miércoles, 15 enero 2025
InicioA Fondo"El Estado debe dejar espacio para que las personas se organicen y se hagan resilientes"

Stefan Meyer / Consultor en el área de Internacional de Fresno Consulting

“El Estado debe dejar espacio para que las personas se organicen y se hagan resilientes”

Politólogo y experto en gobernanza, desarrollo y salud pública. Stefan Meyer lleva más de 20 años trabajando en temas relacionados con las políticas sociales y, tras su paso por la Feria Internacional de Innovación y Tecnología al Servicio de los Cuidados (Fitecu), charlamos con él para profundizar sobre el concepto de innovación social

Pregunta: Quiero empezar por una cuestión que está en boca de todos, pero que a veces se confunde o, de repetirla, pierde su significado. Me refiero a la innovación social, ¿qué es y qué retos pretende resolver?

Respuesta:La innovación social se entiende como una respuesta a problemas complejos. Hoy en día, no tenemos respuestas desde las estructuras departamentalizadas de los Gobiernos, no llegan a resolver los problemas que tenemos, por ejemplo, el de la soledad no deseada, el cambio climático o la despoblación rural. La innovación social nos da una respuesta social en cuanto a medios y en los fines, es decir, se realiza a través de un proceso social multifactorial. Por eso, la innovación social muchas veces hace de puente entre las lógicas de la Administración pública, la empresa privada, el tercer sector y también de la comunidad.

Pregunta: En un artículo dice que la falta de servicios en las zonas rurales o la soledad deben abordarse desde una perspectiva muy territorializada. ¿La innovación social tiene que tener hoy un enfoque comunitario?

Respuesta:Estoy bastante convencido de que hay una vertiente de la innovación social muy ligada a la innovación tecnológica y, por ejemplo, con la deslocalización que permiten las redes sociales y las herramientas de trabajo colaborativo, ya no hace falta el encuentro personal. Sin embargo, creo que las relaciones personales y el cuidado que se transmite a través de los cuerpos de las personas está muy arraigado a la posibilidad de tener relaciones significativas. Es decir, que ahora se trata de hacer una combinación efectiva entre estas nuevas tecnologías y las acciones presenciales.

Pregunta: Acaba de participar en la I Feria Internacional de Innovación y Tecnología al Servicio de los Cuidados y una conclusión fue que se debe trabajar más en los cuidados comunitarios. ¿Cómo se pueden construir unas redes de vecindad robustas?

Respuesta:Lo que hemos visto en estas jornadas es que hay un gran desarrollo de tecnologías que son muy útiles, como la robótica social, los sistemas de vigilancia en el hogar, los sistemas de comunicación… Ahora bien, estas tecnologías no pueden remplazar las relaciones sociales. Es interesante ver que se está dando una transición hacia nuevos modelos profesionales en los que no se trata tanto de dar asistencia a las personas, sino darles apoyo, que las personas definan su propio proyecto de vida y conecten con los recursos (muchos de ellos informales) de la comunidad. Es decir, el trabajo de la trabajadora clásica de los servicios sociales o del cuidador ahora aumenta, adquiriendo otro rol en el que tiene que comprobar cuáles son los recursos existentes y movilizarlos. Hay que tener en cuenta que también debemos reforzar la resiliencia de las comunidades y la capacidad de cuidarse los unos a los otros. Mejor tener redes comunitarias que se autocuidan que ofrecer un servicio proporcionado desde arriba.

Pregunta: El sistema de pensiones o la Ley de Dependencia son innovaciones sociales fundamentales, ¿qué otros desafíos tiene por delante en el colectivo senior?

Respuesta:Todos los sistemas de protección social que tenemos son innovaciones sociales de una época anterior. La sanidad, el sistema de empleo, de educación… son socializaciones de las que se encarga el Estado para proveer el servicio. Es muy importante que haya servicios universales previstos por el Estado.

No obstante, la sociedad tiene nuevos retos como el de la soledad no deseada, donde las grandes ‘burocracias del bienestar’ simplemente no llegan y donde asistimos a una especie de desempoderamiento de la persona. Tenemos que ver como sociedad, pero también como Estado, de qué manera podemos fortalecer la activación de esta sociedad –entendida más como autoorganización que como burocracia social– para apoyar servicios universales. Esto no quiere decir que no sean necesarios servicios universales como los cuidados de larga duración, pero el Estado debe dejar espacio para que las personas y las redes locales se organicen y se hagan resilientes.

