domingo, 4 mayo 2025
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Los cuidadores informales, la base de la atención en dependencia

El sistema de cuidados de larga duración se basa en las atenciones familiares o no profesionales. Los datos de España y Europa coinciden en destacar la necesidad de defender los derechos de un sector muy feminizado y de ofrecer más apoyos
Es curioso ver que cuando teclea en un buscador la palabra cuidador, uno se encuentra rápidamente con cómo la OMS define al cuidador: 'Es la persona que atiende las necesidades físicas y emocionales de un enfermo, por lo general su esposo/a, hijo/a, un familiar cercano o alguien que le es significativo'. Así que sin añadir nada más, nos remite a lo que sería un cuidador familiar o informal. 

La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) explica qué supone este hecho. 'Cuidar a una persona mayor en situación de dependencia significa ayudarle, responder a sus necesidades e intentar mantener su bienestar con la mayor calidad y calidez. Ser cuidador implica responsabilizarse de todos los aspectos de la vida: higiene, alimentación, vestido, medicación, seguridad, etcétera. Decidir dónde y cuándo invertirse esfuerzos y recursos personales y económicos. Tener que afrontar la sobrecarga física y emocional que supone dedicarse continuamente a estas labores. Y enfrentarse a la pérdida paulatina de su autonomía, teniendo que compaginar, además, esta labor con las demás relaciones familiares, sociales y, en ocasiones, laborales'.
 
En España existen casi 1,5 millones de personas dependientes reconocidas, el 3% de la población, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).  Pero la tasa de dependencia en el Estado es del 55% y lejos de remitir, lo que es más a tener en cuenta, en los próximos diez años se elevará al 60% y al 84% en 2050

Por otro lado, se calcula extraoficialmente que 2,3 millones de personas son dependientes y requieren de ayuda de un cuidador. En la base de las personas que les atienden están los cuidadores informales, es decir, un 80% de quienes les atienden no son profesionales.  

PERFIL DEL CUIDADOR
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el principal perfil de cuidador en España es más bien el de cuidadora. Hablamos de una mujer que se encuentra entre los 45 y 64 años de edad y que vive en el mismo hogar que la persona cuidada. De hecho, el 78,9% de cuidadores viven con esa persona y eso suele implicar un parentesco familiar directo. La familia, y en especial las mujeres, siguen siendo el pilar principal del cuidado de personas dependientes.

La media de edad está en los 52 años, con estudios primarios y normalmente, sin una ocupación remunerada. Estas cuidadoras responden a lo que algunos consideran como la última generación de mujeres no activas en el mercado laboral. No obstante, esta tendencia está cambiando, dándose cada vez más casos de cuidadores masculinos. La Encuesta de Condiciones de Vida revela esta nueva tendencia: los hombres “mayores cuidan en proporciones crecientes”. Según el módulo de 2016 sobre cuidado, el 13,6% de los hombres mayores cuidan de personas dependientes; también lo hace el 14% de las mujeres, que en cifras absolutas suponen la mayoría en el total de cuidadores de estas edades.

UN PILAR FUNDAMENTAL
El Informe ’2021 Long-term care report’ (2021. Informe sobre los cuidados de larga duración), elaborado por la Dirección General de Empleo, Asuntos Sociales e Inclusión de la Comisión Europea ofrece la visión más completa hasta la fecha de los cuidados de larga duración y que con la irrupción de la pandemia de Covid-19 se puso al descubierto la necesidad de garantizar unos cuidados accesibles, asequibles y de calidad. 

Este análisis pone de relieve que una gran parte de los cuidados de larga duración son prestados por cuidadores informales, con importantes consecuencias para ellos, para las personas a las que cuidan y para la sociedad en general y por ello, necesitan ser apoyados. En este informe se destaca el distintivo de este vínculo, 'la relación emocional entre el receptor y el cuidador'. Aunque las tareas suelen ser similares a las de los cuidadores formales, los cuidadores informales no suelen tener una relación laboral con el receptor de los cuidados, hecho que no debe confundirse con el trabajo no declarado.

