miércoles, 5 febrero 2025
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El rural de España envejece. ¿Se puede recuperar la identidad de los pueblos?

El éxodo de la mujer a las ciudades y la masculinización demográfica han acelerado el fenómeno de despoblación en muchos puntos de la geografía española. ¿Existen herramientas válidas para reestablecer su equilibrio y reactivar la vida en el campo?
Desde hace más de tres décadas, los municipios del rural están experimentando un constante proceso de despoblación, un fenómeno derivado de la coincidencia de varios factores y que, en consecuencia, provoca un envejecimiento de los habitantes de estas zonas. Así lo demuestran los datos resultantes del balance del censo de población y el padrón municipal del Instituto Nacional de Estadística (INE), que indican que, en 2007, una de cada seis personas de municipios del rural con menos de 10.000 habitantes superaba los 70 años; y uno de cada cinco sobrepasaba esta edad en aquellas localidades de menos de 5.000 habitantes.
El envejecimiento del rural en España es un hecho y se manifiesta de diversas formas, convirtiéndose en uno de los grandes retos en el desarrollo de futuras políticas sociales que, según los expertos, deben garantizar tres puntos esenciales: un equilibrio entre los núcleos rurales y urbanos, la cobertura de la atención a las personas mayores y la dependencia, y la conciliación de la vida familiar y laboral.

