Así influyen en la calle la prescripción por principio activo y las nuevas normas de dispensación

La nueva normativa -que además de la ampliación del copago y los cambios en la dispensación, supuso la retirada de más de 400 medicamentos de la financiación pública- tenía como objetivo específico rebajar la factura farmacéutica al sistema público y lo ha conseguido, pues en 2012 el gasto farmacéutico acumulado fue de 9.771 millones de euros, cifra similar a la factura registrada en 2004.
La norma y el mercado del medicamento
Al respecto, desde Farmaindustria aseguran a este periódico que “las medidas contenidas en dicho decreto han supuesto un recorte sin precedentes en el gasto farmacéutico y han exigido de la industria farmacéutica un importante sacrificio, siendo de nuevo el sector que más sigue contribuyendo a la sostenibilidad de las cuentas públicas”. “Más contribución a la sostenibilidad del SNS y a la reducción del déficit público español no se puede pedir a un sector”, sostienen. Del otro lado, la patronal de los medicamentos genéricos -la Asociación Española de Medicamentos Genéricos (Aeseg)-admite que “gracias a la entrada en vigor de esa norma, en el último año el medicamento genérico ha incrementado su participación en el mercado en unidades”, aunque su director general, Ángel Luis Rodríguez de la Cuerda, considera que “las cifras todavía están muy lejos de las que consigue el genérico en los países europeos”. En este sentido, el máximo responsable de la Aeseg defiende que “todavía hay recorrido para poner en marcha medidas desde la Administración encaminadas a implementar su desarrollo y asegurar así una verdadera herramienta de ahorro”. Al respecto, Rodríguez de la Cuerda insta a rectificar la obligación de la marca a igualar el precio del genérico. “La razón de ser del genérico, por la que se introdujo en el país, era representar una diferencia real frente a la marca, puesto que tenía un precio de mercado más económico, ya que la patente de la marca había vencido y se entendía que sus inversiones estaban amortizadas. Por eso, una medida muy eficiente para contribuir al ahorro sanitario público sería que existiera una diferencia en los precios de uno y otro, pero siempre dejando libre elección al ciudadano, de forma que si alguien quisiera acceder al medicamento de marca pudiera hacerlo simplemente mediante el pago de la diferencia con el genérico”.
Cómo ha afectado la nueva dispensación en la calle
Más allá de las cifras económicas, un año después de la puesta en marcha del nuevo modelo de prescripción y dispensación, surgen algunas cuestiones. ¿De qué manera han afectado al usuario, a la hora de recibir sus fármacos, las modificaciones introducidas por el RD 16/2012? ¿Y al resto de agentes involucrados: médicos, farmacéuticos...?
Si bien es cierto que, por ejemplo, la preferencia por el medicamento genérico no es nueva y sólo había desaparecido en 2011, lo cierto es que las idas y venidas de las sucesivas legislaciones en esta materia no han hecho más que cambiar las reglas del juego para todos: desde los profesionales hasta el usuario final -el paciente-, pasando por los propios laboratorios.
Algunas asociaciones de pacientes han denunciado que algunos enfermos crónicos han visto, durante el último año, cómo se les cambiaba el fármaco que recibían habitualmente e, incluso, cómo éste ha cambiado entre la última vez que acudió a su oficina de farmacia y la anterior. Esto se produce porque, de acuerdo con la nueva normativa, la prescripción debe realizarse siempre por principio activo para el tratamiento de procesos agudos y, en el caso de enfermedades crónicas, para la primera prescripción o la continuidad en el tratamiento. En estos casos, el farmacéutico está obligado a dispensar el medicamento de precio más bajo con ese principio activo pero, a igualdad de precio, será el medicamento genérico el que se facilite al paciente. Por su parte, el médico puede recetar bajo denominación comercial en el caso de tratamientos de continuidad de procesos crónicos si ese fármaco tiene un precio menor -o igual al de precio más bajo- de su familia (en caso contrario, el farmacéutico debe dispensar igualmente el genérico), o si son medicamentos no sustituibles.
A los pacientes les preocupa que una pequeña modificación en el tratamiento pueda desestabilizar una enfermedad que estaba perfectamente controlada. “Es lógico pensar que el paciente, acostumbrado a un determinado tipo de medicación, se sienta desconcertado cuando de la noche a la mañana su médico le ‘receta otra cosa’ diferente”, asegura el presidente de la Confederación Española de Afectados y Familiares de Enfermos de Alzheimer (Ceafa), Koldo Aulestia. Pregunta:
Respuesta:
Preguntado sobre si en la adopción de esta medida para el Ministerio primó más el ahorro económico o el criterio facultativo, el jefe del Departamento de Medicamentos de Uso Humano de la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (Aemps), César Hérnandez García, manifiesta que “el uso de un innovador o de un genérico autorizado bioequivalente produce unos efectos clínicos similares. Es decir, un paciente, y su médico, pueden estar tranquilos en cuanto a los efectos clínicos del tratamiento porque el hecho de estar autorizado por la Aemps garantiza esta bioequivalencia”.