¿Cuál es el desafío de nuestra era? Estamos en un momento de envejecimiento poblacional sin precedentes y está bien que las personas sean cada vez más mayores. El desafío es conseguir un envejecimiento sano y para eso es necesario que las personas fallezcan ‘jóvenes’, pero a la mayor edad posible. Es decir, que cuando una persona se haga mayor, mantenga todas sus capacidades para poder desarrollar sus proyectos y tener una tercera edad sana, con movilidad, y durante el mayor tiempo posible.

Pregunta: En Fitecu se trató también la integración de la tecnología en los cuidados o su humanización. ¿Qué aspectos debemos mejorar para una mayor integración de la tecnología?

Respuesta:La tecnología social tiene muchas ventajas, pero no deberíamos pensar que nos van a solucionar todos los problemas. Las personas lo que quieren son relaciones sociales, quieren que tener la seguridad de que, en una situación de debilidad, haya alguien que les va a cuidar y con la que pueden seguir persiguiendo sus metas.

Yo creo que hay dos claves: la primera sería que, cuando se desarrolle una nueva tecnología, se realice en coproducción con las personas que la van a utilizar. De hecho, todas las entidades tecnológicas actuales son conscientes de que no tiene mucho sentido desarrollar soluciones que luego no sirvan a nadie. Por este motivo, hoy se estila procesos de diseño colaborativo, donde el primer paso es la propia definición del problema.

La segunda clave es que cada hogar es distinto. Una cosa es tener un producto estándar como sería un coche o una lavadora, y otra es adaptar un hogar a las necesidades de la persona. Ahí existe un dilema entre cuánto podemos personalizar y con cuánto presupuesto contamos, pero debemos poder personalizar las distintas tecnologías y la domótica hasta adaptarla a las necesidades de cada persona.

Pregunta: ¿Qué opina de transformación del sector de los cuidados en España?

Respuesta:Este país tiene grandes ventajas, pero también grandes retos. Probablemente, España sea el país dónde se ha producido el mayor cambio cultural en el rol del género del mundo.

Si observamos la transición del rol de la mujer en los últimos 40 años, esta se ha desarrollado a una velocidad que no tiene comparativa. Ahora bien, esto a su vez es un desafío porque todo el trabajo que antes asumían las mujeres, ahora se tiene que repartir. En este sentido, creo que España está intentando desarrollar unos modelos más justos y que, además, son punteros.

Aquí se trabaja mucho sobre los horarios laborales, sobre quién realiza los cuidados (tanto a mayores como a niños) y sobre qué servicios universales pueden apoyarlos, aunque no es difícil saber que tradicionalmente estas labores las han desempeñado las mujeres.

Por otro lado, me da la impresión de que el país está invirtiendo mucho en la adaptación de la tecnología a los cuidados domésticos, y ahí hay una oportunidad de mercado, tanto a nivel nacional como por la posibilidad de exportar esas soluciones a otros países.

Pregunta: La tendencia es retrasar el ingreso en las residencias y, de hacerlo, que estas cuenten con unidades de convivencia pequeñas y estancias similares a las de un hogar. ¿Está España preparada para este cambio?

Respuesta:A España no le queda otra que estar preparada. El Covid-19 ha sido una llamada de atención. Los fallecimientos en las residencias también han sido una evidencia de que necesitamos otros modelos, porque no solo se ha visto alguna debilidad concreta ante la epidemia, sino que ha sido la situación en general. En algunos casos, ha habido abandono y hasta abuso de las residencias.

No cabe ninguna duda de que el sistema necesita inversión, pero también una transición en el modelo hacia entidades más pequeñas y la movilización de la comunidad vecinal, de manera que los mayores no estén aislados en los centros.

Para llevar esto a cabo, la iniciativa del Gobierno –además de establecer estándares de calidad que sean medibles–, sobre todo debe de ser de instaurar una cultura no asistencial, si no que parta de lo que quiere la persona.

Esta cultura también se transmite a través de una ética profesional y para eso es indispensable invertir en el reconocimiento de las profesiones que prestan estos cuidados. Cuando digo ‘reconocimiento’, me refiero, por una parte, a profesionalizar (más educación y especialización) y, por otra parte, sacarlos del rincón de la precariedad y prestigiarlo con una remuneración de salarios dignos.

Pregunta: El envejecimiento de la población aumenta: cada vez hay más personas mayores y la esperanza de vida es mayor. Sin embargo, desde el sector sociosanitario se advierte que existe una carencia de profesionales, ¿cómo podemos solucionar esta disyuntiva?

