Uno de los síntomas más comunes que aparecen durante la menopausia son los vasomotores, popularmente conocidos como sofocos. Cuando estos se producen por la noche, se les llama sudores nocturnos. Se estima que hasta el 85% de las mujeres en esta etapa de la vida los experimentan.

En concreto, estos sofocos son sensaciones repentinas e intensas de calor en la cara, el cuello y el pecho que pueden ir acompañados de sudoración, escalofríos, ansiedad y palpitaciones. Cada episodio puede durar hasta cinco minutos.

Estos síntomas vasomotores se originan en el hipotálamo. Allí, en condiciones normales, existe un equilibrio entre el estrógeno y otras sustancias cerebrales que regulan la temperatura corporal. Sin embargo, durante la menopausia, cuando los niveles de estrógeno disminuyen, se pierde este equilibrio. Esto provoca que el hipotálamo interprete que el cuerpo tiene calor cuando no lo tiene, desencadenando los síntomas vasomotores.

Sin embargo, recientemente, los sofocos se han convertido en un síntoma de la menopausia todavía más abordable: acaba de llegar a España el único tratamiento sin hormonas que permite reducir la frecuencia e intensidad de los síntomas vasomotores en mujeres posmenopáusicas. Su principio activo es fezolinetant, y viene a completar el arsenal terapéutico frente a los sofocos de la menopausia para aquellas mujeres que no pueden o no quieren usar hormonas.

Es importante tener en cuenta que los sofocos pueden condicionar, y mucho, la calidad de vida de las mujeres que los experimentan. Tanto es así que los sofocos y los sudores nocturnos pueden impactar en el estado de ánimo, en las relaciones personales, la vida laboral, la concentración, las actividades sociales e incluso en el cuidado personal. Y es que, aunque la menopausia no es una enfermedad, sí tiene repercusiones en la calidad de vida de las mujeres que la atraviesan. En este sentido, fezolinetant ha demostrado eficacia desde la primera semana de administración en el tratamiento de los síntomas vasomotores de moderados a intensos, es decir, en los casos que van acompañados de sudoración o que incluso obligan a cesar la actividad normal. 

Pese a ello, los síntomas vasomotores asociados a la menopausia suelen estar infraconsultados e infratratados. En este sentido, es muy importante que las mujeres que están en esta etapa de la vida y que conviven con sofocos y otros síntomas propios de la menopausia lo comenten con su profesional sanitario de referencia para buscar la forma más adecuada para reducir el impacto de estos síntomas en su vida diaria.