Comprender “que la pastilla verde es igual que la roja”
Por su parte, el presidente de Ceafa pone el énfasis en la cuestión de la presentación de los medicamentos y las consecuencias que los cambios a la hora de la dispensación podrían acarrear a los pacientes en el día a día. “Se constata que, a pesar de las explicaciones que el facultativo pueda facilitar en el sentido de que la nueva prescripción ‘es lo mismo’ que lo que ha venido recetando en los últimos tiempos, las personas, sobre todo las mayores, no acaban de comprender que una pastilla verde sea lo mismo que otra roja”, asegura Koldo Aulestia. Para el presidente de Ceafa, además, existe una cuestión fundamental derivada de esto: la desconfianza que puede generar en el usuario. “Desconfianza que muchas veces se acrecienta cuando, al prescribir por principio activo, es el propio farmacéutico quien administra el fármaco de menor precio, que no tiene por qué coincidir con el que expidió la última vez en que el paciente visitó la farmacia. En estos casos, nuevamente se producen ‘conflictos’ con la presentación de los medicamentos y, consecuentemente, la angustia de no saber relacionar qué medicamento sirve para qué”, indica Aulestia.
Haciendo referencia al “Estudio sobre la valoración de los medicamentos genéricos en la población española”, de laboratorios Cinfa y Redpacientes, el director general de la Asociación Española de Medicamentos Genéricos (Aeseg), Ángel Luis Rodríguez de la Cuerda, destaca que “alrededor del 23% de los encuestados reconoce que en los últimos meses le han sustituido el medicamento”, pero, de ellos, “sólo dos admiten haber tenido algún problema de confusión o equivocación alguna al cambiar de tratamiento de marca a medicamento genérico”. Por eso, a Rodríguez de la Cuerda le “sorprenden” las cuestiones publicadas en torno a este tema en el último año.
Igualar formas y colores
¿Sería conveniente cambiar la presentación? ¿Homegeneizarla? César Hernández explica que esta cuestión forma parte de los temas que habitualmente se tratan en las reuniones de la red de agencias de medicamentos de Europa. “La legislación europea de medicamentos es especialmente cuidadosa en todos los aspectos que inciden en la correcta identificación de un fármaco y la evaluación de los cartonajes. Los nombres o, por ejemplo, los prospectos de los medicamentos forma parte del trabajo que hacemos en las Agencias”. Así, aunque la Aemps ha recibido propuestas con el fin de homogeneizar el cartonaje de los medicamentos haciendo, por ejemplo, que una de las caras fuera completamente blanca y no ofreciera más que el nombre del principio activo del medicamento en color negro, “la Agencia evaluó en su momento los motivos que pudieran hacer tomar esta iniciativa y no encontramos evidencias científicas que lo avalaran frente a otras alternativas, como una educación correcta sobre la información que ya está en los medicamentos”.
Regular la presentación, en todo caso, sería complicado porque, como recuerda el director general de Aeseg, “en las patentes -tanto en marcas como en genéricos- entran cuestiones como la fórmula farmacéutica, la forma de la cápsula del medicamento o incluso los colores identificativos”.
Reforzar la información
Para resolver esta cuestión, implementar la formación y hacer más accesible la información en torno a los medicamentos parecen las vías más sencillas y eficaces. “Resulta fundamental a todas luces que la población conozca, sepa y, sobre todo, se prepare para un nuevo escenario en el que algo tan habitual o sencillo como tomar un medicamento va a experimentar importantes cambios de forma: nuevas denominaciones, nuevas presentaciones externas, diferentes formatos de pastillas…”, manifiesta el presidente de Ceafa. Aulestia también critica que las autoridades sanitarias “han hecho un importante esfuerzo” informador sobre “las bondades de los genéricos”, pero “han lanzado sus mensajes sólo a una parte de los potenciales destinatarios de la información: profesionales de la salud, compañías farmacéuticas y administraciones públicas, quedando el paciente (usuario final) en un segundo plano que, además, ha recibido durante un cierto tiempo informaciones contradictorias de los medios de comunicación, su médico o su farmacéutico”.
Como consecuencia de todo esto, la Aemps asume que “es necesario aumentar el conocimiento de profesionales y pacientes sobre todos estos aspectos y, en esta línea, estamos tratando de hacer una Agencia más transparente”, asegura su presidente, César Hernández García.
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