Origen del desequilibrio
Según el documento “La población rural de España. De los desequilibrios a la sostenibilidad social” -volumen 27 editado en la Colección de Estudios Sociales de la Fundación “la Caixa”, elaborado por un equipo formado por Luis Camarero, Fátima Cruz, Manuel González, Julio A. del Pino, Jesús Oliva y Rosario Sampedro- la masculinización y el sobreenvejecimiento son las dos grandes amenazas que hacen tambalear la sostenibilidad del mundo rural. Pero, ¿por qué surgen estos dos procesos? Se pueden apuntar algunas circunstancias como generadoras de ambas situaciones e, incluso, avanzar posibles vías para erradicar este fenómeno.
En primer lugar, la incorporación de la mujer al mundo laboral ha sido, y es, uno de los desencadenantes de las bajas tasas de permanencia en los pueblos. La falta de oportunidades laborales es, sin duda, la causa de este éxodo femenino, un hecho que también afecta a los más jóvenes, que se ven en la obligación de abandonar el rural en busca de nuevos yacimientos de empleo.
Además, la emigración de la mujer repercute directamente en una caída de la natalidad y, por tanto, en un desequilibrio demográfico importante entre las ciudades y el campo. Como señala la socióloga de la Universidad de Valladolid Rosario Sampedro, “la pérdida de población genera un círculo vicioso: un entorno sin jóvenes, sin mujeres y sin niños es un entorno poco atractivo para la población que se queda, que también se ve así animada a irse”.
Por otro lado, a esto se añade que los estilos de vida y los hábitos de la población han cambiado con el paso de los años, orientándose cada vez más a los de una sociedad de consumo que sólo es posible satisfacer en un ambiente urbano. Las opciones que ofrece una urbe suponen un atractivo y un reclamo, no sólo laboral, sino también en materia de cultura, ocio, calidad de vida, cobertura sanitaria y asistencial, etcétera. “Si vivir en el pueblo significa peores condiciones de vida, la marcha se convierte en una obligación. Los poderes públicos, mediante la asignación de recursos, deben promover la tendencia a la equidad, contribuyendo a limar diferencias entre la sociedad urbana y el mundo rural”, apunta Carlos Serrano, gerente del Centro de Estudios sobre la Despoblación y Desarrollo de Áreas Rurales (Ceddar). Durante un año, el municipio de Xunqueira de Espadañedo (Ourense) es protagonista de una investigación puesta en marcha entre la Fundación Pedro Barrié de la Maza (A Coruña) y Cáritas Diocesana de Galicia. La finalidad del estudio pionero -coordinado bajo la dirección de Ramona Rubio, catedrática de Psicogerontología de la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada y directora del Gabinete de Calidad de Vida y Envejecimiento- es analizar los índices de soledad en las zonas rurales de la provincia de Ourense. “También mediremos los niveles correspondientes al envejecimiento y aspectos cognitivos como la memoria y la atención”, comenta Rubio. Para el abordaje del tema central de la investigación, es decir, la soledad de los mayores y las posibles pautas de intervención ante este fenómeno, el equipo partió de que los cambios en los estilos de vida, la incorporación de la mujer al mundo laboral y la transformación en los índices de natalidad, entre otros motivos, son algunas de las circunstancias que han derivado en la despoblación de muchos pueblos y, en consecuencia, en el envejecimiento de los habitantes que van quedando en estos puntos del rural. El municipio de Xunqueira de Espadañedo, en Ourense, fue escogido como población piloto para el análisis debido a que esta provincia gallega presenta un alto índice de envejecimiento. En cualquier caso, en un futuro esperan extender el programa a otros ayuntamientos de menos de 1.500 habitantes de la provincia, que son 36 -equivalente a un 39,13% del total del territorio-. La investigación se organiza en dos etapas. En un primer momento, los profesionales investigan cómo viven estos mayores, cuáles son sus índices de soledad medidos a través de la primera escala de Soledad creada y validada en España y después realizan un estudio de cada contexto particular. La segunda etapa, de intervención, tiene diversos objetivos: crear líneas de sostenibilidad social en ese área rural; impulsar empleos de proximidad como trabajadores sociales y terapeutas ocupacionales; y demostrar la eficacia de la atención en su propio territorio a los mayores. Se trata de aplicar programas de envejecimiento activo en el hábitat de los mayores y observar de qué manera se podría retrasar la aparición de patologías asociadas a la dependencia, evitando así la institucionalización de estas persona en centros o residencias de manera prematura. El estudio dura un año y ya comenzó su andadura con conferencias que están teniendo bastante éxito entre los vecinos del municipio ourensano. “Debemos ir de pueblo por pueblo ofreciendo alternativas a los mayores, que conozcan las actividades que ofrecemos y que sepan cómo pueden participar”, comenta Rubio. La hipótesis del equipo “sostiene metafóricamente que la persona físicamente es sólo el 50%, el otro 50% es su historia, de ahí que cuando la trasladamos a un mayor a una residencia, en muchos casos su otro 50% queda para siempre en el lugar donde habitó”. Así, aunque consideran que el traslado de los mayores a un centro es una buena opción, máximo cuando éste así lo decide o cuando existe una dependencia severa, puntualizan que “ésta no es la única opción”. Pregunta:
Respuesta:
El elevado envejecimiento de los habitantes del rural desemboca en un fenómeno que preocupa a los expertos: el crecimiento proporcional de los niveles de dependencia y de discapacidad. Esta situación se agrava, además, teniendo en cuenta las dificultades de movilidad que existen en el campo, lo que contribuye al aislamiento de la persona mayor. En este punto entra en juego uno de los conceptos a los que sociólogos, psicólogos, gerontólogos e, incluso, historiadores, prestan más atención: la soledad de los mayores.
Ramona Rubio, catedrática de Psicogerontología de la Universidad de Granada, explica que, desde el punto de vista, “el concepto de soledad es un cajón desastre porque acabamos metiendo en él demasiadas cosas, aunque hay que matizar varios tipos. El lado más negativo implica que si este proceso no se ataja a tiempo, la soledad se convierte en el pórtico de la depresión. Cuando empiezan los síntomas, se pasa al segundo nivel, la depresión, y esto es un importante problema psicológico porque la persona que la sufre deja de tener ganas y motivación por todo y pasa a recrearse en lo que tuvo en el pasado”. En este mecanismo profundiza Rubio señalando que “ya que tendemos a tener una memoria selectiva, vemos sólo el pasado dorado, eliminando los momentos negativos. La depresión es una de las peores enfermedades que puede padecer un mayor”. Incluso, este proceso depresivo puede acelerar otros trastornos, como las demencias.
En cuanto a la forma de paliar esta sensación de soledad una vez que ya ha irrumpido en el mayor, lo importante es llenar las horas de actividad e intentar rentabilizar esa soledad, es decir, como explica la psicogerontóloga de la Universidad de Granada, “hay que convertirla en algo positivo a través de la creatividad. Por ejemplo, canalizar ese sentimiento mediante pintura, música, etcétera. Que cada uno la encauce como pueda”, señala Rubio.
Los profesionales que se encargan de la atención de los mayores, sea desde el campo de la psicología, los servicios sociales o la terapia ocupacional, se pueden topar con un obstáculo a la hora de tomar contacto con la persona que sufre ese aislamiento, y es su reticencia o miedo a recibir un tratamiento ante este problema. Por ello, el sector coincide en que lo principal es que sea el propio mayor el que tienda una mano y desee que se le ayude y accedan a su entorno para hablar con él. Existen dos terapias, las farmacológicas, que posteriormente hay que retirar para evitar que haya una habituación, y, en segundo lugar, las no farmacológicas, es decir, tratamientos de apoyo psicológico cuya efectividad está siendo demostrada a través de diversos estudios. Uno de ellos, por ejemplo, es el que desarrolla el equipo dirigido por Ramona en el municipio ourensano de Xunqueira de Espadañedo.

