miércoles, 5 febrero 2025
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Editorial

El Imserso pierde el rumbo y navega a la deriva

Hace tiempo que los profesionales están mostrando su asombro ante un hecho que cada día se consolida más: la sorprendente politización en la que ha caído el Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso), que abandonando el objetivo con el que nació -ser la Entidad Gestora de la Seguridad Social para la gestión de los Servicios Sociales complementarios de las prestaciones del Sistema de Seguridad Social- ha pasado a convertirse en un organismo de prédica trasnochada, sesgada y dirigida por algunos que, haciéndose pasar por expertos, ocupan cargos que, en otros tiempos, estaban reservados sólo a profesionales de prestigio reconocido en el ámbito de los servicios sociales. Así, estamos asistiendo a un anclaje del Imserso que, voluntaria o involuntariamente, ha perdido el rumbo y ha tirado por la borda los fines con los que nació.
En el año 2007 todos aplaudimos la aprobación de la Ley de Dependencia. Creíamos que el Imserso seguiría apostando por la innovación y seguiría liderando el ranking mundial en materia de investigación sociosanitaria y de servicios sociales. Pero la realidad ha sido otra y el desarrollo, aplicación y consolidación de nuestra Ley de Dependencia se encuentra hoy a la deriva, siendo solamente utilizada como una pelota caliente que ni Gobierno central ni comunidades autónomas quieren tener en sus tejados y que, como no podía ser de otra manera, perjudica a uno de los colectivos más desfavorecidos: los mayores. A día de hoy continúan sin estar fijados los estándares de calidad, la cualificación de los profesionales para atender a los dependientes y se siguen construyendo residencias y centros de día sin tener en cuenta las necesidades de sus usuarios, prestando así al mayor una atención inapropiada. El Imserso ha abandonado el barco de la apuesta por la innovación dejando en manos de aprendices el desarrollo de sus objetivos y viendo limitadas sus funciones a promocionar a bombo y platillo su programa de vacaciones sociales y unos premios a los que muchos empiezan ya a verle el sinsentido.
Con este devenir, somos todos los que estamos perdiendo la oportunidad de vivir una vejez digna. Por ejemplo, en materia de coordinación sociosanitaria, el Imserso aprovecha cada acto público para recordarnos que está elaborando el libro blanco de la coordinación sociosanitaria y nosotros nos preguntamos para qué sirve si luego los datos quedan obsoletos y son inaplicables a la realidad existente. Los ciudadanos deberíamos reivindicar que el Imserso, adscrito al Ministerio de Sanidad, promoviera actuaciones claras en esta materia, dejando a un lado este tipo de estudios y apostando por los servicios de calidad. Todos sabemos que a la coordinación sanitaria le queda un largo camino por recorrer y ya es un secreto a voces que los profesionales empiezan a estar hartos de que el Imserso no cumpla las funciones que le han sido atribuidas. El sistema está colapsado y la falta de recursos sociosanitarios es evidente. Por no hablar de las desigualdades sociales que la Ley de Dependencia ha generado, ya que cada comunidad autónoma ha aplicado la normativa estatal como le ha parecido, creando, sin que el Imserso haga nada, 17 leyes de dependencia y 17 maneras de atender a las personas mayores.
El Imserso tenía prestigio, sí, pero lo ha perdido y ha dejado en manos de la empresa privada el diseño de guías y de escalas que midan el desarrollo de la calidad de los servicios prestados a las personas en situación de dependencia. Además, se ha olvidado de desarrollar herramientas informatizadas que le permitan al profesional trabajar mejor. Es una pena que sean los propios profesionales que gestionan la atención al mayor los que tengan que inventarse los formatos, los registros, y todo el sistema de trabajo, que se supone que está inventado hace mucho tiempo, y que se supone que debería haber una entidad de ámbito estatal y de prestigio que lo difundiese.
El Imserso debería definir ya, de una vez por todas, sus actuaciones y ser un Instituto Técnico de Mayores y Servicios Sociales. Esto es lo que la sociedad y el Instituto merecen porque, aunque muchos de sus expertos trabajan en la sombra, son de alto nivel. Ahora están desmotivados porque cuando uno va en un barco que no sabe a dónde se dirige, tanto los tripulantes como la tripulación acaban un poco exasperados y desmotivados.

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Redacción EM
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Información elaborada por el equipo de redacción.

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