Josefina Samper, la gran compañera de Marcelina Camacho
Recuerda el momento en el que conoció al fundador de Comisiones Obreras
Josefina Samper, viuda de Marcelino Camacho, se enfrenta a la lucha más dura de su vida: asumir que su compañero de viaje ya no está. Su privilegiada mente recuerda con todos los detalles el momento en el conoció al fundador de Comisiones Obreras. Tenía sólo 15 años pero nada más verlo, se enamoró. En esos momentos Josefina vivía en Oran (Argelia). “Mi familia, emigrantes políticos, había llegado a la ciudad cuando terminó la guerra”, explica Samper. “Nos dedicábamos a recoger comida, pidiendo en tiendas y almacenes para llevarsela a la gente que llegaba en barco y que no dejaban entrar en el puerto. Un día en uno de nuestros locales recibimos una nota. Había unos chicos que se habían escapado del campo de concentración de Marruecos español y habían llegado a Orán en malas condiciones. Llegaron en una pésima situación, incluso llevaban puesto el traje de presidiarios. Así conocí a Marcelino. Era uno de los tres escapados”, explica Josefina.
En aquel momento, Marcelino pesaba sólo 28 kilos, “tenía más hambre que un maestro de escuela” -reconoce su viuda- . “Un buen día me citó y me dijo si me quería casar con él, a lo que rápidamente contesté que sí”, reconoce emocionada Josefina Samper. “Era un muchacho muy luchador y mis padres ya lo conocían, ya que era muy querido por todos. Hasta el día de su muerte ha sido así”.
Marcelino Camacho ayudaba a todo el mundo, cuenta Josefina Samper “así vivió toda su vida y así murió. Cuando su enfermedad empezó a ser más evidente y avanzada les daba a las personas una tarjeta que decía: “Ayude a esta persona que tiene un problema muy grave. Marcelino Camacho”. A veces le decía: Marcelino, si no lo conoces de nada, no le has preguntado ni su nombre. Pero él igual los remitía a nuestros abogados para que los ayudaran. La mayoría de estas personas se acercaban a Marcelino pidiendo trabajo o que le resolvieran algún conflicto laboral.
Al preguntarle a Josefina sobre qué piensa de la situación que estamos viviendo en estos momentos, echa la vista atrás y con nostalgia responde: “Siempre hemos luchado por la seguridad del ser humano desde que nace hasta que muere. Siempre hemos querido que los trabajadores no tengan miedo de quedarse sin empleo o de no poder alimentar a su familia, por lo que pensar en todo lo que socialmente está pasando en estos momentos es muy duro La reforma laboral que se ha aprobado ha hecho que los trabajadores se hayan quedado sin padre y sin madre”. Algunas veces recuerdo los tiempos tan malos que pasamos al principio. Esas manifestaciones que hacíamos en Atocha. Los caballos corrían detrás de nosotros. La policía nos daba palos”, rememora.
“Me falta mi diccionario abierto, que era él. Me voy a reponer, porque para algo he luchado, pero lo estoy pasando muy mal porque Marcelino era todo para mí: el padre de mis hijos y una bellísima persona”, comenta.
Marcelino, amante de los libros
Eran su gran pasión. A veces llegaba a casa con cara de desolación, yo le preguntaba “¿qué te ocurre Marcelino?” Y él me contestaba “he pasado por delante de una librería y me ha gustado un libro. ¿Cómo andas de dinero?”, me preguntaba, y yo le decía “¿cuánto vale el libro?”. Yo siempre tenía una cajita en la que guardaba lo que me sobraba del día por si acaso… Ese día me faltaban 50 céntimos y los cogí de lo del día siguiente. Pregunta:
Respuesta:
En aquel momento, Marcelino pesaba sólo 28 kilos, “tenía más hambre que un maestro de escuela” -reconoce su viuda- . “Un buen día me citó y me dijo si me quería casar con él, a lo que rápidamente contesté que sí”, reconoce emocionada Josefina Samper. “Era un muchacho muy luchador y mis padres ya lo conocían, ya que era muy querido por todos. Hasta el día de su muerte ha sido así”.
Marcelino Camacho ayudaba a todo el mundo, cuenta Josefina Samper “así vivió toda su vida y así murió. Cuando su enfermedad empezó a ser más evidente y avanzada les daba a las personas una tarjeta que decía: “Ayude a esta persona que tiene un problema muy grave. Marcelino Camacho”. A veces le decía: Marcelino, si no lo conoces de nada, no le has preguntado ni su nombre. Pero él igual los remitía a nuestros abogados para que los ayudaran. La mayoría de estas personas se acercaban a Marcelino pidiendo trabajo o que le resolvieran algún conflicto laboral.
Al preguntarle a Josefina sobre qué piensa de la situación que estamos viviendo en estos momentos, echa la vista atrás y con nostalgia responde: “Siempre hemos luchado por la seguridad del ser humano desde que nace hasta que muere. Siempre hemos querido que los trabajadores no tengan miedo de quedarse sin empleo o de no poder alimentar a su familia, por lo que pensar en todo lo que socialmente está pasando en estos momentos es muy duro La reforma laboral que se ha aprobado ha hecho que los trabajadores se hayan quedado sin padre y sin madre”. Algunas veces recuerdo los tiempos tan malos que pasamos al principio. Esas manifestaciones que hacíamos en Atocha. Los caballos corrían detrás de nosotros. La policía nos daba palos”, rememora.
“Me falta mi diccionario abierto, que era él. Me voy a reponer, porque para algo he luchado, pero lo estoy pasando muy mal porque Marcelino era todo para mí: el padre de mis hijos y una bellísima persona”, comenta.
Marcelino, amante de los libros
Eran su gran pasión. A veces llegaba a casa con cara de desolación, yo le preguntaba “¿qué te ocurre Marcelino?” Y él me contestaba “he pasado por delante de una librería y me ha gustado un libro. ¿Cómo andas de dinero?”, me preguntaba, y yo le decía “¿cuánto vale el libro?”. Yo siempre tenía una cajita en la que guardaba lo que me sobraba del día por si acaso… Ese día me faltaban 50 céntimos y los cogí de lo del día siguiente. Pregunta:
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