en el ciberespacio–, la población tome conciencia de las medidas que una sociedad moderna debe adoptar para preservar la salud; después de todo, nuestro bienestar en la vejez es el resultado del género de vida que hayamos sido capaces de mantener a lo largo de nuestra existencia previa.