Vías de solución
En cuanto a la distribución por comunidades autónomas, los casos de municipios de Aragón, Castilla y León y gran parte del interior de Galicia son, quizás, algunas de las regiones epañolas en las que más se sufren estos procesos de despoblación debido, especialmente, a la dispersión de la población, que es una de las características que acentúa este fenómeno. Éste será, entre otros temas, uno de los ejes centrales del Congreso de Pequeños Municipios, que tendrá lugar el próximo mes de junio en Toledo, gracias a la aprobación de la Comisión Ejecutiva de la Federación Española de Municipios y Provincias (Femp) y la colaboración del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino. Este organismo promueve encuentros y programas a disposición de los asociados con el fin de que los gobiernos locales establezcan comunicación entre sí.
Desde el Ceddar, Carlos Serrano resume en cuatro rasgos los pasos que, desde su perspectiva, son necesarios para acelerar la revitalización del medio rural: “Libertad para irse, para quedarse y para volver; calidad como seña de identidad de la vida en el medio rural; administraciones que promuevan esos valores y que propicien políticas de carácter integral; y generación de una masa crítica para convertir lo propio en algo único”. Además, el gerente del Ceddar añade un aspecto importante que no hay que olvidar, y es el de calidad, es decir, estimular, ante todo, “trabajos cualificados y servicios de calidad están en la base del asentamiento y fijación poblacional. Calidad que facilitará que el inmigrante o el nativo decidan quedarse. Producción de calidad que, por ejemplo, permite asegurar un mercado”.
Estimular la riqueza de los pueblos pasa por determinadas actuaciones como, por ejemplo, potenciar el turismo rural para revitalizar dichas zonas, algo en lo que han sido pioneras regiones como Castilla y León y Galicia, a la cabeza de una clara apuesta por ensalzar las posibilidades del turismo rural. Existen otras alternativas en las que coinciden los profesionales que investigan sobre la despoblación, tales como generar servicios y empleo de proximidad, de forma que se den facilidades para que la persona mayor permanezca más tiempo en su entorno.
Terapeutas ocupacionales, psicólogos, profesionales de servicios sociales, médicos, etcétera son demandados de manera creciente por los vecinos del rural, de ahí que los profesionales insistan en la importancia de reavivar estos yacimientos para contribuir al bienestar de la población y al acceso de los jóvenes y las mujeres a estos puestos de trabajo.
Por su parte, Ángel Paniagua, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Csic) duda sobre la forma con la que fomentar el desarrollo del rural y afirma que “deben ser procesos espontáneos, es decir, no se deben crear falsas esperanzas ya que son actuaciones que implican grandes inversiones económicas y, por lo tanto, no es tan sencillo llevarlas a cabo”.
En definitiva, empleándose la herramienta que sea, el debate concluye que las políticas de futuro deberían apostar por la promoción del rural y de sus posibilidades, de forma que miles de municipios llenos de historia no caigan en el olvido. Y es que la pérdida de tradiciones culturales autóctonas es otra de las trágicas consecuencias de este proceso de despoblación.

>Entrevista a Carlos Serrano, gerente del Centro de Estudios sobre la Despoblación y Desarrollo de Áreas Rurales (Ceddar)
>Entrevista a Rosario Sampedro, Socióloga de la Facultad de Ciencias Sociales, Jurídicas y de la Comunicación de la Universidad de Valladolid
>Entrevista a Ramona Rubio, directora del Gabinete de Calidad de Vida y Envejecimiento

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Marta S. Massó
Marta S. Massóhttps://entremayores.es/
Licenciada en Periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca. Cubre la información de nacional de entremayores y la edición de Galicia.

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