Respuesta:En primer lugar, que aumente el número de personas mayores no significa necesariamente que necesitemos más cuidados. Lo que tenemos que conseguir es que vivan con un buen estado de salud. Por ejemplo, en Dinamarca hay un sistema de visitas preventivas para elaborar un plan individualizado y que las personas mayores de 75 años tengan una mayor oportunidad para mantenerse sanos. Luego existen procesos de rehabilitación para que las personas realicen ejercicio, coman sano… es decir, para que tengan un envejecimiento saludable.

En segundo lugar, tenemos que separar lo que son los cuidados profesionales de los cuidados informales o familiares. Lo que hace falta es que todas las personas tengamos más tiempo para poder cuidar como padres, hijos, vecinos… para dar apoyo a las personas que nos rodean. Tenemos que organizar la sociedad para que todo el mundo tenga tiempo para que, además de su empleo, pueda desempeñar también otro trabajo más informal. Es decir, cuidarse los unos a los otros.

Otro apunte. En la actualidad hay hasta campañas en los países del norte de Europa para reclutar a personal español de enfermería y de los cuidados, porque tienen una buena formación y reputación. Por este motivo, es difícil retenerlos en el país. Así que es importante que España siga ofreciendo una formación de calidad para aumentar la profesionalización pero, además, debe asegurarse de que haya dignidad y reconocimiento laboral y, también, que este reconocimiento se vea reflejado en el salario.

Pregunta: Tras la pandemia, ha habido un debate relacionado con la dicotomía entre lo público y lo privado. Algunas entidades apuestan por los servicios públicos, denostando su mercantilización; otras, por mejorar la colaboración público-privada. ¿Qué opina usted?

Respuesta:El debate está muy polarizado. No veo que el sistema público pueda proveer de todos los cuidados en el sector de la dependencia, pero también entiendo la preocupación por la mercantilización que en ocasiones existe en las residencias o servicios domésticos, con dinámicas de ir a la baja, de ahorrar dónde se pueda o de no mantener las necesarias relaciones entre cuidador y paciente. Creo que es importante que el Estado nunca deje de proveer servicios, porque las comunidades autónomas o los municipios necesitan saber cuáles son los retos en la prestación de servicios. Por lo tanto, un 20% o una tercera parte de los servicios deberían prestarse de forma directa simplemente para que el Estado sepa cuáles son los desafíos.

Más allá de esto, hay muchos otros modelos, ya sea con el tercer sector o con entidades privadas y, en estos casos, siempre hay que asegurarse de que los criterios de calidad de la prestación acordados se están cumpliendo. Para esto, es muy importante la participación de las personas a las que estamos atendiendo y de sus familias. En otros países hay modelos bastante interesantes con encuestas de satisfacción para que se pueda valorar los servicios que reciben.

Otro reto también está relacionado con la concentración del sector. Está muy bien tener economía de escala, pero, por ejemplo, si atendemos a la comparativa entre Suecia y Dinamarca –la primera, con una gran concentración, y la segunda, con organizaciones más pequeñas–, en el primer modelo, cuanto entra capital de riesgo, los estándares de calidad bajan mucho.
Pregunta: ¿A medio plazo cuál es (o debería ser) la innovación social de este siglo?
Respuesta:Hay dos buenas noticias: una es que tenemos muchas tecnologías y nos pueden descargar de muchas tareas. La otra, que es realmente la importante, es el cambio de modelo, la transición desde los sistemas burocratizados del estado de bienestar, que dan para todo, ‘Same size fits all’ –en español se podría traducir como modelo universal– hacia sistemas orientados a la persona.

En España hay modelos como el de Castilla y León, con el programa ‘A gusto en casa’, que permite a las personas mayores de los pueblos seguir residiendo en el rural y mantener sus relaciones sociales. También está, por ejemplo, el programa de Barcelona de las macromanzanas, en el que la perspectiva urbanística se junta con la perspectiva de cuidados microterritoriales, y se produce una activación de la profesionalización de los cuidados con su entorno comunitario.

Creo que estamos en una fase de transformación, con muchos proyectos pequeños operando por toda España y es necesario que empiecen a hablar entre sí. También es importante que haya un apoyo continuado y un consenso sobre la necesidad de desinstitucionalizar para que la buena vida en la comunidad sea posible.

Lo más visto

Más información