La ‘Profiguración’ se refiere al acuerdo y el reconocimiento necesario entre generaciones en la sociedad actual. Este novedoso concepto trata de poner en valor la importancia de la interdependencia y el cuidado entre personas de todas las edades, con el fin de que tanto jóvenes como adultos y mayores podamos alcanzar una vida plena en todas sus etapas. Los seres humanos somos seres sociales, y en un momento de crisis como el actual, se pone de manifiesto más que nunca la necesidad que tenemos de luchar contra la soledad no deseada y el edadismo, y proporcionarnos mutuamente amor y cuidados para poder llevar una vida feliz.
Planteamos, desde la sociología, la necesidad de un cambio de mentalidad y un acuerdo político de consenso entre todos los partidos, que permita establecer un nuevo contrato social basado en el altruismo hacia las generaciones actuales y las que vendrán, destacando la importancia de la solidaridad y el diálogo, pero también de la educación, la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente y de las personas, con el objetivo de construir un presente y un futuro mejores.
El concepto de Profiguración es un neologismo clave de reflexión para mejorar la convivencia y la relación entre individuos, como propuesta ético-política para la situación actual: es una propuesta de intervención para superar la ruptura generacional y mejorar la convivencia social, en el marco de un nuevo contrato social intergeneracional equilibrado, que tenga en cuenta nuevas políticas de servicios sociales y se centre en los cuidados.
La socialización (educación) “profigurativa” aboga por las familias “multigeneracionales” (más que por las familias extensas tradicionales), destacando la interdependencia más horizontal, respeto para todos y todas, autonomía y poder de decisión repartido y compartido (Molina-Luque, 2022). Hay que preparar el relevo generacional en un marco de acompañamiento intergeneracional, basado en un envejecimiento sabio y en las relaciones interpersonales.
Envejecemos desde que nacemos: es un proceso humano y social, a lo largo de toda la vida. El envejecimiento puede valorarse como fracaso o éxito de la sostenibilidad humana, como continuo intergeneracional. Pero no es fracaso el envejecimiento, sino la soledad no deseada y el edadismo. La experiencia vital nos enseña porque transformamos dicha experiencia en conocimiento (ageing y sageing), aprovechando la sabiduría de los mayores, pero también la de los jóvenes, en un proceso de humanización, de socialización profigurativa (Molina-Luque, 2021). El nuevo contrato social ha de facilitar que las relaciones intergeneracionales enriquezcan la sabiduría necesaria para aprender el arte de vivir, entre niños/as, jóvenes, adultos y mayores... y superar el edadismo, la discriminación por razones de edad (tanto en relación con los mayores como con los jóvenes).
Realmente hay un “punto ciego generacional” (Molina-Luque, 2023), ya que no vemos más allá de parámetros intrageneracionales, tomando decisiones cortoplacistas, pero no de futuro. La profiguración (la identificación y promoción de la interdependencia intergeneracional) es la visión binocular o estereoscópica para superar dicho punto ciego. Los mayores, los jóvenes y las generaciones futuras también tienen derechos, y la sostenibilidad humana (ODS) depende precisamente de la profiguración, sustanciada en un nuevo contrato social intergeneracional.