miércoles, 6 agosto 2025
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Grupo Impulsor de la Economía del Bien Común en España

‘La Economía del Bien Común busca cambiar las reglas del juego de afán de lucro y competencia por la cooperación’

'En España tenemos el ejemplo de la Comunitat Valenciana, que recientemente ha aprobado una serie de medidas para incentivar a las empresas con balance del bien común realizado y a las empresas que aporten un informe social', destacan los miembros del grupo
Pregunta.- El ‘bien común’ es un concepto que fue prolíficamente trabajado por Santo Tomás de Aquino. Pero, ¿qué es la Economía del Bien Común que propone Christian Felber?
Respuesta.- Christian Felber propone un modelo económico alternativo, completo y consistente –pero al mismo tiempo abierto al desarrollo– que busca la reorientación de la totalidad de las acciones económicas hacia el bien común, algo que ya está recogido en las constituciones de muchos países, pero que no se está llevando a la práctica. La Economía del Bien Común (EBC) busca cambiar las reglas del juego de afán de lucro y competencia por la cooperación y contribución hacia el bien común. Propone que las empresas realicen un informe de su actividad, con un Balance del Bien Común donde obtendrán una calificación; dependiendo de la puntuación y con una comprobación de la auditoría de dicho informe, las empresas más éticas deberían tener incentivos legales como rebajas fiscales, poder acceder a créditos de menor cuantía o más puntuación en los pliegos de contratación en la compra pública.
En la economía para medir el crecimiento económico, el indicador al que más atención se le presta es la evolución del Producto Interior Bruto (PIB), sin quedar especificado de qué forma se obtiene (si es, por ejemplo, mediante la explotación infantil). En la economía del bien común se propone utilizar el Producto del Bien Común (PBC), que mediría la aportación al bien común del país.
En el caso de las empresas, la cuenta de resultados no nos indica si la empresa crea empleo, y si este es de calidad, si hay igualdad de trato entre hombres y mujeres en las compañía, si cuida o destruye el medio ambiente, si produce armas o productos sostenibles, etcétera.

P.- Como dicen, los principios sobre los que se asienta la Economía del Bien Común se basan en la cooperación y no tanto en la competencia. Pero, en un mundo como el actual, ¿esta propuesta no es un tanto utópica, como apuntan algunas voces críticas?
R.- La mayoría de las empresas que actúan en el III y IV sector, son empresas de carácter social, la mayoría sin afán de lucro, muchas de ellas cooperativas que entre ellas colaboran. También, actualmente, muchos emprendedores que crean nuevas empresas cooperan entre ellos.
El catedrático Alejandro Martínez Charterina, en su artículo ‘Cooperativismo y economía del bien común’, comenta que todas las cooperativas tienen un valor singular en su origen, en la medida en que conforman una asociación de personas y una empresa económica conjunta e inseparable; personas que comparten una necesidad o aspiración y que quieren satisfacerla o alcanzarla precisamente a través de la empresa cooperativa. Termina indicando que lo que conecta a la EBC con el cooperativismo, es una identidad de valores y principios de comportamiento y una enorme voluntad de ambos por caminar hacia un mundo más justo y solidario.
Y por resultar esclarecedor respecto a la pregunta formulada, esto es lo que comentaba recientemente Christian Felber durante una entrevista realizada para un medio de comunicación chileno: “La motivación principal del ser humano no viene del exceso de la acumulación material, está científicamente refutado. Es ciencia, no es idealismo, lo sorprendente es que la acumulación material de las riquezas y la competencia las estemos practicando a pesar de que sabemos que conducen a peores resultados, es sorprendente que lo que es mejor nos parece utópico”.

P.- “Reorientar los objetivos hacia los valores y no tanto el dinero”... ¿Está la sociedad preparada para dar el salto?
R.- Desde hace ya unos años, a raíz del inicio del declive del modelo económico imperante, en el que la riqueza del país se mide únicamente por criterios económicos y financieros, la ciudadanía se ha ido concienciando y apuesta por un modelo más social y sostenible, eligiendo a las empresas más éticas para adquirir sus productos. Como indica Christian Felber: “El balance del bien común también es un instrumento de desarrollo de la organización que ayuda a reflejar en profundidad las actividades en su conjunto. No solo el ‘¿Cómo lo hacemos?’, sino también el ‘¿Qué hacemos en la práctica?’. Las terceras partes retroalimentan las relaciones conjuntas del entorno con el balance del bien común: los lugares públicos deciden sus compras y los bancos la concesión y las condiciones de los créditos de acuerdo con los resultados del balance del bien común; las empresas obtienen incentivos para comprar a proveedores éticos, lograr su tamaño óptimo y cooperar de forma sistemática. Los inversores y los consumidores son recompensados cuando compran en empresas éticas. La economía de mercado experimenta una ‘inversión del empuje’, de la minimización de los costes y la maximización de los beneficios al aumento del bien común y la orientación hacia los valores”.