Se calcula que entre el 12 y el 18% de la población de la UE de entre 18 y 75 años presta cuidados informales de larga duración. La mitad de los cuidados informales se prestan a personas mayores de 65 años. El uso de los cuidados informales exclusivamente varía entre el 30 y el 85% entre los Estados miembro. Los cuidados informales son más frecuentes en los Estados miembro donde los cuidados formales están poco desarrollados. Los cuidadores informales luchan por compaginar los cuidados con el trabajo remunerado (especialmente las mujeres que prestan cuidados intensos), y se enfrentan a las repercusiones negativas de los cuidados en sus ingresos, sus futuras pensiones, su salud y su bienestar. La mayoría de los cuidadores informales en edad de trabajar compaginan su responsabilidad de cuidados con un trabajo remunerado. Sin embargo, su tasa de empleo disminuye con la intensidad de los cuidados prestados, y muchos cuidadores informales que tienen empleo trabajan a tiempo parcial. Existen algunas medidas de apoyo a los cuidadores informales, pero en muchos Estados miembro deben desarrollarse más. Y lo que es más importante, la inversión en sistemas formales de cuidados de larga duración podría contribuir a reducir la carga asistencial de los cuidadores informales, mejorando así su bienestar y permitiendo a los que están en edad de trabajar aumentar su participación en el mercado laboral, lo cual es crucial en el contexto de la disminución de la población en edad de trabajar.


ALGUNAS CONSECUENCIAS DE ESTOS CUIDADOS
El informe europeo sobre cuidadores no profesionales ofrece también sus conclusiones sobre los efectos negativos de esta tarea así como la necesidad de implementar medidas de apoyo en todos los países. Estas conclusiones y recomendaciones finales son, también, extrapolables a nuestro país. En concreto, el estudio señala que los cuidadores informales se enfrentan a las repercusiones negativas del cuidado en sus ingresos, sus pensiones futuras, su salud y su bienestar.

Existen algunas medidas de apoyo a los cuidadores informales, pero en muchos Estados miembro, el apoyo puede necesitar un mayor desarrollo. Y lo que es más importante, la inversión en sistemas formales de cuidados de larga duración también reduciría la carga de los cuidadores informales.

Dados los retos comunes en toda la UE, el aprendizaje mutuo y las soluciones comunes podrían ayudar a garantizar un personal de cuidados de larga duración adecuado y resistente. El aprendizaje mutuo, en particular, en lo que respecta a las políticas para mejorar la situación de los cuidadores formales e informales.
En este sentido, se hace un inciso para recordar que la aplicación de la agenda europea de competencias también contribuiría a garantizar una reserva de profesionales cualificados en el sector de los cuidados de larga duración.  Una definición común de los perfiles de los cuidadores formales y facilitar el proceso de reconocimiento de las cualificaciones de los profesionales del sector, podría contribuir a la libre circulación de los cuidadores. Apoyar el diálogo social sectorial a nivel de la UE podría contribuir a mejorar las condiciones de trabajo y los salarios en el sector.

La puesta en común de conocimientos a nivel de la UE también sería beneficiosa, ya que es necesario investigar más a fondo una serie de ámbitos de preocupación comunes, en particular la información sobre el potencial de creación de empleo en el sector, una mejor información sobre los cuidadores informales y la situación de los cuidadores internos.

LA SALUD MENTAL
Específicamente, el informe subraya el coste que suponen para la salud mental de los cuidadores. 'Hay pruebas sustanciales de que la prestación de cuidados informales afecta a la salud mental, especialmente en el caso de los cuidados del cónyuge', señala el texto. Estas personas, que cuidan informalmente de su cónyuge, sienten que están solas con su carga y presentan un mayor malestar psicológico por ello.

En conclusión, la Comisión Europea señala que el estudio realizado confirma la elevada prevalencia de los cuidados informales en Europa y el desequilibrio de género en la prestación de este tipo de ayudas. En este sentido, los expertos subrayan la necesidad de incentivar a los hombres a asumir más responsabilidades de cuidado, así como abogan por un reconocimiento formal de los cuidados informales en la promoción laboral, lo que podría contribuir a un mejor reparto de las responsabilidades de cuidado entre hombres y mujeres y también a que haya más hombres entre los cuidadores formales.

Asimismo, se precisa una mayor inversión por parte de los países para la ampliación de los servicios formales de ayuda, lo que facilitaría que el cuidado informal fuera una opción tanto para el cuidador como para el receptor de los cuidados. 'Además, dadas las numerosas consecuencias negativas de los cuidados intensivos sobre el empleo, la salud y los ingresos, quienes ayudan a las personas con graves necesidades de cuidados o prestan ayuda durante más de 20 o 40 horas a la semana necesitan claramente apoyo, no sólo económico, sino también en forma de descansos y reparto de la carga con los cuidados formales', concluye el documento.



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Redacción EM
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Información elaborada por el equipo de redacción.

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