Los servicios de cuidados de larga duración en Europa central y oriental son insuficientes
Un estudio de la OIT pone de manifiesto esta necesidad, destacando que un número significativo de trabajadoras migran a la parte occidental del continente para cubrir este déficit debido a los bajos salarios en su país de origen
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) presentó recientemente el estudio “Challenges in long-term care of the elderly in Central and Eastern Europe”, en el que se pone de manifiesto la insuficiencia en los servicios de cuidados de larga duración y de calidad para las personas mayores de Europa central y oriental, destacando que un número significativo de trabajadoras migran a la parte occidental del continente para cubrir este déficit por el bajo salario en su país de origen. El trabajo, que aborda la situación en Polonia, Ucrania, República Checa y Serbia, ha sido elaborado por Kenichi Hirose y Zofia Czepulis-Rutkowska, y se divide en cuatro secciones.
Para Hirose, uno de los principales retos a los que se enfrentan estos países es “la necesidad de un servicio formal de atención a largo plazo”, ya que “el suministro de estos cuidados en el seno familiar, que depende mucho del trabajo no remunerado de las mujeres, ya no es suficiente para asistir de manera eficaz al creciente número de ancianos”, puntualiza. En su investigación han constatado “déficits tanto en el cuidado institucional como en los servicios de asistencia a domicilio, además de un acceso desigual al cuidado en las zonas urbanas y rurales”. Estas carencias, según han comprobado, hacen que muchos de los que solicitan los cuidados institucionales figuren en lista de espera, lo que lleva a que la persona sea hospitalizada y no por causas médicas.
En el plano económico, en su estudio señalan que “la parte del gasto público destinado al cuidado de larga duración en los países de Europa central y oriental, en términos del PIB, generalmente es menos de la mitad que en los países de la OCDE. Lo que explica el déficit en los servicios”. Es más, la financiación depende en gran parte de los presupuestos nacionales o locales, lo cual “hace que dichos servicios sean particularmente vulnerables a las crisis económicas”.
En cuanto a las prestaciones en efectivo bajo la forma de subsidios de asistencia, Hirose señala que existen en la República Checa y en Serbia, pero puntualiza: “Son útiles pero no son suficientes para compensar estar en otro trabajo y las encuestas muestran que los subsidios en realidad son utilizados para otros propósitos en lugar de la adquisición directa de los servicios de cuidado”.
El cuidado a domicilio “no solo es la opción que prefieren los ancianos, es también más rentable que el cuidado institucional”, dice el coautor del estudio. Si bien es necesario invertir en las estructuras públicas, las políticas dirigidas a promover el cuidado a domicilio no pueden implementarse con éxito a menos que los trabajadores tengan la posibilidad de conciliar el trabajo y el cuidado en el hogar.
Por último, el investigador apunta que ante “los profundos cambios demográficos producto del envejecimiento de la población, el cuidado de larga duración se está convirtiendo en una preocupación mundial para las personas mayores y sus familiares”. Y, por ello, recomienda que “los países mejoren su infraestructura institucional del cuidado y desarrollenr mecanismos para apoyar la asistencia a domicilio. Para ello, se deberían dar los pasos necesarios para movilizar los recursos destinados a potenciar la estructura de los sistemas de cuidado de larga duración.
Para Hirose, uno de los principales retos a los que se enfrentan estos países es “la necesidad de un servicio formal de atención a largo plazo”, ya que “el suministro de estos cuidados en el seno familiar, que depende mucho del trabajo no remunerado de las mujeres, ya no es suficiente para asistir de manera eficaz al creciente número de ancianos”, puntualiza. En su investigación han constatado “déficits tanto en el cuidado institucional como en los servicios de asistencia a domicilio, además de un acceso desigual al cuidado en las zonas urbanas y rurales”. Estas carencias, según han comprobado, hacen que muchos de los que solicitan los cuidados institucionales figuren en lista de espera, lo que lleva a que la persona sea hospitalizada y no por causas médicas.
En el plano económico, en su estudio señalan que “la parte del gasto público destinado al cuidado de larga duración en los países de Europa central y oriental, en términos del PIB, generalmente es menos de la mitad que en los países de la OCDE. Lo que explica el déficit en los servicios”. Es más, la financiación depende en gran parte de los presupuestos nacionales o locales, lo cual “hace que dichos servicios sean particularmente vulnerables a las crisis económicas”.
En cuanto a las prestaciones en efectivo bajo la forma de subsidios de asistencia, Hirose señala que existen en la República Checa y en Serbia, pero puntualiza: “Son útiles pero no son suficientes para compensar estar en otro trabajo y las encuestas muestran que los subsidios en realidad son utilizados para otros propósitos en lugar de la adquisición directa de los servicios de cuidado”.
El cuidado a domicilio “no solo es la opción que prefieren los ancianos, es también más rentable que el cuidado institucional”, dice el coautor del estudio. Si bien es necesario invertir en las estructuras públicas, las políticas dirigidas a promover el cuidado a domicilio no pueden implementarse con éxito a menos que los trabajadores tengan la posibilidad de conciliar el trabajo y el cuidado en el hogar.
Por último, el investigador apunta que ante “los profundos cambios demográficos producto del envejecimiento de la población, el cuidado de larga duración se está convirtiendo en una preocupación mundial para las personas mayores y sus familiares”. Y, por ello, recomienda que “los países mejoren su infraestructura institucional del cuidado y desarrollenr mecanismos para apoyar la asistencia a domicilio. Para ello, se deberían dar los pasos necesarios para movilizar los recursos destinados a potenciar la estructura de los sistemas de cuidado de larga duración.