La sexualidad no es solo una cosa de jóvenes

En general, solemos asociar las app de citas con las personas jóvenes, público, eso sí, mayoritario, y sucede algo similar con la sexualidad, concepto universal que, sin embargo, parece otra vez reservado para la juventud. Ángela Aznárez explica que esto sucede porque “vivimos en una sociedad muy edadista, que considera que el sexo tiene fecha de caducidad y que contempla una visión de la sexualidad muy pornográfica y coitocentrista, por lo que, cuando el cuerpo experimenta cierto envejecimiento, se da por hecho que esa actividad sexual se ha de abandonar, cuando realmente eso es decisión de cada persona”.
En realidad, según apunta esta sexóloga, la sexualidad en la vejez no desaparece, sino que “solo se transforma y adapta”. “Practicar sexo o no es decisión única y exclusiva de cada persona, y está igual de bien una cosa como la otra. Pero lo que no está bien es condenar a las personas mayores a vivir el resto de su vida negándose la posibilidad de tener sexo y negándose vivir su deseo con libertad y sin culpa”.
Cecilia Bizzotto, socióloga y portavoz de JOYclub en España –sitio de citas liberal que arribó a España en 2020–, argumenta en la misma línea: “A diferencia de otras sociedades que veneran la vejez como sinónimo de sabiduría y conocimiento, en occidente hemos relegado su papel y primado a las personas en edad productiva en términos capitalistas”. “La sociedad occidental –añade– tiende a invisibilizar el cuerpo envejecido y, con ello, su potencial erótico. La sexualidad se vincula con cuerpos normativos, funcionales y atractivos según estándares estrechos, dejando fuera a las personas mayores”. Sin embargo, pese a este relato, Bizzotto subraya que “el cuerpo puede ser deseante hasta el final de sus días, que la erótica se cultiva y se construye y que nuestro disfrute no se agota ni los cuerpos se atrofian”.
MITOS
Como si se tratasen de seres mitológicos, las personas mayores arrastran leyendas que, como las griegas, no son más que invenciones, en este caso, asociadas a la edad; más si cabe, si las fabulaciones están relacionadas con el erotismo o la sensualidad. La escritora y periodista Noemí Casquet, que dirige la escuela de educación sexual Santo Amor, enumera mitos habituales, como, por ejemplo, el de que, a cierta edad, el pene no tenga erección, no se realice sexo oral o penetración, ya no haya masturbación o, incluso, no se sienta deseo sexual. “La sexualidad en las personas mayores está tan estigmatizada que a la sociedad le da rechazo pensar en ello, en que el colectivo sénior pueda mantener relaciones sexuales del tipo y la forma que sean”, opina.
En cuanto a la supuesta pérdida de apetito sexual, Bizzotto remarca que “la libido no está únicamente determinada por la biología, sino también por factores psicológicos, relacionales y sociales. El deseo puede mantenerse o incluso aumentar con los años, sobre todo cuando la persona cultiva una actitud positiva hacia su cuerpo, su placer y su erótica”. La portavoz en España de JoyClub asegura que algunas investigaciones han demostrado que muchas mujeres que dejan de tener relaciones sexuales tras la menopausia ya arrastraban una vivencia sexual insatisfactoria desde antes. Es decir, lo que genera la falta de deseo es “una trayectoria poco plena que se consolida en ese momento”.
La socióloga señala la creencia de que, si una persona experimenta cambios fisiológicos y problemas sexuales, como la disfunción eréctil o la menor lubricación vaginal, el sexo deja de ser posible o satisfactorio. “En realidad, el cuerpo entero es un mapa erógeno, y aprender a disfrutar de otras formas de contacto puede abrir caminos a una sexualidad más creativa, placentera y adaptada a cada momento vital. A veces, estas alteraciones físicas son una oportunidad”.