P.- “Las empresas con buenos balances del bien común disfrutarán de ventajas legales”. ¿Cómo se consigue que las administraciones públicas sean receptivas a estas actitudes éticas?
R.- El Comité Económico y Social Europeo (Cese) considera que el modelo de la Economía del Bien Común (EBC) está concebido para incluirse en el marco jurídico europeo y nacional con el fin de avanzar hacia un mercado único europeo a través de una economía más ética basada en los valores europeos y los logros de las políticas de responsabilidad social, creando además sinergias encaminadas a su reforzamiento.
En consonancia con la Estrategia Europa 2020, propone la transición hacia un ‘mercado europeo ético’ que promoverá la innovación social, elevará la tasa de empleo y será beneficioso para el medio ambiente. El ‘mercado europeo ético’ podrá construirse mediante la aplicación de varias estrategias, como la elaboración de políticas destinadas a reconocer a las empresas que contribuyen en mayor medida al bien común, la contratación pública ética y la promoción del comercio interior ético.
En España tenemos el ejemplo de la Comunitat Valenciana, que recientemente ha aprobado una serie de medidas para incentivar a las empresas con balance del bien común realizado y a las empresas que aporten un informe social, mediante la convocatoria de subvenciones destinadas a contribuir a la promoción de la economía sostenible, a través de la financiación de actuaciones de fomento y difusión de la cultura y prácticas de las empresas sociales y de la Economía del Bien Común (EBC).

P.- ¿Son las empresas en España receptivas a esta corriente?
R.- Aunque en España las empresas empiezan a realizar sus balances del bien común, aún es pronto para hacer valoraciones, debido a que en nuestro país estamos en fases iniciales. En el caso de internacional, el movimiento germano hablante es el más avanzado, contando con más de 2.200 empresas implementando el balance en la actualidad. Entre las empresas que lo están implantando, se incluyen empresas privadas con ánimo de lucro (sociedades anónimas, sociedades limitadas, cooperativas, etcétera), organizaciones sin ánimo de lucro (asociaciones, fundaciones, ONG, etcétera) y administraciones públicas (ayuntamientos).

P.- ¿Cuál es su implantación actual en España?
R.- En España, algunas administraciones ya han certificado una empresa municipal, hay zonas que se han certificado, como el distrito de Horta-Guinardó en Barcelona y municipios en proceso de cambio, como Sevilla, Eibar, La Carolina, Miranda de Azán y Orendain; existen acreditados los primeros auditores españoles, se ha creado ‘la Cátedra de la Economía del Bien Común’ en la Universidad de Valencia y está en proceso otra en la Universidad de Córdoba, y se estudia la formación de consultores en colaboración con esas cátedras que se están creando en las universidades españolas, entre otras iniciativas en marcha.

P.- ¿Qué tipo de entidades pueden sentirse atraídas por la Economía del Bien Común?
R.- En primer lugar, cooperativas, asociaciones, fundaciones y otras entidades y organizaciones sin ánimo de lucro. También, empresas con personalidad jurídica propia; universidades, centros, institutos y entes universitarios; y administraciones públicas.
Según Felber, el movimiento tiene “una visión universal a largo plazo, pero la estrategia es a la inversa, localmente, de abajo a arriba, para que sea factible; una persona, una empresa, un municipio, una universidad que toman decisiones dentro de su margen de maniobra; pequeños pasos que se suman”. Los cambios de sistemas “siempre son de larga duración e implican cambios de costumbres, en las relaciones de poder y en las formas de pensar”.
En seis años son ya a nivel internacional “2.200 empresas que apoyan la iniciativa, 400 empresas que hacen balance de bien común, varias docenas de localidades se han hecho municipios del bien común y más de 100 universidades cooperan de una u otra forma”.

P.- Por último, ¿cuáles son los objetivos que se marcan a corto plazo?
R.- Seguir difundiendo el modelo económico de la Economía del Bien Común en todos los ámbitos de la sociedad (ciudadanía, empresas, organizaciones, municipios, universidades, etcétera), generando nuevas sinergias y creando redes de conocimiento y de colaboración.

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Emma Vicente
Emma Vicentehttps://entremayores.es/
Licenciada en Periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca. Cubre la información de salud e internacional de entremayores y la edición de Castilla y León.

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